El mundo necesita una nueva estrategia de prevención de guerras que incluya una rápida fuerza internacional de reacción con 5.000 a 10.000 soldados, según un informe publicado hoy por una comisión mundial de expertos en asuntos bélicos.
El grupo, que integra la Comisión Carnegie para la Prevención de Conflictos Bélicos, destaca que se debe abordar las causas profundas de la guerra, entre ellas la pobreza y las injusticias sociales, e incluir medidas operativas, sistemas de advertencia temprana e intensificación de la diplomacia con los líderes de las partes beligerantes.
El informe exhorta a todas las instituciones sociales, entre ellas escuelas, medios de comunicación, empresas y gobiernos, a crear una "cultura de la prevención".
"La prevención de los conflictos bélicos debe transformarse en un hábito y en parte de un patrimonio cultural mundial transmitido de generación en generación", insta la Comisión.
El documento de 257 páginas recopila recomendaciones realizadas por varios expertos desde el fin de la guerra fría. "Tomamos las mejores ideas", dijo David Hamburg, copresidente del grupo, que se reunió durante tres años para elaborar el informe.
En situaciones donde la violencia es inminente, la Comisión exhorta a tomar cuatro medidas posibles: advertencia y respuesta tempranas, diplomacia preventiva, presión económica y, finalmente, uso o amenaza de uso de la fuerza.
La Comisión, creada en 1994 tras el genocidio de Ruanda, está integrada por algunos de los diplomáticos más experimentados del mundo, entre ellos el ex secretario de Estado estadounidense Cyrus Vance, el ex canciller australiano Gareth Evans y la ex canciller canadiense Flora MacDonald.
También integran la Comisión Gro Harlem Brudtland, ex primera ministra de Noruega, y Brian Urquhart, ex subsecretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El mensaje principal del grupo es que "el conflicto bélico no es inevitable" pero sólo puede prevenirse exitosamente mediante un enfoque multifacético que, al igual que las buenas estrategias de salud pública, incluya tácticas operativas y ataque las causas estructurales del problema.
Una estrategia de solución es cada vez más urgente debido a la proliferación de armas y al avance de la tecnología, que incrementa el poder destructivo de aquéllas.
"El mundo padece un gran aumento del poder de matar", señaló Hamburg.
Los conflictos ocurren en la actualidad casi con exclusividad dentro de los países, destacó la Comisión.
En los conflictos internos "mueren más civiles que soldados (en proporción de nueve a uno, según una estimación) y los combatientes utilizan estrategias y tácticas que tienen como objetivo intencional a mujeres y niños, pobres y débiles", sostiene el informe.
El documento destaca que suelen obtenerse con facilidad señales de advertencia tempranas, indicadas por violaciones generalizadas de los derechos humanos o el uso con fines de propaganda política de los medios de comunicación, especialmente de las organizaciones no gubernamentales activas en el país.
Sin embargo, en conflictos recientes "se notó más la falta de acción temprana (de la comunidad internacional) que de advertencias".
La acción temprana debe incluir la intensificación de la diplomacia mantenida con los protagonistas.
"Los Estados deben resistir la tentación habitual de suspender las relaciones diplomáticas como sustituto de la acción y en su lugar establecer líneas de comunicación abiertas, de alta fidelidad, con líderes y grupos en crisis", aconseja el informe.
Las sanciones, respaldadas por medidas enérgicas para asegurar su cumplimiento, suelen ser de ayuda pero deben incluirse en una "estrategia de influencias" más amplia que ejerza máxima presión sobre las partes agresoras mientras minimiza el sufrimiento de civiles inocentes.
De manera similar, la "condicionalidad", incluyendo la promesa de recompensa por comportamiento responsable, puede servir como "fuente poderosa de presión", sugirió la Comisión.
Finalmente, la amenaza o el uso de la fuerza podría ser apropiada si se incluye en el marco de una estrategia política general y está respaldada por la voluntad de llevarla a cabo en momentos de crisis.
Los ejemplos varían desde las operaciones tradicionales de paz y despliegues preventivos de efectivos, como la fuerza de la ONU que supervisa la frontera entre Serbia y Macedonia desde 1992, hasta las más controvertidas "brigadas de fuego" que intervienen directamente en países al borde de la guerra civil.
En caso de intervención directa, la fuerza debería consistir de 5.000 a 10.000 soldados, en su mayoría aportados por miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, sugirió la Comisión.
Dicha fuerza internacional, a cuya formación Washington se opone desde su intervención en Somalia, debería operar con la autoridad del Consejo de Seguridad y su despliegue debería estar sujeto al veto de cualquiera de los miembros permanentes.
Con respecto a la prevención estructural, la Comisión urge a que se tomen medidas progresivas contra armamentos de destrucción masiva, incluso el repliegue de armas nucleares, y nuevas intentos por controlar el flujo de las armas convencionales.
El informe también exhorta enérgicamente a la comunidad internacional a intentar solucionar las causas de los conflictos civiles, sobre todo la pobreza y la injusticia.
"La combinación de privación y discriminación torna las situaciones muy volátiles", dijo Jane Holl, directora de personal de la Comisión.
La Comisión también destaca la importancia de la justicia en las sociedades en riesgo y apoya la creación de un tribunal internacional de crímenes de guerra que juzgue a los responsables de instigar o cometer violencia masiva.
Entre otras recomendaciones, el informe propone la expansión del Consejo de Seguridad de la ONU para que refleje con mayor fidelidad las necesidades y capacidades del mundo, y la adopción por parte del secretario general de un papel más fuerte en la movilización de recursos para impedir conflictos.
El informe también exhorta a los medios de comunicación a atenerse a ciertas normas de conducta en la cobertura informativa de las guerras, y a la comunidad internacional a negar el reconocimiento a cualquier gobierno que tome el poder por la fuerza. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/ml-aq/ip/97