ARGENTINA: Casas ocupadas albergan a miles de familias

En casas situadas a menudo en barrios de nivel medio o alto de la capital argentina viven unas 200.000 personas pobres, que asaltaron esas viviendas huyendo de la intemperie.

En Argentina, 30 por ciento de la población tiene problemas de acceso a la vivienda, y el fenómeno se agrava cuando convive con altos índices de desempleo. Tenencias irregulares, hogares hacinados, casas ocupadas o muy precarias, ilustran este fenómeno de pobreza urbana.

El de las ocupaciones es el caso que remarca el contraste social. En un barrio de clase media alta y junto a casas muy bien construídas, puede verse otra de las mismas características pero absolutamente deteriorada.

Se trata de una casa ocupada. Los niños juegan descalzos en la vereda.

Según un estudio realizado por un grupo de médicos, psicólogos y sociólogos, en Buenos Aires hay alrededor de 56.000 familias viviendo en casas ocupadas. La mitad nacieron en esta ciudad, 40 por ciento vinieron del interior y el resto son extranjeros.

Desde hace más de una década, personas que perdieron el empleo, que fueron desalojadas de un departamento que alquilaban, que llegaron del interior sin recursos en busca de trabajo, o que ya no pudieron pagar un hotel o pensión, ocuparon casas vacías y allí sobreviven.

Del total, 41 por ciento está desocupado y subsiste de la recolección de cartones y desechos. Otro 41 por ciento vive de trabajos temporarios. Los hombres por lo general tienen oficio, y las mujeres se emplean por hora en servicio doméstico.

Sólo 12 por ciento tiene trabajo legal y por lo tanto tiene cobertura de salud de su gremio. El resto se atiende en hospitales públicos.

Uno de los nosocomios, el Hospital Durand, tiene un programa de prevención para que los especialistas salgan "a buscar pacientes" por el barrio.

Así nació este grupo de tareas que descubrió que los más pobres de los pobres, en la zona de influencia del Hospital Durand, estaban ocultos tras las paredes de casas y edificios que parecían abandonados. En su interior, se albergaban decenas de familias hacinadas y sin servicios.

En diálogo con IPS, la socióloga Catalina Ferretti, integrante del equipo que participa del trabajo cotidiano con los ocupantes, advirtió que el grupo de mayor riesgo dentro de las familias de ocupantes es el de los adolescentes debido a la falta de perspectiva.

La mayor parte de la población de ocupantes son jóvenes parejas con hijos niños y adolescentes. "Entre los más pequeños, 98 por ciento va a la escuela, y, aunque muchos repiten de grado, están contenidos por esa institución en la que pasan la mayor parte del día", contó Ferretti.

"El problema más serio lo plantean los adolescentes, porque 40 por ciento ya abandonó el secundario, casi todos en el primer año, y no tienen trabajo. El 60 por ciento restante no está mucho mejor. La mayoría repite de año, y no tienen condiciones como para terminar" ese ciclo, agregó.

Ferretti destacó que, dentro de las condiciones de pobreza existe una gran voluntad de trabajo. "Esto no es como en las villas miseria (barrios pobres sin servicios, con casas precarias) porque en las villas hay lazos de solidaridad, y aquí no porque las casas están distantes entre sí".

No obstante, desde hace ocho años existe la cooperativa El Ceibo, motorizada por Cristina Lescano, una ocupante. La casa en la que vive con su esposo y tres hijos estaba en estado ruinoso cuando ellos llegaron. Hoy la vivienda mejoró un poco, pero no tanto como para desear quedarse.

Comparten un ambiente dividido, no siempre tienen agua, y de la luz y el gas ya ni se acuerdan. Pero se hicieron espacio para una imprenta, que es la que fabrica la revista de la cooperativa creada para conseguir terrenos pagaderos en cómodas cuotas, y radicarse definitivamente.

Lescano y su esposo tienen el secundario terminado y sus tres hijos van a la escuela. El acaba de obtener un empleo en la comuna, y ella apenas consigue trabajos por horas, aunque Ferretti observó que si cobrara por su tarea social en el movimiento de ocupantes sería millonaria.

Es que los trámites para conseguir terrenos son infinitos. Los tiempos se alargan y las autoridades nunca dan una respuesta, salvo en casos aislados donde hacía falta recuperar la propiedad ocupada. Entretanto, la cooperativa consiguió ir paliando el problema con otros recursos.

Uno de los logros más importantes fue un programa para que todas las mujeres ocupantes que lo deseen accedan a un dispositivo intrauterino para prevenir nuevos embarazos. También consiguieron colocar a sus hijos en un programa gubernamental para que tengan vacaciones en la playa.

Ferretti comentó que también hay bolivianos, paraguayos y uruguayos, muchos de ellos con un alto nivel de instrucción pero que llegaron y no pudieron conseguir trabajo. Sin dinero, tuvieron que alojarse en algún sitio, y eligieron ocupar lo que estaba vacío. (FIN/IPS/mv/dg/pr-if/97)

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