El proceso para construir un depósito de desechos radioactivos al sur de Estados Unidos, instalación que representaría graves peligros para México, avanza gracias a la complicidad del gobierno del presidente Ernesto Zedillo, denunció el grupo ecologista Greenpeace.
México mantiene un silencio sospechoso e incluso difunde un "dudoso" estudio de la comisiones nacionales de Agua y Seguridad Nuclear, que avala el proyecto y contradice a calificados expertos, dijo a IPS el coordinador del Programa de Energía de Greenpeace, Alejandro Calvillo.
El estado de Texas tiene previsto inaugurar en 1998 el confinamiento nuclear de Sierra Blanca, a 32 kilómetros de la frontera con México, en una zona donde 70 por ciento de la población es de origen mexicano.
Aunque existen acuerdos bilaterales que prohiben a los gobiernos vecinos instalar focos contaminantes en una franja fronteriza de 100 kilómetros, los trámites de Sierra Blanca siguen sin alteración.
Se sospecha que podría existir un arreglo sobre el tema entre los gobiernos de Zedillo y Bill Clinton, indicó Calvillo, quien este viernes pidió por enésima vez a las autoridades locales emitir un pronunciamiento sobre el tema.
Según el Radioactive Wastes Managment Associates (RWMA), organismo no gubernamental con sede en Nueva York, en el lugar donde se quiere construir el depósito existen fallas geológicas y mantos freáticos.
Además, es una zona sísmica y el viento sopla generalmente hacia México.
Si llega a construirse el depósito, la población fronteriza estará en grave peligro, concluyeron los investigadores.
En los últimos 70 años se presentaron en la región de Sierra Blanca 64 temblores.
En contraste a la opinión del RWMA, la Comisión Nacional del Agua afirma que "el área donde se pretende instalar el confinamiento no es receptora de recarga de agua subterránea, pues la totalidad de agua infiltrada es retenida en el suelo y en los estratos superiores".
Si en algún momento hubiera filtración de contaminantes, no iría más allá de las naturales barreras, asegura el estudio, que descarta peligros importantes con la posible instalación del confinamiento en Sierra Blanca.
Postura similar mantiene la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguradias. En un documento, filtrado a la prensa, apunta que "el impacto radiológico ambiental del proyecto y las dosis para el público, en condiciones normales o de accidente, son de muy bajo riesgo".
Para RWMA, en cambio, un accidente en el lugar sería fatal, pues los desechos radioactivos podrían llegar, vía subterránea, hasta el Río Bravo, afluente que recorre 2.053 kilómetros de la frontera y es uno de las principales abastecedores de agua para alrededor de 3,5 millones de personas.
El proyecto de Estados Unidos es llevar a Sierra Blanca basura de centrales nuceloeléctricas, hospitales y centros de investigación de Texas, y de los territorios de Maine y Vermont, estados ubicados al norte de Estados Unidos, en la frontera con Canadá.
Greenpeace denunció que el basurero nuclear se pretendió primero instalar en la frontera con Canadá, pero ese país lo rechazó, por lo que el proyecto se trasladó al sur, donde al gobierno mexicano no parece importarle.
Aunque el grupo ecologista viene solicitando a la Secretaría de Medio Ambiente de México un pronunciamiento oficial sobre Sierra Blanca desde hace más de dos años, ninguna autoridad habla públicamente sobre el tema.
Es un silencio que avala un crimen ambiental, sostiene Greenpeace.
A diferencia del Ejecutivo, el Senado y el Congreso mexicano han enviado a Washington y al gobierno de Texas pedidos para detener el proyecto de Sierra Blanca. Igual lo hicieron autoridades del estado de Chihuahua, fronterizo con Estados Unidos.
Si México no rechaza rápidamente en proyecto, en seis u ocho meses más las autoridades de Estados Unidos estarán entregando la licencia definitiva para construir el depósito, indicó Greenpeace. (FIN/IPS/dc/dg-ip-en/97)
