Multitudes de rufianes toman las esquinas de esta ciudad de Jiangsu, la provincia más rica de China, para ofrecer sus "hermanas menores" a los extranjeros cuando cae el sol.
Así es como se ven obligadas a subsistir muchas mujeres que proceden de las zonas rurales de China, aun en una urbe como Changzhou, de 3,3 millones de habitantes, que tiene uno de los más altos niveles de vida y un producto interno bruto por persona de 1.500 dólares.
De todos modos, estas cifras ocultan el creciente desempleo que sufren quienes abandonan el interior de China y emigran a las ciudades y la amenaza de despido que pende sobre todos quienes trabajan en compañías estatales y municipales.
Abrumados por la situación, muchos trabajadores toman empleos sin beneficios sociales y con bajos salarios. La migración a las ciudades con la ilusión de encontrar la prosperidad lleva a algunas mujeres a caer en las redes de proxenetismo.
Los despedidos en Changzhou son 12.000 y quienes no reciben sus sueldos pero permanecen en las fábricas a la espera de que se les asigne otro empleo no son más de 60.000, según datos oficiales.
Estas cifras dan la idea de que el desempleo está lejos de constituir una preocupación. Pero es raro que los informes oficiales en China reflejen la situación real.
Aquellos que "esperan otro trabajo" deben vivir con apenas 12 dólares al mes. Y, según fuentes locales, los desempleados son, en realidad, entre 200.000 y 300.000, si bien esas cifras son imposibles de confirmar.
Esto sucede en una ciudad cuya actividad impulsó durante dos decenios el desarrollo en las regiones cercanas y suministró muchos empleos en pequeñas empresas municipales a los recién llegados.
Changzhou es una de las ciudades de mayor crecimiento en la región costera china, lo que se atribuye a su ubicación en el fértil delta del río Yangtze y a su cercanía con Shanghai, así como a las medidas de patrocinio dispuestas por el gobierno central.
Esta ciudad fue una de las primeras elegidas por el fallecido patriarca Deng Xiaoping en 1982 para los "experimentos" de sus radicales reformas económicas.
Entonces, se crearon muchas pequeñas y medianas "empresas colectivas" exitosas, patrocinadas por gobiernos locales pero administradas como si fueran privadas.
No mucho después, las empresas colectivas comenzaron a sufrir falta de fondos, que volvieron a dirigirse a las firmas estatales tradicionales, y pronto perdieron terreno frente al emergente sector privado.
Ahora, a las empresas colectivas no les va mucho mejor que a las endeudadas compañías estatales que se pretende privatizar.
Changzhou y sus tres condados privatizaron 76 por ciento de las empresas municipales, mucho antes aun que el 15 Congreso del gobernante Partido Comunista decidiera en septiembre impulsar el pasaje del sector a sociedades accionarias.
Las empresas locales y las de ciudades vecinas de Jiangsu Meridional, durante mucho tiempo consideradas ejemplos de prosperidad, también comenzaron a despedir personal.
Y Zhenxin, secretario del Comité Municipal del Partido Comunista en Changzhou, admitió que incluso en esta "tierra de peces y arroz" los trabajadores debieron salir a las calles a protestar contra el atraso en los salarios y reclamar estabilidad laboral.
"En los últimos dos meses no hubo manifestaciones. Creo que esto es una señal de que las personas que antes dependían para todo del estado comenzaron a pensar por sí mismas", dijo Yu. Según el término acuñado por el 15 Congreso, se dio inicio a la "liberación del pensamiento".
Pero los ciudadanos de la calle contarán una historia diferente. El taxista Lin Xuquian piensa que, en lugar de la "liberación del pensamiento", en la ciudad transcurren "cien días de seguridad", fuertes medidas impuestas por el propio Congreso.
"La gente tiene miedo de protestar en estos días porque saben que la policía los tratará con más rudeza", dijo Lin.
Las compañías estatales en todas las ciudades de China soportan fuertes presiones del gobierno central para reducir el personal y "aumentar la eficiencia".
El vicepresidente del país, Zhu Rongji, prometió en la última reunión del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en Hong Kong que el sector estatal dejaría de ser deficitario en el 2000.
Empresas como Locomotoras Qishuyan, la más grandes de las estatales de Changzhou y una de las 500 principales industrias de China, deberá reducir su personal a un ritmo de 200 empleados por año hasta el 2000 por disposición del Ministerio de Ferrocarriles, dijo su presidente, Wu Jianxing.
Ya pasaron los tiempos en que los trabajadores del ferrocarril eran la envidia de los granjeros alrededor de la fábrica. "Mi padre me dijo que en los años 30 los operarios de Locomotoras Qishuyan ganaban más que nadie", recordó Mi Sheng, un empleado del municipio.
Los despedidos pueden abrir una pequeña empresa, si cuentan con capital para ello, o, de lo contrario, unirse al creciente ejército de desempleados que ya cuenta con 30 millones de personas.
Pero, para los empresarios, el abaratamiento de la mano de obra es beneficioso. Namio Yamazaki, gerente general de la sociedad chino-japonesa Bridgeston, productora de bicicletas de Changzhou, confía en que no tendrá que despedir a nadie.
Bridgestone emplea a 300 obreros que reciben en promedio un salario mensual de 48 dólares, casi la mitad de lo que ganan los de Locomotoras Qishuyan.
Todos los obreros de Bridgestone cuentan con adiestramiento adecuado y prefieren un sueldo magro pero seguro a la incertidumbre de "esperar otro trabajo". (FIN/IPS/tra- en/ab/js/mj/lb dv/97