Analistas, economistas y funcionarios del sudeste de Asia se reunieron en la capital de Filipinas para discutir un informe titulado "Asia emergente: cambios y desafíos", mientras los mercados monetarios y de valores de la región caían.
"¿Asia emergente se está sumergiendo?", preguntó en la ocasión Kunio Saito, director de la oficina para el área de Asia y el Pacífico del Fondo Monetario Internacional.
El informe de tan paradójico título había sido elaborado en mayo por el Banco de Desarrollo de Asia (AsDB), y en julio se precipitó el baht, la moneda de Tailandia, arrastrando a otras de la región. La conferencia para considerar el documento se celebró los días 1 y 2 de este mes.
Los expertos contestaron con una negativa la interrogante de Saito, a pesar del caos que reina en la economía. Lejos de hablar de decadencia, aseguraron que las economías de rápido crecimiento del sudeste de Asia apenas está transitando por un camino lleno de baches.
"Hay un contraste entre el optimismo en el largo plazo y las perspectivas de corto plazo, debido a la situación que estamos viendo hoy", explicó Saito.
"La región resolverá este problema de un modo u otro y volverá a la senda del crecimiento. Lo importante es no perder de vista el futuro y mantener la confianza en nosotros mismos", agregó.
Al parecer, las economías de la región solo necesitan darse ánimos. Luego de que Tailandia liberó el baht a las devaluadoras fuerzas del mercado, los países vecinos comenzaron a manifestar los mismos síntomas.
La especulación golpeó a las monedas de Malasia, Filipinas, Indonesia e incluso Singapur. Algunas tuvieron una devaluación con respecto al dólar estadounidense sin precedentes en las últimas décadas.
Los mercados de valores se abatieron a medida que los temerosos inversores abandonaron las monedas regionales y decidieron comprar dólares.
Atónitos por la repentina vulnerabilidad de sus dinámicas economías, los gobiernos acusaron a los especuladores, que después de la devaluación en Tailandia se retiraron de la región.
Funcionarios filipinos atribuyeron sus problemas financieros a "especuladores en Singapur". El primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamad, criticó a "manipuladores extranjeros" a los que llegó a tildar de racistas y saboteadores.
Los especuladores "hacen dinero a costas de los pobres de nuestros países", dijo Mahatir, a pesar de que los gobiernos del sudeste de Asia hacen de la liberalización comercial y la apertura de mercados una profesión de fe.
La frustración en los gobiernos es comprensible, pero en realidad no hay un villano al que acusar.
"Por desgracia, así operan los mercados libres. No se puede aceptar lo bueno y rechazar lo malo, o sea disfrutar los beneficios de los fondos externos y no aceptar el hecho de que puedan irse", dijo un analista que reclamó reserva sobre su identidad.
La caída de las monedas del sudeste asiático expuso otra vez los riesgos de un sistema financiero mundial que ha adquirido tales proporciones y tal magnitud que sus operaciones están más allá de la capacidad de control de los bancos centrales, las autoridades monetarias y los gobiernos, según los críticos.
La Red del Tercer Mundo (TWN), organización no gubernamental con sede en Malasia, sostuvo que el problema no es solo el mercado libre en sí mismo, sino el hecho de que es el capital especulativo, y no el productivo, el que predomina en el mundo.
Los flujos financieros ya no se constituyen de dinero que se mueve de un punto a otro del planeta para pagar importaciones y exportaciones de bienes y servicios, sino por dinero que se muda de determinados mercados a otros para aprovechar las diferencias, por ejemplo, de tasas de interés.
Las puertas de los mercados del sudeste asiático estuvieron abiertas para los especuladores financieros que procuraban ganancias rápidas en base a las cotizaciones de monedas, los precios de las materias primas y de las acciones, según TWN.
"Como resultado, la gran mayoría de los flujos financieros son en la actualidad de naturaleza especulativa", agregó la organización.
En 1977, el comercio exterior representaba 29 por ciento de las transacciones en monedas extranjeras, según la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). En 1995, constituían apenas 1,5 por ciento de esas operaciones. La mayor parte tenía finalidades especulativas y de inversión.
Mahatir moderó su discurso en los últimos días, pero propuso de todos modos abatir de alguna manera a los "manipuladores". "Queremos eliminar las fronteras" que obstaculizan el tránsito del capital, "pero aún debemos protegernos de canallas egoístas y bandidos internacionales", dijo.
Los gobiernos del sudeste asiático ya consideran la creación de mecanismos que les permitan ayudarse unos a otros en tiempos de fluctuación monetaria.
El secretario (ministro) de Planificación Económica de Filipinas, Cielito Habito, aseguró que "las actuales perturbaciones económicas no constituyen una crisis".
Saito recomendó a los planificadores de la economía de la región que apreten los dientes y no reviertan la liberalización de los mercados a causa de esta mala experiencia.
Analistas explican que la prueba de fuego para las economías del sudeste de Asia no es la firmeza de la moneda, sino el modo en que reaccionan ante una crisis ocasionada por ataques especulativos contra sus divisas.
Los problemas monetarios y económicos de Tailandia son una llamada de alerta que producirá revisiones en la conducta económica de la región.
Para Bernhard Eschweiler y Sin Beng Ong, de la filial en Singapur del banco J. P. Morgan, los países de la región deberían aprender de los errores de Tailandia, entre los que destacaron un rápido crecimiento de los préstamos inmobiliarios y una peligrosa dependencia de fondos extranjeros de corto plazo.
Saito dijo que la debacle monetaria constituye una advertencia sobre la importancia de mantener políticas económicas correctas. "Cualquier error o retraso es castigado con rapidez y severidad por el mercado", sentenció.
Pero el propio Saito advirtió que la política económica no es suficiente si no "se comunica bien al mercado, mejor que antes, cómo será implementada".
El ministro de Relaciones Exteriores de Tailandia, Prachuab Chaiyasarn, dijo en julio que los países de la región deberían aprender a cooperar para aventar la especulación monetaria, a la que calificó de "virus financiero. "Debemos inmunizarnos para evitar recaídas", sostuvo.
El informe del AsDB sostiene que la integración mundial "suministra grandes oportunidades a las economías abiertas, pero también impone la dura disciplina de las fuerzas del mercado".
"Los mercados mundiales de capital no eliminan por completo el poder de los gobiernos nacionales, pero castigan sus errores con severidad", según el informe.
Los optimistas creen que cuando el sudeste asiático deje atrás sus problemas monetarios podrá recordar este período como un bajón temporario en las gráficas de crecimiento de la región.
En una óptica histórica, esto coincide con lo que el informe del AsDB, que no previó con tan pocos meses de antelación la actual crisis, pronostica para el largo plazo.
El banco sostiene que algunas economías de Asia, entre ellas China, fueron las más avanzadas de todo el mundo hace varios siglos y que el crecimiento de las últimas décadas representa un regreso a su sitial de importancia.
"El análisis histórico sugiere que Asia no está emergiendo sino reemergiendo para ocupar la importante posición mundial que disfrutó durante buena parte de la historia humana, antes de la abrupta declinación relativa que sufrió tras la revolución industrial" del siglo XIX, según el informe. (FIN/IPS/tra- en/js/ral/mj/if/97