El Fondo Monetario Internacional (FMI) sostiene que la crisis monetaria en el sudeste de Asia ratifica su política de apoyo al libre movimiento de capitales y la supervisión que el organismo ejerce sobre las economías de los países miembros.
Esta defensa de las políticas del organismo multilateral ocurre pocas semanas después de que el FMI se vio obligado a salvar a Tailandia del colapso financiero con un paquete de rescate sólo inferior al que se aprobó para México en 1995.
El organismo también duplicará el fondo para sobregiros destinado a bancos centrales afectados por la inestabilidad del comercio o los capitales.
El primer vicedirector gerente del FMI, Stanley Fischer, advirtió que tras la crisis en el sudeste asiático "habrá un intento retórico de culpar a la liberalización de las cuentas de capital", que implica la reducción de barreras de las soberanías nacionales a la corriente de las finanzas internacionales.
Funcionarios del FMI atribuyeron la crisis de la región a la débil regulación del sector bancario, que permitió la proliferación de la especulación inmobiliaria en Tailandia, y a erróneas políticas macroeconómicas que causaron la sobrevaluación de las monedas y peligrosos déficits de cuenta corriente.
En abril, el FMI obtuvo la autorización de su comité ministerial para añadir la liberalización de las cuentas de capital a su tradicional facultad para liberalizar las cuentas corrientes de los países miembros, que reflejan el comercio de bienes y servicios.
La medida implica la modificación de los estatutos del FMI, un paso que los gobernadores del organismo darían en Hong Kong este mes durante las sesiones conjuntas anuales con el Banco Mundial, sostienen funcionarios en Washington.
Como el capital internacional se mueve con rapidez, el FMI trabajará con numerosos países miembros para establecer "sistemas bancarios bien regulados y sólidas políticas macroeconómicas" antes de liberalizar las cuentas, dijo Fischer.
Fischer habló durante el lanzamiento del informe anual del FMI para el año fiscal que terminó el 30 de abril. El documento, divulgado el martes, destaca la supervisión de las economías de los países miembros como función central del organismo.
La agencia respondió a las críticas que recibió por su incapacidad de prever la crisis del peso mexicano ocurrida entre 1994 y 1995 con su inusitado paquete de rescate y, desde entonces, intenta destacar sus innovaciones en materia de supervisión de las economías.
Estas incluyen nuevos patrones de datos y requisitos de declaración, un mayor control sobre los sectores financieros y bancarios, y la disposición para publicar resúmenes de las consultas periódicas con los estados miembros, con la autorización de los gobiernos correspondientes.
En el caso de Tailandia, el sistema de advertencia anticipada del FMI "funcionó bien", aseguró Fischer. Funcionarios del organismo advirtieron a Bangkok en 1996 que su moneda, el baht, estaba sobrevaluada, informó.
"Los países pueden tener justificaciones para desestimar los consejos del FMI", concedió Fischer, pero funcionarios afirmaron que no era el caso de Tailandia.
Fischer mencionó el "creciente consenso" que existe entre los directores ejecutivos del FMI para duplicar el fondo de sobregiros del organismo reservado para bancos centrales, al destinar 21.400 millones de Derechos Especiales de Giro (SDR).
El SDR es un tipo de "oro en papel", basado en el promedio de cinco monedas principales del mundo, con un valor de 1,36 dólares y tasas de interés reservadas, por lo habitual, a países considerados muy solventes.
En un principio, los SDR eran emitidos en proporción al aporte o capital pagado de cada país miembro. Desde que se distribuyó la última serie de SDR en 1981, 38 de los 181 miembros del FMI se incorporaron al organismo.
El acuerdo de los SDR (sólo falta el anuncio formal de los gobernadores del FMI) termina con tres años de amargas discrepancias entre los miembros del organismo, a tiempo para las sesiones anuales conjuntas en Hong Kong.
El director gerente del FMI, Michel Camdessus, provocó un acalorado debate en la sesiones conjuntas de 1994 en Madrid, cuando propuso una asignación general de 36.000 millones de SDR.
Muchos países en desarrollo apoyaron la idea de Camdessus pero los estados ricos del Grupo de los Siete (G-7) querían limitar los fondos a 16.000 millones de SDR y solo para los miembros más nuevos, principalmente las repúblicas ex soviéticas.
Una asignación más pequeña de SDR tendría menos posibilidades de generar un aumento de la inflación, arguyó Alemania, miembro del G-7.
La diferencia de opiniones se redujo en abril, cuando el comité ministerial del FMI, conocido como el "comité interino", celebró sus sesiones. Camdessus ofreció 22.400 millones de SDR y Estados Unidos y Alemania fijaron el límite del G-7 en 20.000 millones.
La conciliación parecía difícil, en parte porque Washington insistió que el acuerdo final sobre los SDR estaría condicionado a lo que consideraba una solución satisfactoria al aumento de los aportes que cada país realiza en el FMI y, por ende, de su poder de voto y acceso a la financiación.
Estados Unidos acordó no demorar el acuerdo de los SDR aunque no se llegó a una solución sobre los aportes de los países miembros, aseguran funcionarios del FMI.
Camdessus pretende un aumento de los aportes entre 55 y 65 por ciento, basado en la expansión de la economía mundial desde el último aumento realizado en 1992. Alemania, Gran Bretaña y Canadá estarían de acuerdo con un incremento de 45 a 50 por ciento pero Estados Unidos no quiere una suba mayor a 35 por ciento.
Los miembros del FMI "casi llegaron a un acuerdo pero no lo lograron aún", sostuvo Fischer. En abril, los países acordaron que la mayor parte del aumento deberá distribuirse en proporción a los aportes existentes de los integrantes del organismo.
El resto se designará en forma selectiva de acuerdo a la importancia que tienen los países en la economía mundial. Alemania, Austria, España y Japón se encuentran entre los países que esperan salir beneficiados con este arreglo.
Los aportes constituyen la base de capital del FMI y tienen un valor actual de casi 200.000 millones de dólares. La cifra se redujo 70 por ciento en relación a la economía mundial desde 1985, aseguran funcionarios del organismo.
El FMI aprobó un total de 28 préstamos nuevos en el año fiscal 1996-1997, por más de 7.000 millones de dólares, una reducción importante de los 27.000 millones de 1995-1996 y los 23.000 millones prestados en el año anterior.
Aunque disminuyó la demanda por los servicios de préstamo del FMI, este sostiene que aumenta el interés por su asistencia técnica y sus servicios de capacitación debido a los "desafíos que presenta la creciente globalización y la generalizada transición hacia los sistemas económicos basados en el mercado". (FIN/IPS/tra-en/aa/mk/aq-mj/if/97