La Organización de Naciones Unidas (ONU) debe vencer la desconfianza de los nuevos líderes de la región de los Grandes Lagos de Africa y exigir la investigación de atrocidades denunciadas en esa área, advirtió hoy el secretario general del foro mundial, Kofi Annan.
Los nuevos gobiernos establecidos en la región de los Grandes son "frágiles, hasta cierto punto, y todavía no están consolidads", señaló Annan en alusión a Burundi, Ruanda y la República Democrática de Congo (RDC, ex Zaire).
El secretario general agregó que, sin embargo, es necesario investigar las denuncias de violación de derechos humanos en el área.
Annan ha sido criticado por grupos humanitarios por aceptar ciertas demandas de Kinshasa, como el reemplazo del relator de derechos humanos de la ONU en la RDC, Roberto Garretón.
Pero este jueves aseguró que insistirá en procura de la investigación de informaciones de que el gobierno de la RDC, instalado en mayo, perpetró masacres en las provincias orientales de Kivú del Norte y Kivú del Sur.
"Estamos determinados a enfrentar los hechos. Si persistieran las dificultades" para la tarea de los investigadores de la ONU, la actitud de las autoridades de la RDC "será expuesta al juicio de la comnidad internacional", afirmó.
Annan advirtió que la historia de la región indujo a los gobernantes de la región de los Grandes Lagos a desconfiar de la ONU y de las potencias occidentales, que respaldaron al dictador Mobutu Sese Seko, derrocado por Laurent Kabila, nuevo presidente de la RDC, y muerto de cáncer el último domingo.
Varios dirigentes de la RDC fueron partidarios del primer jefe de gobierno del país, Patrice Lumumba, asesinado en 1961, y "recelan de la ONU", dijo Annan.
Kabila, el vicepresidente y jefe del ejército de Ruanda, Paul Kagame, y el presidente Yoweri Museveni, de Uganda, guardan distancias con países occidentales debido al respaldo que éstos concedieron a Mobutu.
Museveni, Kabila y Kagame se relacionaron en Dar es Salaam, Tanzania, cuando eran combatientes, y se mantienen en estrecho contacto, destacó el embajador de Estados Unidos en la ONU, Bill Richardson.
Annan destacó que el resentimiento aún subsiste en la región, 36 años después de que el entonces secretario general de la ONU Dag Hammarskjold y cientos de cascos azules perdieran la vida al intervenir en Congo, que acababa de lograr su independencia.
Lumumba, designado primer ministro en junio de 1960, fue destituido tres meses después, y en su caída colaboró la CIA (Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos), según testimonios.
Al año siguiente fue asesinado por tropas de Moise Tshombe, que encabezaba la tentativa de secesión de la provincia de Katanga.
Fuerzas de mantenimiento de la paz enviadas por la ONU a Congo poco después de la independencia, abandonaron el país en 1964, cuando Tshombe fue investido presidente.
Tshombe fue derrocado en 1965 por Mobutu, que inauguró entonces una dictadura de 32 años y cambió el nombre del país por Zaire.
Para un veterano "lumumbista" como Kabila, que libró una lucha de décadas contra el régimen de Mobutu, ni la ONU ni Occidentte tuvieron un comportamiento honorable ante la dictadura de Mobutu, económicamente ruinosa.
Annan admitió que el gobierno de Kabila ha dado largas a la la investigación de las denuncias de matanzas en las provincias orientales.
Así mismo, advirtió que "la historia juzgará con dureza" el papel de la ONU ante la guerra de 1994 en Ruanda, dado que el foro mundial no intervino para impedir una matanza que tuvo casi un millón de víctimas.
Pero también dijo que, según evidencias, el ejército de Ruanda cometió abusos que deben ser investigados.
El embajador Richardson, que se reunió varias veces con Kabila en los últimos meses, también solicitó decisiones para enfrentar las violaciones de derechos humanos en el área de los Grandes Lagos. (FIN/IPS/tra-en/fah/mk/ff/97