"Fray Tormenta" es un sacerdote mexicano sin parangón. Desde hace 23 años abandona periódicamente su sotana, se enfunda un brillante traje amarillo y rojo, máscara incluida, y sube al ring a luchar por un grupo de huérfanos.
Con 52 años y a dos meses de su retiro como luchador "pues hay que dejar paso a los jóvenes", el religioso, cuyo nombre de pila – poco conocido entre sus amigos- es Sergio Gutiérrez dirige desde 1971 la "Casa Hogar los Cachorros de Fray Tormenta", en San Juan de Teotihucán, un poblado a 25 kilómetros de la capital.
"Tuve que meterme de luchador para conseguir dinero y sostener a los huérfanos. Pensaba que un año de actividad sería suficiente pero me equivoqué, hasta ahora sigo en lo mismo", dijo Gutiérrez a IPS.
"Fray Tormenta" declara con orgullo ser "el único sacerdote católico en el mundo que en un mismo día ofrece misa, confiesa a sus fieles y se sube a un ring", donde vuela por los aires, lanz patadas y recibe decenas de golpes.
De sus enfrentamientos contra luchadores como "El Satánico", "El Demonio Arrieta", "El Hijo del Diablo" y "El Judas", Gutiérrez tiene huellas: dedos encogidos, un operación por costillas rotas y tabique nasal desviado.
Antes de retirarse, en una arena mexicana donde promete desprenderse por primera vez de su máscara frente a los espectadores, el sacerdote participará del 11 al 18 de septiembre en un campeonato de luchadores que se realizará en Japón.
"Será la cuarta o quinta vez que voy a Japón. Esta vez viajaré con 'Tormenta Junior', 'Rostro Infernal' y 'Boy Langer", indicó.
Sus acompañantes son jóvenes huérfanos llegados hace más de 13 años a la Casa Hogar. Los tres fueron entrenados por "Fray Tormenta".
Rodeado de niños en el comedor de la casa hogar, el sacerdote de pelo cano, alrededor 1,69 metros de estatura y de complexión robusta, informa de sus futuros planes, mientras afuera, en un ring, otros practican la lucha libre y grecoromana.
Gutiérrez señala que tras su retiro, programado para octubre, se dedicará a manejar a sus pupilos en el mundo de la lucha. "La idea es poder continuar trayendo dinero a nuestra casa".
"Hoy ya no se gana mucho en las peleas, pero gracias a la ayuda de ciertas personas, a la invitaciones que recibo para luchar y a los amigos que hemos hecho en este mundo, aún podemos mantenernos", explica.
En la "Casa Hogar Cachorros de Fray Tormenta" viven hoy 98 niños. Todos estudian y se someten a una disciplina que incluye cocinar, asear el lugar, hacer ejercicio y aprender, si desean, las técnicas de lucha.
"Esta es mi casa, yo sólo tengo palabras de agradecimiento para el padre, pues él me animó a estudiar, a aprender la lucha y a ser una mejor persona", señala Ricardo Gamboa, un joven que vive más de 20 años en la casa hogar y que acaba de graduarse como abogado.
Entre quienes viven con Gutiérrez hay dos que estudian para sacerdote y que también quieren ser luchadores.
Gonzalo Cruz, un niño de 10 años que perdió a su madre en una accidente y luego fue abandonado por su padre, dice estar feliz en su nuevo hogar.
"Me trajeron hace ocho meses y estoy contento, pues ya tengo otra familia", expresa.
La actividad de luchador trajo a "Fray Tormenta" más de un problema con la jerarquía de la Iglesia.
"Una ocasión me llamaron y pidieron dejar la lucha, pero como no pudieron conseguir dinero para mantener la casa hogar, tuvieron que permitirme seguir en los rings", explicó Gutiérrez.
"No creo que la lucha sea violenta como me dijo el obispo, para mí tiene parte de circo, maroma, teatro y deporte", declaró.
"Fray Tormenta" es conocido y querido por la mayoría de la gente, asegura Elena Cisneros, dueña de un pequeño salón de comida en San Juan Teotihuacán, pueblo cercano a las famosas pirámides del mismo nombre, construidas por los antiguos pobladores de éxico.
El sacerdote sostiene que cumplió su misión de mantener la casa hogar gracias a la admiración de los mexicanos por la lucha y a la huella dejada por figuras de esa actividad como "El Santo", "Blue Demon" y "El Huracán Ramírez". (FIN/IPS/dc/dg/pr-hd/97)
