ARGENTINA: Una inflación oculta produce aumento de pobreza

En los años 80, la alta inflación era una de las primeras causas del aumento de la pobreza y la inequidad en Argentina. El deterioro de las condiciones de vida de la población se expresaba entonces con violencia en los saqueos de supermercados.

En los años 90, Argentina consiguió detener los precios. En el último año, inflación fue de sólo 0,6 por ciento.

Sin embargo, la pobreza está marcando una curva ascendente desde 1992 que responde a causas nuevas: la primera es el alto desempleo, la segunda, una inflación oculta.

Y así como a la contundencia de una alta inflación los más pobres respondían asaltando supermercados, ahora que el aumento de precios es disimulado, la reacción popular es coincidente: los supermercados son robados todos los dias, pero en forma individual y silenciosa.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), el promedio de crecimiento de los precios en los últimos 12 meses fue efectivamente de 0,6 por ciento. Pero si se observa la evolución de los productos que están dentro de la canasta de alimentos, la inflación fue mayor.

En la canasta de alimentos, donde están los productos necesarios para satisfacer los requerimientos nutricionales básicos de una familia, hay renglones que se incrementaron entre 4,2 y 21,4 por ciento en el último año. Los que no puedan adquirir esa canasta son indigentes.

Así, se observa que en el último año, el banano aumentó 21,4 por ciento, los huevos 15,5 por ciento, el queso 13,8 por ciento, la leche 12,1 por ciento, las papas 9,3 por ciento, la lechuga 6,3 por ciento y las manzanas 4,2.

Empleados de una importante cadena de supermercados que prefirieron el anonimato comentaron a IPS que todos los días se retiran varios carros de compras repletos de envases vacíos de comidas preparadas, yoghurts, galletitas, pizzas, fiambre y otros alimentos cocidos.

"La gente viene a almorzar y a cenar al supermercado", afirman las fuentes, que tienen orden de no denunciar el problema, para evitar que el fenómeno adquiera ribetes masivos.

"Preferimos que sea así, que se lleven algunas cosas de manera ordenada", admitieron.

El transporte de corta distancia y las comunicaciones son otros dos rubros cuyos incrementos tienen fuerte impacto en las familias de escasos recursos. En el último año, el transporte aumentó 17,4 por ciento y las comunicaciones 63 por ciento.

Las dificultades de acceso a los productos básicos no responden sólo a esta inflación encubierta sino también a la falta de trabajo. Según el INDEC, 21,5 por ciento de los jefes de hogar con un hijo al menos está sin empleo y el 35 por ciento hace más de nueve meses que espera conseguirlo.

Entre los desempleados consultados por el INDEC, 30 por ciento confesó que ya no puede salir a buscar empleo porque no tiene dinero para el pasaje. Para ellos, los aumentos del transporte y de las tarifas telefónicas tienen un impacto directo en el aumento de la brecha que los separa del mercado laboral.

El instituto de estadísticas señala, además, que en el último año, la cantidad de pobres en la capital de Argentina creció 12,5 por ciento, al alcanzar este año a 28 por ciento de las familias que viven en el mayor conglomerado urbano del país. Se trata del porcentaje más alto de la década.

El sociólogo Néstor López, del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), señala que en Argentina se genera poco empleo o se demanda cada vez mayor capacitación.

Es así que se solicitan repositores de mercaderías para supermercados que tengan enseñanza secundaria completa y se forman filas interminables frente a la sede del local.

El presidente de Caritas Argentina, el obispo católico Rodolfo Rey, afirmó que las causas del incremento de la pobreza y el desempleo deben buscarse en el programa económico gubernamental, el mismo que se ufanaba de haber conseguido detener la inflación.

A fines de la década del 80, la pobreza había alcanzado un pico de 47 por ciento en el primer cinturón del Gran Buenos Aires y 64 por ciento en el segundo. Desde entonces, con la estabilidad lograda con la llegada a la Presidencia de Carlos Menem, los índices siguierno una tendencia declinante hasta 1992.

En 1992, los índices de pobreza en esos cinturones descendieron hasta 15 y 25 por ciento respectivamente.

A partir de entonces, y aún cuando la economía seguía creciendo a un ritmo de siete por ciento anual, el número de pobres comenzó a subir. Ahora, los datos del INDEC denuncian que hay 28 por ciento de hogares pobres en el primer cinturón y 42,4 en el segundo. (FIN/IPS/mv/ag/if/97

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