CHINA-RUSIA: Pacto de Jiang y Yeltsin encubre distintas metas

Rusia y China enviaron un poderoso mensaje conjunto a la "policía del mundo" del nuevo orden mundial de la posguerra fría, durante la visita de cinco días a esta capital del presidente chino, Jinag Zemin, que finalizará este sábado.

Uno de los principales resultados de la visita de Jiang fue el compromiso común de apoyo a un "mundo multipolar" no dominado por un único bloque o superpotencia. No se mencionaron nombres, pero la lista de sospechosos es corta, -Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

No obstante, analistas rusos señalaron que Rusia tiene más que ganar que China, y urgieron a Moscú a no atarse a las prioridades de Beijing, en la esperanza de mejorar su propio papel en el poder mundial.

Jiang y el presidente ruso, Boris Yeltsin, describieron el documento de siete puntos, firmado el miércoles, como un acontecimiento clave, en términos de las relaciones de sus naciones y como paso para redefinir el escenario político mundial.

En una clara referencia a la OTAN, el pacto destacó que "las partes expresan su preocupación ante los intentos de expandir y fortalecer bloques militares, ya que esta tendencia podría amenazar la seguridad de naciones específicas, y comprimir las tensiones en regiones del mundo".

"Rusia y China y sus 1.500 millones de personas quieren vivir en un hogar mundial gobernado no por el puño de hierro de una policía mundial, sino por el amplio consenso alcanzado mediante los buenos servicos del sistema de la Organización de las Naciones Unidas", dijo un diplomático ruso.

La declaración afirma que la ONU debe jugar un papel más destacado en el arbitraje de las disputas mundiales.

Para ilustrar la nueva capacidad de enfrentar problemas juntos, Rusia y China, junto a tres repúblicas de Asia central, Kazajstán, Kirgistán y Tajikistán, firmaron un pacto de desmilitarización de la frontera de 7.000 kilómetros cuadrados entre China y las ex repúblicas soviéticas.

La presencia militar en la región y ocasionales enfrentamientos armados crearon en los últimas décadas la frontera más larga y quizás potencialmente más peligrosa del mundo.

Los medios rusos cubrieron cada tramo de las ceremonias y reuniones del viaje de Jiang.

La gira se realiza un año después de la propia visita de Yeltsin a China, en abril de 1996, cuando ambas partes aseguraron el interés de desarrollar las relaciones bilaterales sobre los principios de "asociación estratégica", los cuales serán detallados ahora.

Para Rusia, el acuerdo con China presenta su propio lugar en la realidad de la posguerra fría, su incapacidad de detener la expansión hacia el este de la OTAN hasta sus fronteras, y la pérdida de credibilidad militar sufrida cuando sus fuerzas armadas fueron humilladas por separatistas de Chechenia el año pasado.

Moscú se ha volcado a Asia y Medio Oriente en busca de nuevos aliados, para oponer renovadas fuerzas a Occidente.

"Esta visita es enormemente significativa, incluso históricamente significativa, porque estamos determinando sabiamente el destino del comienzo del siglo XXI", dijo Yeltsin a los periodistas.

China, que tiene menos necesidad de armas contra la presión occidental, adoptó una posición mucho menos ferviente que Moscú al evaluar el impacto de la declaración "multipolar"

"El nuevo tipo de relaciones rusochinas no tiene otro significado que la cooperación bilateral y la amistad", dijo Jiang en su discurso ante la Duma, cámara bajo del parlamento ruso, y añadió que estas relaciones "no son una alianza" y "no están dirigidas contra un tercero".

China es el mayor importador de equipos industriales rusos, con contratos por 2.400 millones de dólares para 1996. Rusia también participará en la construcción de lo que será la mayor estación de energía hidroeléctrica del mundo, sobre el río Yangtsé, y otra central en la provincia china de Tsiantsu.

Otros contratos son posibles. En la década de 1950, la entonces Unión Soviética construyó mas de 150 empresas industriales en China, las cuales se convirtieron en la columna vertebral de la industria china. Ahora la mayor parte espera la modernización.

Pero aunque estos proyectos se implementen y el comercio bilateral anual alcance 20.000 millones de dólares en el 2000, según pronosticó Yeltsin, representará sólo alrededor de 10 por ciento de las exportaciones chinas.

"Parece que Rusia necesita más a China que viceversa", comentó Dmitry Mosyakov, presidente del departamento del noreste de Asia del Instituto Moscú de Estudios Orientales, y añadió que en estas circunstancias, "Moscú no debe intentar a China como total aliado político, esperando reciprocidad".

Esta relación desequilibrada podría causar otros problemas a Moscú, destacó el analista, advirtiendo que Rusia podría encontrarse como rehén en disputas territoriales en la región, y en las dipustas entre China y Estados Unidos, especialmente por Corea y Taiwan.

La situación se complica aún más porque Rusia se convirtió en el principal exportador de armas a China, vendiendo a Beijing en los últimos cinco años docenas de aviones de combate, sistemas misilísticos y cuatro submarinos.

Además, indican observadores, las declaraciones de lealtad a China no impresionarán mucho a Estados Unidos, el cual tiene su propia inestable aunque constante relación con China.

La atención prestada a Beijing, asimismo, hace que el gobierno ruso olvide sus propios intereses, por ejemplo en la zona oriental del país, que vive acuciantes problemas de transporte y escasez de energía. (FIN/IPS/tra-en/ss/rj/lp/ip/97

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