La ciudad de Padua presenta la mayor muestra realizada en Italia de la obra del pintor francés Maurice Utrillo (1883-1955), que estará abierta al público hasta junio.
El estilo de Utrillo, mezcla de ingenuidad y refinamiento cromático, culmina según los críticos en su "época blanca" (1908- 14).
Autodidacto, pinta bajo la influencia de los impresionistas, pero con una técnica muy personal. Amasa una amalgama de cal y cemento con cola y arena, y luego mezcla todo con una paleta limitada al negro, el blanco, el amarillo, el azul y el rojo vivo.
Después inicia la "época blanca" para representar la luminosidad de Montmartre, la colina de París en la que nació el 26 de diciembre en 1883 y que a principios de siglo fue una extraordinaria fragua de maestros internacionales, como el holandés Vincent Van Gogh o el italiano Amedeo Modigliani.
A este período pertenece "Eglise de Deuil", considerada su máxima obra maestra.
Más adelante da paso a la "época coloreada", con una visión más rica y una más sólida construcción pictórica, en la que muestra todos los colores de Montmartre, de sus calles y sus techos.
En sus telas no aparece la figura humana. Utrillo, con fama de maldito, no quiere a la gente, que se ríe de él cuando, borracho. se queda dormido en la calle.
El alcoholismo y la locura, así como el amor-odio hacia su madre, la pintora y modelo Marie Clémentine Valadon, marcaron su vida.
Hijo de padre desconocido, a los cinco años fue reconocido por el periodista español Miguel Utrillo y Morlius, quien ganó notoriedad por haber hecho conocer París a su compatriota Pablo Picasso.
Cuando salía, su madre le daba pan bañado en vino para que durmiera tranquilo. A los 12 años, Utrillo comenzó a beber regularmente, a los 17 sufrió crisis epilépticas y manifestó síntomas de desequilibrio psíquico, y a los 20 inició el calvario de una larga serie de estadías en manicomios y casas de reposo.
En la exposición, inaugurada en la primera semana de abril, hay un escrito suyo de ese período que dice: "estamos en el año de gracia de 1904. Tras numerosas borracheras, debido al negro marasmo en el cual me habían arrojado las consideraciones sobre los hombres, me encontraba en el estado alcohólico puro".
Utrillo llegó al arte para vencer el aburrimiento y dar sentido a su existencia.
El mismo lo explica: "cierto día, en el cual estaba muy aburrido, tuve una desgraciada e ingeniosa inspiración: tomé un cartón, algunos tubos de color y de petróleo, por falta de aceite, y me encontré en ese arte difícil e ingrato que es la pintura, ante algunos rincones característicos de Montmartre".
"Recibí como reconocimientos piedras y sarcasmos. Continué adelante. Al principio vendí los cuatros a dos francos, y después, poco a poco, me lancé en esta ingrata carrera", añade.
Sus obras expresan incomunicación, soledad, la falta de solidaridad, desesperación, carencia de lazos seguros con la realidad. (FIN/IPS/jp/ag/cr/97