El proceso de descentralización emprendido desde 1994 por la FAO permitirá potenciar su labor en América Latina, donde esta agencia de la Organización de Naciones Unidas (ONU) lleva a cabo actualmente 124 proyectos.
El brasileño Severino de Melo Araujo, director regional de la FAO (Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación), señaló que el monto total de estos proyectos para el bienio 1996-1997 asciende a 113 millones de dólares.
La oficina de FAO para América Latina y el Caribe, situada en Santiago de Chile, podrá ahora mejorar la asignación de recursos y tareas, pese a las reducciones presupuestarias que afectan a toda la ONU.
En este proceso de optimización influye la habilitación de la nueva sede regional construida para FAO por el gobierno chileno, en un moderno edificio que será inaugurado el 27 de mayo por el director general de la organización, el senegalés Jacques Diouf.
Melo Araujo recordó que el presupuesto general administrativo de FAO se redujo de unos 700 millones de dólares en el bieno 1994- 95 a alrededor de 650 millones para el período 1996-97.
Diouf impulsó desde 1994 el proceso de descentralización y racionalización de FAO, apuntando a una mayor efectividad pese al recorte de recursos, señaló Melo Araujo.
En la Cumbre Mundial de Alimentación, realizada en Roma en noviembre último, FAO planteó la meta de reducir para el año 2015 a la mitad el número de personas desnutridas en el mundo, estimado hoy en 800 millones.
El objetivo es ambicioso, porque se estima que en los próximos 30 años se duplicará la población mundial (de 5.500 millones en la actualidad), con los mayores porcentajes de aumento demográfico en Africa, el continente donde el hambre alcanza sus niveles más críticos.
Melo Araujo destacó que en América Latina mejoró relativamente la situación nutricional, pues de 10 países calificados como críticos se bajó a siete en el último bienio: Haití, Bolivia, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y República Dominicana.
Sin embargo, en la región están presentes también los problemas de pobreza e inequidad, que al igual que en todo el mundo impiden una adecuada distribución de la producción alimenticia, que en teoría cubre la demanda de todos los habitantes del planeta.
También en la región será necesario atacar dos temas claves para el futuro alimentario, como son la relación entre la agricultura y el desarrollo sustentable y, dentro de ello, el cuidado del agua, un recurso cada vez en mayor riesgo de agotamiento.
Melo Araujo indicó que el traslado a la sede regional de Santiago de decisiones que antes se tomaban en Roma, disminuirá significativamente gastos en pasajes aéreos y los tiempos de aprobación y puesta en marcha de los proyectos.
Germán Rojas, oficial regional de información, destacó igualmente el ahorro que ha significado la informatización de los servicios y documentos de FAO en Roma, que se comenzará a aplicar también en breve en América Latina y el Caribe.
En la carpeta de proyectos para el bienio 1996-97 hay asignadas prioridades a los siete países críticos, especialmente en áreas como la lucha contra la desertización y el impulso al desarrollo rural.
Melo Araujo planteó una visión optimista en cuanto a las posibilidades que ofrecerán los procesos de integración comercial en marcha en América Latina para contribuir al ataque de la pobreza en el campo y al aumento de la producción alimentaria.
En este sentido remarcó la importancia del mejoramiento en los países de la infraestructura de servicios, especialmente en áreas como las carreteras, las comunicaciones y la energía, que favorecen no sólo el transporte de alimentos, sino también el acceso de la población rural a mejores condiciones de vida.
Un rasgo revelador de este proceso es que las obras ya no están subordinadas a la inversión pública, sino que son abordadas por el sector privado bajo sistemas de concesiones, lo cual multiplica a su vez las posibilidades de racionalizar recursos, dijo el director regional de FAO. (FIN/IPS/ggr/ff/dv/97
