Los países de América Central se han lanzado a negociar en forma conjunta convenios de libre comercio. Sin embargo, expertos de Costa Rica advierten que esa práctica puede poner en riesgo los intereses nacionales.
El tema cobró importancia en Costa Rica a finales de enero, cuando la fiebre de tratados comerciales llevó a la destitución del ministro de Comercio Exterior, José Rossi, y de expertos del ministerio que apoyaron su dimisión.
Rossi, un empresario cauteloso, criticó que la cancillería negociara, junto con el resto de los países centroamericanos, tratados de libre comercio con Chile y con el Caribe, sin siquiera contar con la opinión de los "entendidos" locales en la materia.
El ex ministro rechazó particularmente el tratado que se negocia con el Caribe porque considera que no aportará ningún beneficio económico a la región, en virtud de que las respectivas economías no son complementarias.
Pero la principal advertencia la hicieron expertos de comercio exterior, incluyendo el ex viceministro Francisco Chacón.
"No es en todos los casos en que la negociación conjunta es válida, ya que con ello se puede sacrificar la soberanía comercial de una nación", señaló Chacón.
El ex viceministro considera que la unión regional es importante para casos como las negociaciones ante Europa, pues "los bajos niveles de desarrollo de países como Nicaragua y Honduras, por ejemplo, justificarían un apoyo al conjunto de América Central".
Pero en negociaciones bananeras o acuerdos de libre comercio con terceros países, los intereses de las distintas naciones centroamericanas "pueden ser muy diferentes" y en ese sentido "es mejor negociar por separado o junto a países de similar desarrollo".
"El ritmo de una negociación en bloque lo marca el país que menos desarrollo tenga y en América Central las diferencias son abismales", apuntó.
El istmo quedaría "como un sandwich entre dos grupos tan fuertes como el Mercosur y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte", resalt.
El ministro de Comercio Exterior de Costa Rica, José Manuel Salazar, minimizó en cambio los temores en este sentido.
"América Central tiene dos caminos: una negociación multilateral y una intrarregional. En ambos no hay riesgos si tomamos en cuenta que otros bloques ya se han integrado con éxito y han respetado las diferencias entre sus miembros", argumentó.
El gobierno de José María Figueres, en el poder desde 1994, ha intentado consolidar el papel de motor de la integración regional, con el fin de acceder a mercados como los de América del Norte y del Sur.
Según datos oficiales, 40 por ciento de los 10.000 millones de dólares que América Central exporta están dirigidos hacia Estados Unidos, mientras que el monto producto del intercambio intrarregional representa 20 por ciento.
En enero, dirigentes empresariales discutieron en San José acerca de la necesidad de la región de consolidar su integración para acelerar su ingreso a la proyectada Area de Libre Comercio de América (Alca), propuesta en la cumbre hemisférica de Miami, en 1995, por el presidente de Estados Unidos Bill Clinton.
El Alca reuniría, a partir del 2005, a todas las naciones americanas menos Cuba.
Los esfuerzos integracionistas también se manifestaron durante la cumbre de Tuxla Gutiérrez II, celebrada a fines de 1996 en la capital de Costa Rica, donde los presidentes de los países de América Central y México acordaron avanzar hacia una zona de libre comercio.
Costa Rica firmó un acuerdo en ese sentido con México en 1994, en tanto Guatemala, Honduras y El Salvador negocian conjuntamente con ese país y Nicaragua lo hace por su lado.
Hacia el sur, el gobierno de Panamá propuso al resto de América Central la negociación de un tratado de libre comercio cuyos alcances aún se desconocen.
Actualmente todo apunta al libre comercio y pocas personas contradicen la necesidad de conformar bloques.
Pero para Chacón (y los ministros costraricenses destituidos), "la negociación conjunta debe darse de una forma muy cuidadosa y dependiendo de las circunstancias". (FIN/IPS/yo/dg/if/97
