La instauración de la democracia multipartidaria en Congo abrió paso al resurgimiento de los cacicazgos tradicionales disueltos en los años 60, cuando el gobierno abrazó la causa marxista-leninista.
Integrantes de la etnia teke, la mayoritaria en Congo, confirmó el día 7 el renacimiento de su monarquía al coronar a Pierre Mialami Wawa como su undécimo rey, con el nombre de Makoko XI, quien había actuado extraoficialmente en tal condición desde el inicio del actual régimen democrático en 1990.
Su coronación fue la primera entre los teke desde la muerte de Makoko X, que reinó entre 1943 y 1948. A la ceremonia realizada en Ngabe, localidad del sur de Congo, concurrieron tekes de Gabón y Zaire, pues el antiguo reino teke incluyó parte de los actuales territorios de los tres países.
El otro feudo monárquico en Congo es el reino de Loango, que abarca también parte de los territorios de Zaire y Angola.
Pero, al igual que otras estructuras tradicionales africanas, estas coronas se debilitaron durante la colonización europea. La decadencia se prolongó hasta que el gobierno comunista abolió el sistema de cacicazgos.
El gobierno de Gabón dio su beneplácito a la coronación. El ministro de Defensa, Idris Ngari, quien integra la etnia teke, asistió a la ceremonia en representación del presidente Omar Bongo.
"Estoy orgulloso de ver la continuación del reino teke, que estuvo a punto de desaparecer. Pero solo se detuvo por un tiempo. Es realmente algo bueno que reviva", declaró Ngari.
La ceremonia "tiene una importancia cultural más que política", si bien "el reino teke es una fuerza unificadora", agregó el funcionario gabonés.
Pero algunos congoleños dudan que se necesite un reino en un país donde existen instituciones democráticas.
"¿Estos reinos son gobiernos paralelos? ¿En qué contribuyen? Estamos en democracia y no deberíamos prestar demasiada atención a las divisiones étnicas. Deberíamos dar prioridad a la nación. Estos reinos se establecen en base a las etnias", dijo el electricista Anaclet Samba, en Brazzaville.
En cambio, la estudiante Karielle Ebongo siente que las estructuras tradicionales de poder tienen un papel que cumplir en la joven democracia de este país centroafricano.
"Estos reinos están aquí para perpetuar la tradición. Yo había aprendido sobre los reyes tekes en la escuela, pero vi la coronación de Makoko en la televisión. Ahora, ya no es historia, sino la realidad de mi país. Estoy feliz porque ahora conozco mejor el ritual", dijo Eboongo.
Antes de la coronación, Mialami Wawa se aisló en una choza durante nueve días para preparar su espíritu. Luego, se sometió a un ritual en el que recibió el espíritu de "Nkoue Mbali" (la "fuente de poder"), igual que sus antecesores.
"Durante el aislamiento del Makoko, se le prohíbe salir bajo ninguna excusa. Y si alguien se atreve a ir allí, encontrará malos espíritus encarnados en sapos o culebras y se arriesgará a morir. Solo cuando el rey sale de su choza podemos cosechar nueces o plantar tapioca", explicó la granjera Colette Mbouando.
Los congoleños deberían conocer mejor esas ceremonias, según Claudine Munari, ministra a cargo de la Oficina del Presidente. "Este ritual, que es algo muy bueno, debería ser estudiado y explicado. Estoy segura de que la mayoría de mi generación no lo conoce", dijo.
El poder de los reyes es, en su mayor parte, ceremonial y cultural, pero en los últimos tiempos han sido contratados como asesores del presidente o de los legisladores.
Cuando es necesario sentarse en una mesa para resolver un conflicto entre el gobierno y la oposición, los reyes son de gran ayuda. El acuerdo de desarme y desmovilización de milicias firmado por los partidos políticos de Congo en 1995 es un ejemplo.
La violencia étnica y política provocada por disputas en torno a los resultados de las elecciones, que ocasionó la muerte de 2.000 personas entre 1993 y 1994, llegó a su fin gracias a la colaboración de Makoko y Ma Loango.
"Para nosotros, son garantes de sabiduría y moralidad", dijo el empleado bancario Ibrahim Sekole. (FIN/IPS/tra-en/nrn/jm/kb/ip cr/97
