Al iniciar un recorrido por el Congreso de México, los guías advierten al visitante que no toque nada, no mastique chicle, coma o hable alto, pues está en un "recinto sagrado".
Pero en la realidad el Congreso es mucho más. Además del lugar donde debaten parlamentarios y se aprueban leyes, el edificio del Poder Legislativo es un mercado, a veces un circo, otras un ring, un gran comedor y hasta un lugar de "streep-tease".
En los últimos cinco meses un diputado se puso una máscara de cerdo mientras hablaba el presidente Ernesto Zedillo, un grupo de barrenderos se desnudó en pleno salón y un luchador enmascarado irrumpió demandando atención a los deudores morosos de los bancos.
A las inusuales formas de protesta, las únicas que permiten a ciertos sectores sociales ser escuhados, arguyen sus protagonistas, se agregan los continuos insultos entre diputados, los golpes y la circulación y venta de los más diversos artículos.
Dominado por el gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), en el Congreso hay alrededor de 5.000 empleados, incluido bomberos, cocineros, secretarias, personal de seguridad y hasta peluqueros.
Sólo en los tres últimos años, de 134 leyes y normas aprobadas por los diputados, 128 llegaron de la Presidencia, indica un reporte especial realizado por el diario Reforma.
En el Congreso se juega al sistema presidencial y éste "es una bestia indomable, uno tiene que comportarse como manda el sistema", reconoció el diputado oficialista Francisco Peralta.
Pero la correlación de fuerzas podría cambiar a mediados de este año, cuando se realicen elecciones federales para renovar la totalidad del Congreso. El PRI, desgastado por la crisis económica y los escándalos de corrupción, podría perder su tradicional mayoría, según las encuestas.
Los 500 miembros del Congreso no sólo se agrupan por sectores políticos al momento de sentarse en el principal salón de sesiones.
Los diputados se dividen además entre el grupo "Burbuja" -los que más intervienen e integran las principales comisiones-, y los del "Bronx", como se denomina a los que menos hablan, a los que los medios de comunicación ignoran la mayor parte del tiempo.
"Desde aquí no se puede cambiar nada, porque ésta es una Cámara sometida a los desingnios del Poder Ejecutivo", comentó el diputado Peralta, quien pertenece al segundo grupo.
En enero, un grupo de barrederos del sureño estado de Tabasco se presentó en el Congreso y, mientras presentaban su pedido de ser reintegrados a sus puestos de trabajo de los que habían sido despedidos en 1995, se fueron despojando de su ropa hasta quedar totalmente desnudos.
Según ellos, la única forma de sacudir la conciencia de la mayoría del PRI en el Congreso es realizar actos "llamativos".
Con esta opinión coincide el diputado Marco Rascón, del centroizquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), tercera fuerza política mexicana, quien acostumbra ponerse diversas máscaras para protestar,
"Verguenza nacional", "indignación", "afrenta contra la patria", "ofensa inaudita" y "acto soez" fueron algunas de las expresiones escuchadas entre los diputados al observar las inusuales protestas.
Para el subcomandante Marcos, líder de la guerrilla zapatista del sureño estado de Chiapas, actos como el realizado por los trabajadores de Tabasco "desnudan la mentira de un país que se vende como próspero y en paz".
"Los traficantes de engaños se escandalizan frente a varones desnudos y bostezan con aburrimiento frente a pruebas que exhiben a un gobernador llegando al poder por la ruta del crimen", dijo Marcos, al aludir al gobernador de Tabasco, Roberto Madrazo, señalado como responsable de un fraudulento proceso electoral.
Rascón sostiene que cuando los diputados no pueden legislar ante la mayoría absoluta del PRI, su "condición es prácticamente de circo".
"La protesta, el humor y el teatro tiene que ver más con la realidad" que los discursos de los políticos en el Congreso, afirmó. (FIN/IPS/dc/ag/ip/97
