CUBA: Leer, un "vicio" que la crisis dejó atrás

Los chismes de Michael Jackson, la última moda de Pierre Cardin y los acaramelados amores de las novelas de Corín Tellado son lo que más atrae la atención de una buena parte de los adolescentes y jóvenes cubanos que se inclinan por la lectura.

Las imágenes de jóvenes leyendo libros en ómnibus, filas del mercado o parques desaparecieron de la cotidinidad y quedaron guardadas en el baúl de la nostalgia de aquellos que rondan los 30 y 40 años.

Una investigación del Centro de Estudios sobre la Juventud (CESJ) aseguró que la deprimida producción nacional de revistas y libros es la causa fundamental de la inclinación de las nuevas generaciones por las publicaciones extranjeras que llegan a la isla.

La mayoría de los jóvenes encuestados aseguran que acuden a revistas como la estadounidense Cosmopolitan para conocer más sobre el mundo, por la variedad de color, las modas y los chismes sobre las estrellas de la música o el cine.

Juan Carlos López, de 22 años, colecciona anuncios de autos que nunca podrá comprar y no quiere oír hablar de Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges y, mucho menos, de los escritores nacionales que por estos días venden sus obras en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

"Son instructivas porque me ofrecen consejos de belleza", dijo Mailén Rodríguez, una joven de 18 años que persigue las revistas de moda que pasan de mano en mano por las calles de La Habana y que sólo pueden comprarse en dólares estadounidenses.

Con un salario medio de 200 pesos, los cubanos pagan hasta 20 pesos por un dólar y el precio de las publicaciones que gozan de la preferencia de los jóvenes oscila alrededor de los dos dólares. Las novelas de Corín Tellado pueden venderse hasta en cinco.

La crisis económica que afecta al país caribeño desde 1990 deprimió considerablemente la producción editorial que hasta ese momento tuvo sus pilares en la importación de papel desde los países del extinto campo socialista europeo.

Entre las primeras consecuencias de la crisis los cubanos asistieron a la desaparición de más de cien publicaciones periódicas y, poco a poco, la disminución de la oferta de todo tipo de libros y el cierre de gran parte de las librerías.

La legalización del dólar en 1993, como parte del plan de ajuste aplicado por el gobierno de Fidel Castro, provocó la proliferación de establecimientos que se dedican a la venta de libros, pero sólo en dólares.

"Yo leía de todo y en dondequiera. En el aula de la secundaria nos pasábamos los libros del realismo francés, las novelas policíacas, lo último de García Márquez", recordó con nostalgia Nadia Sánchez, licenciada en filosofía de 33 años.

Pero Sánchez también perdió el hábito de leer en los últimos años porque, según afirmó, cada vez tiene menos tiempo para ello y se hace mucho más difícil conseguir a un precio módico buenas obras literarias.

"Las publicaciones nacionales deben poseer formatos más ambiciosos que satisfagan las demandas de información de la juventud", dijo Mayra Abreu, investigadora del CESJ que trabajó en la encuesta.

El informe arrojó que la mayoría de los adolescentes y jóvenes adictos a las publicaciones foráneas lo hacen por "el diseño más atractivo que el de las cubanas", "por no hablar de política", "por ser realistas" y "prepararlos para la vida".

Las modas, la educación sexual, el humor, las curiosidades y el deporte aparecen como los cinco grandes temas que más atraen a los cubanos menores de 18 años.

Los jóvenes, entre 19 y 34 años, agregaron el amor, la actualidad internacional, la política y los temas culturales.

Los expertos catalogan como "curioso" el hecho de que 60 por ciento del total de los encuentados dijeran que "leer les agrada mucho" mientras que sólo ocho por ciento de los adolescentes y 18,7 por ciento de los jóvenes admitió tener hábito de lectura.

Para Abreu, entre las causas de este fenómeno aparece la pérdida del "entrenamiento" en la lectura habitual de libros y revistas en el momento decisivo de la formación del intelecto, entre los ocho y nueve años de edad.

Por su parte, los jóvenes argumentan carecer de tiempo, aburrirles leer, resultarles poco interesante y placentero, tener poca paciencia y disponer de escasos recursos económicos para adquirir publicaciones".

Según el estudio, el nivel educacional no apareció como definitorio en la inclinación hacia la lectura pues 61 por ciento de los graduados de bachillerato y de la universidad coincidieron en afirmar que leen "sólo a veces".

El fenómeno es catalogado como "más preocupante" entre los jóvenes trabajadores, sector ocupacional donde 89 por ciento de los entrevistados aseguró que nunca leían y mostraron un desinterés casi total por la realidad internacional y de su país.

Con una población de 11 millones de habitantes, Cuba no reporta índices de analfabetismo y mantiene una cobertura generalizada y obligatoria de educación de toda su población menor de 14 años.

"El 59 por ciento de los universitarios lo que menos lee son los periódicos", asegura el informe de investigación y añade que el material informativo que se publica en Cuba no satisface las necesidades de un público con un nivel educacional potencialmente superior al nivel que se le ofrece en esos medios.

"El periódico siempre trae lo mismo. La zafra azucarera, los comentarios sobre la ley estadounidense Helms-Burton y los reportes de la realidad nacional que no se refleja con todos sus matices", dijo Rafael García, ingeniero de 27 años. (FIN/IPS/da/dg/ip-cr/97

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