COMUNIDAD ANDINA: La crisis institucional es la marca de los 90

Venezuela tuvo tres presidentes en 10 días, en 1993, Ecuador acaba de romper ese récord con tres jefes de Estado simultáneos, el gobernante de Perú ajustó los otros poderes a su medida, en un golpe en 1992, y su par de Colombia enfrentó un juicio político en 1996.

Son tiempos de prueba para las instituciones democráticas de los países andinos, con excepción de Bolivia, que después de haber convivido con un golpe cada nueve meses, resulta, al menos hasta ahora, el oasis de estabilidad política en esta década.

Para el ex canciller venezolano Simón Alberto Consalvi, no se trata de una tendencia, sino de episodios únicos en sí mismos, aunque con cercanía en el tiempo y el denominador común de que toda la subregión está embarcada en reformas económicas y el cambio en el modelo político, lo que afecta la estabilidad.

"De una manera u otra se está viviendo el final de un período", que tiende a simplificarse en la aplicación de recetas económicas neoliberales, y líderes tradicionales y advenedizos de la política provocan y enfrentan en toda América Latina crisis con muchas lecturas, dijo Consalvi a IPS.

"Se socavó la legitimidad democrática", así se haya resuelto la crisis política abierta el jueves 6, tras dos días de huelga general y movilizaciones populares contra el ahora ex presidente Abdalá Bucaram, sentenció el diario The New York Times.

El Congreso unicameral ecuatoriano protagonizó un "Fujimorazo al revés", criticaron opositores a la decisión parlamentaria de destituir al gobernante por mayoría simple por fallas mentales y elegir a su presidente, Fabian Alarcón, como sustituto interino, cuando en la Constitución no aparece esa última facultad.

En abril de 1992, el presidente de Perú, Alberto Fujimori, intervino los poderes Legislativo y Judicial, para impulsar una reforma autoritaria, lo que le facilitó ser reelegido por un segundo período en 1995.

Dos meses antes, el presidente Carlos Andrés Pérez enfrentó el primero de dos cruentos alzamientos en 1992, pero salió en mayo de 1993, cuando la Corte Suprema de Justicia pasó a juzgarlo por el manejo de fondos secretos y fue sustituido por el jefe del Congreso y hasta la elección del interino Andrés Velásquez.

Pérez fue declarado en 1996 culpable de haber desviado parte de esos fondos para cooperar con Nicaragua, algo muy diferente a las acusaciones de apropiación que abrieron el juicio y que avaló para muchos la tesis de que la Corte fue el instrumento legal de una ola de rechazo político y popular contra el gobernante.

El año pasado le toco el turno de ver tambalear su presidencia al colombiano Ernesto Samper, finalmente absuelto en un juicio parlamentario de haber participado en el comprobado financiamiento de su campaña electoral por el narcotráfico.

Pero el caso puso plomo en el ala del gobernante, quien quedó bajo sospecha nacional e internacional, más allá del dictamen.

Consalvi, un protagonista del Grupo de Contadora, que buscó una salida negociada para la crisis centroamericana en los 80, y fundador del latinoamericano mecanismo de consulta Grupo de Río, niega que estas convulsiones hayan fortalecido la democracia.

Pero precisó que la crisis ecuatoriana tiene como causa fundamental que Bucaram "como personalidad es absolutamente anómalo en la presidencia de un país" y que con sus extravagancias nutrió el rechazo a su programa económico.

Consalvi analizó que "el personaje caótico de Bucaram" rompió en seis meses de su pase por una acción de gobierno "para la que era totalmente inadecuado" la relativa estabilidad ecuatoriana durante su serie de gobiernos civiles, desde 1979.

Tampoco hay que olvidar, dijo Consalvi, que la clase política ecuatoriana es "bastante primaria", con una anarquía y una fragmentación que produjo rocambolescos episodios en el Congreso en el pasado y que también incidió en la crisis recién conjurada.

Pero Pérez acotó que más allá del personaje de Bucaram, el que los diferentes poderes civiles usen resquicios constitucionales para seguir "al dictamen de la calle" en contra de otro poder institucional, "abre una vía extremadamente peligrosa para las democracias regionales".

Algunos analistas indican que se puede estar entronizando en la región una especie de "elijan ahora y decidamos después", antítesis de las democracias presidenciales y donde la cambiante popularidad pasa a tener más peso que los votos en las urnas.

Para Consalvi, los países latinoamericanos "parece que estuvieran pasando un purgatorio de tanto fracaso que los sacude" y ello lleva incluso a los militares a repensar el papel que están llamados a cumplir.

"Nadie sufrió más que las Fuerzas Armadas, la intervención militar en la política les desgastó demasiado", afirmó, lo que sería uno de los muchos elementos que explican la estabilidad de Bolivia después de un golpismo continuado.

El sacudón de Fujimori fue posible por ese repensamiento de las peculiares y clasistas Fuerzas Armadas peruanas, con las que el presidente trenzó "una entente evidente", que le permitió desde modificar a su medida las instituciones, hasta el combate al terrorismo y la reforma económica, analizó Consalvi.

En Ecuador, la salida pacífica y con la Constitución en mano – aunque no fielmente seguida, según voces críticas- también tuvo a los militares como árbitros y elocuente expresión del desinterés por retomar el poder político, al menos directamente.

Consalvi consideró que entre las muchas lecciones de las crisis en los países andinos, o la que desalojó en Brasil a Fernando Collor de Melo de la presidencia, en 1992, son que en este fin de un modelo, sin aún surgir su sustituto, pocos han sabido entender el nuevo papel de los medios de comunicación.

Son muchas crisis juntas las que caracterizan la situación latinoamericana actual, entre ellas la del fin de los liderazgos tradicionales y la falta de coraje de los nuevos liderazgos por surgir, egoístamente en espera de que la niebla se despeje.

El resultado de esto es que la expresión de esos liderazgos, los partidos, han sido sustituidos por los medios "y el estallido de los medios ha modificado la política".

Un fenómeno que "no ha sido sólo para bien únicamente, ya que los medios tienen muchas veces intereses de una persona, que se sustituye a un país y va cultivando la indiferencia y la ignorancia mediante la banalidad", según Consalvi.

Eso obliga aún más a los gobernantes a comunicar y explicar los procesos de reformas de la economía y del papel del Estado, porque sin el convencimiento, "ni una dictadura" podría haber tenido éxito en algunos países y podrá tenerlos en el futuro. (FIN/IPS/eg/ag/ip/97

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