El supuesto poder destructivo de la hidrovía Paraná-Paraguay será considerado este martes en Buenos Aires por los presidentes de cuatro países participantes en el proyecto, que se reunirán para la inauguración de obras de esa carretera fluvial.
Organizaciones ambientalistas aseguran que la hidrovía de 4.443 kilómetros, que permitirá la salida por los ríos Paraná y Paraguay de productos de gran parte de las regiones del cono sur americano, tendrá un severo impacto en el medio natural.
Esa denuncia estará sobre la mesa de análisis de los presidentes Carlos Menen, de Argentina, Gonzalo Sánchez de Lozada, de Bolivia, Juan Carlos Wasmosy, de Paraguay, y Julio Sanguinetti, de Uruguay.
Los cuatro mandatarios se reunirán para el comienzo del dragado de un canal de la hidrovía entre el puerto de San Martín, de la provincia argentina de Santa Fe, y el Río de la Plata.
Según el proyecto, los ríos Paraguay y Paraná podrán ser surcados en el futuro por naves de 300 metros de longitud, 50 de ancho y tres de calado, con una capacidad de carga de 24.000 toneladas, equivalente a 800 camiones de 200 caballos de fueza cada uno.
Los presidentes se proponen anunciar en Buenos Aires su intención de impulsar mejoras para la hidrovía con un "severo" control que evite la contaminación ambiental, dijeron a IPS fuentes uruguayas del Comité Intergubernamental de la Hidrovía (CIH).
El CIH pretende poner en marcha el proyecto a medidados de 1997, con base en estudios de impacto ambiental reclamados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que financia las obras.
Grupos ambientalistas cuestionaron en la capital argentina los documentos del BID y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo sobre los aspectos ambientales del proyecto.
Alcides Faría, secretario ejecutivo de Ríos Vivos, una coalición de organizaciones ambientalistas, sostuvo que el CIH no puede demostrar aún la pretendida ausencia de impacto ecologíco y social negativo de la hidrovía.
Ríos Vivos nuclea a casi 300 organizaciones ambientalistas e indígenas del cono sur, que se han convertido en muro de contención para el proyecto, lanzado hace poco más de una década.
Un foro de funcionarios y representantes de de organizaciones sociales de Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay, las cinco naciones involucradas en la hidrovía, reiteró en septiembre advertencias sobre efectos ambientales negativos de la hidrovía, en particular en el Pantanal brasileño.
El Pantanal tiene un área de 128.000 kilómetros cuadrados y es el mayor sistema de humedales del mundo. Es hábitat de una enorme variedad de animales y de unas 650 especies de aves, 240 de peces y 90.000 de plantas.
El Pantanal regula el sistema de aguas de la cuenca abarcada por la hidrovía y la alteración de su función determinará inundaciones y sequías río abajo, afectando en particular zonas del Chaco paraguayo y argentino, afirmó Silvia Ribeiro, de Redes Amigos de la Tierra-Uruguay.
El hidrólogo Victor Manuel Ponce, de Ríos Vivos, destacó que también sufrirán consecuencias desfavorables las poblaciones asentadas en el Pantanal.
Ponce, catedrático de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de San Diego, Califorma, realizó su estudio durante dos años y sus conclusiones no fueron rebatidas hasta el momento.
La alteración del ecosistema del Pantanal minará la base de supervivencia de los pueblos indígenas del área, tanto en términos físicos como culturales.
Asímismo, el previsto avance de la frontera agrícola aumentará la desforestación y las actividades mineras, que harían rentable el proyecto.
El indigena brasileño Marcos Terena advirtió en el foro realizado en septiembre que los aborígenes siempre han sido considerados "un obstáculo" a los planes de desarrollo.
"La importancia de los rìos fue descubierta por los indígenas antes que por los colonizadores y sus aguas representan nuestra supervivencia", señaló Terena. (FIN/IPS/rr/ff/en/97
