El octavo Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social (1997-2001) de Tailandia proyecta un crecimiento del sector agrícola de tres por ciento para este año, mientras que la tasa general de crecimiento de la economía es estimada en 8,4 por ciento.
Para 2001, el crecimiento del sector agrícola debería descender a la tasa de 2,8 por ciento, en tanto que el crecimiento económico general sería de ocho por ciento.
A lo largo de siete planes de desarrollo económico ejecutados desde 1972 hasta 1996 inclusive, el ingreso anual por habitante en los sectores no agrícolas de la economía tailandesa se elevó de 436 a 3.923 dólares.
En el sector de la agricultura, en cambio, la evolución ha sido de 71,80 a 324 dólares en el mismo período 1972-1996.
El programa de desarrollo rural de Tailandia continúa amenazado por males que le son ajenos -como la desigual distribución del ingreso, la pobreza y la corrupción administrativa- lo cual, según los expertos, pone en peligro la base agrícola y alimentaria tradicional de este país.
Al igual que ocurre en otros países del sudeste asiático que se desarrollan rápidamente, el sector agrícola de Tailandia lucha por seguir el ritmo de las industrias exportadoras, que han impulsado el crecimiento económico de la región.
La baja remuneración de su producción, un declinante apoyo estatal y la permanencia de querellas no resueltas sobre la tenencia de la tierra, son factores determinantes de la emigración de cientos de miles de agricultores que en toda la región se dirigen a los centros urbanos en busca de empleo.
Los analistas económicos advierten con preocupación que esta tendencia puede conducir a una crisis alimentaria si los gobiernos de estos países siguen olvidando al sector agrícola en beneficio del desarrollo industrial.
"No se puede mantener una visión romántica del sector rural y pensar que pueda ser autosuficiente. No podemos dar la espalda a nuestros agricultores", señaló Parichart Chotiya, director del Instituto de Estudios de Políticas Públicas. "La alternativa es un enfoque integrado de la agricultura".
La realidad de estos nuevos tiempos se puso de manifiesto el año pasado, cuando decenas de miles de personas del medio rural, junto a muchos pobres de zonas urbanas, protestaron ante la sede del gobierno nacional en demanda de atención a sus penurias.
La mayoría de ellos llegaron a la capital provenientes de las provincias agrícolas del nordeste, pero también hubo protestas del sur, donde se concentra la fuerza del prestigioso líder de la oposición, Chuan Leekpai.
"El señor Chuan proclamó que habrá una distribución igualitaria del ingreso y que nuestra provincia (Trang) no tendrá fábricas contaminantes. Pero a su promesa se la ha llevado el viento", opinó un profesor del distrito de Yan Ta Kao, a 830 kilómetros de Bangkok.
Lo mismo que en el vecino Malasia, la brecha del ingreso ha producido escasez de mano de obra en las áreas rurales -resultado de la emigración al extranjero o a las grandes ciudades- por lo cual el gobierno ha hecho la vista gorda ante la utilización ilegal de trabajadores de otros países en la agricultura.
Además de las condiciones de pobreza que deben soportar, los habitantes del medio rural se sienten frustrados por la corrupción y la ineficiencia de las administraciones locales.
En muchas ocasiones los administradores municipales han desviado recursos transferidos por el gobierno nacional para corregir los desequilibrios económicos y sociales.
Las estadísticas indican que 36,9 millones de personas (60 por ciento) de los 60 millones que pueblan Tailandia, se encuentran en áreas rurales.
Ante las perspectivas de inquietud social, el plan económico 1997-2001 compromete la voluntad del gobierno para "reducir la desigualdad del ingreso entre los trabajadores de Bangkok y los de otras regiones del país".
La ayuda gubernamental a los agricultores se ha reflejado primordialmente en préstamos a bajo interés. (FIN/IPS/tra-en/rc/cpg/arl/dv/97
