La Comisión Europea anunció hoy la aprobación de un nuevo plan de ayuda humanitaria a Angola, país de Africa occidental devastado por 30 años de conflictos armados, pese a que subsisten graves dificultades sobre el terreno.
Si bien Angola se encuentra en la actualidad relativamente en calma, las perspectivas de nuevas hostilidades no pueden ser descartadas, expresó al formular el anuncio Filippo di Robilant, portavoz de la Comisión, órgano ejecutivo de la Unión Europea.
"Sus 10 millones de habitantes son incapaces de recuperarse de los efectos de una lucha tan prolongada sin asistencia exterior en esta fase posbélica", agregó.
Los fondos otorgados para la ayuda por 14 millones de ecus (1,23 dólares por unidad) serán administrados por la Oficina Humanitaria de la Comunidad Europea (ECHO) y permitirán a organizaciones no gubernamentales (ONG) y la Cruz Roja seguir su tarea sobre el terreno, "uno de los más difíciles en el mundo".
Las prioridades para 1997 abarcan desde la ayuda médica y la provisión de agua potable hasta programas de alimentación terapéutica y suplementaria, así como la distribución de bienes esenciales para que la población pueda reinstalarse y subsistir.
"Este año encaramos un programa de trabajo diferente que nos permitirá financiar las tareas donde las necesidades son más urgentes", apuntó Pedro Ogando, responsable para Angola de ECHO.
La acción humanitaria de la Oficina comenzó en 1993 con siete millones de ecus, a los que siguieron 24 millones en 1994, 17 millones en 1995 y 14 millones en los últimos ocho meses de 1996.
Según Ogando, un experto portugués cuya familia vivió en Angola hasta su independencia del dominio colonial de Lisboa en 1975, la posición geográfica y las riquezas naturales del país -sobre todo petróleo y diamantes- fueron el factor determinante de tres décadas de sangrientas hostilidades.
En 1975, tras la culminación de la guerra de independencia iniciada en 1961, el conflicto angoleño por la conquista del poder central se internacionalizó rápidamente.
Tres grupos armados -Movimiento para la Liberación de Angola (MPLA), Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) y Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA)- se enfrentaron en el marco de la guerra fría.
Sudáfrica y Estados Unidos apoyaron a UNITA, en tanto Cuba y la extinta Unión Soviética respaldaron al gobierno de Luanda ejercido por el MPLA. De 1975 a 1988, el país fue víctima de continuas intervenciones militares de Pretoria que destruyeron su infraestructura y bloquearon su desarrollo económico y social.
En 1991, con el patrocinio de Portugal, Estados Unidos y Rusia, el presidente angoleño José Eduardo Dos Santos y el líder de UNITA, Jonas Savimbi, suscribieron el acuerdo de Bicese que permitió el cese del fuego y la preparación de las primeras elecciones parlamentarias y presidenciales del país en 1992.
La consulta, supervisada por observadores internacionales, significó un rotundo triunfo para el MPLA y Dos Santos, pero UNITA impugnó las elecciones y reanudó la guerra civil, que culminó en 1995 con la firma del protocolo de Lusaka entre las fuerzas gubernamentales y rebeldes.
La última fase del conflicto causó la muerte de un millón de personas e invalidez a otras decenas de miles, con la destrucción masiva de infraestructuras, el abandono de regiones rurales, la superpoblación de centros urbanos y la parálisis del sistema productivo, así como de los servicios estatales.
"Ahora, por primera vez, hemos podido llegar a las áreas controladas por UNITA donde las necesidades son tambien enormes", señaló Ogando.
Los combates fueron particularmente violentos y destructivos en las provincias de Huambo y Bie, y causaron un tercio del total de víctimas en la última fase de la contienda.
La ciudad de Kuito resultó arrasada tras 21 meses de sitio y lucha casa por casa, mientras Huambo, bastión de las fuerzas de Savimbi, quedó destruída en más de la mitad por los bombardeos aéreos gubernamentales.
"El establecimiento de un gobierno de reconciliación es aún problemático, y en casi en todos los casos la administración del territorio no está definida. No queremos injerencias políticas pero cada bando desconfía del otro y cree que somos parciales si brindamos ayuda en el terreno del contrario", explicó Ogando.
El gobierno de Dos Santos controla la capital y su periferia, las cabeceras provinciales, la región costera y algunas carreteras, mientras UNITA aún comanda en el resto del país.
Ogando señaló que a los problemas médicos y de alimentación también se suman los sanitarios. Luanda está superpoblada con tres millones de personas y cada vez se extienden más las áreas periféricas con chozas de barro y hojalata que carecen de agua, luz y desagües cloacales.
"Trabajar en Luanda es una pesadilla sobre todo por causa del bandolerismo y el pillaje", aseguró Lytie Vanceauwenberghi, de Médicos Sin Fronteras (MSF), una de las principales agencias humanitarias asociadas a ECHO.
MSF ahora extendió sus actividades a la provincia oriental de Moxico y también Cuanza Norte. Una de las primeras tareas fue un programa de vacunación infantil dado que "la mayoría de los niños de Angola jamás fueron inoculados preventivamente", apuntó Vanceauwenberghi.
Mientras la mortalidad general en el país según las Naciones Unidas fue de 1.000 decesos diarios, las enfermedades endémicas recrudecieron vertiginosamente. Según estadísticas del Banco Mundial, la tasa de mortalidad infantil en niños menores de cinco años pasó de 272 por ciento en 1980 a 320 por ciento en 1995.
Respecto a la trypanosomiasis (enfermedad del sueño causada por la mosca tsé-tsé), que virtualmente había desaparecido en 1973, desde comienzos del año se diagnosticaron 3.000 casos en las cuatro provincias "históricas" de la endemia, Zaire, Bengo Uige y Cuanza Norte, indicó la médica.
Ahora la enfermedad del sueño es la primera causa de mortalidad en la provincia de Zaire, y figura entre las primeras 10 en Cuanza Norte, Uige y Bengo.
También recrudecieron la lepra y la tuberculosis y otras afecciones epidémicas como coqueluche y poliomielitis, mientras la incidencia del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) se mantiene baja en comparación a otros países vecinos a Angola.
Ogando dijo que el problema de las minas terrestres y antipersonales sigue vigente. Según un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), más de 75.000 personas padecieron la amputación de sus miembros inferiores y necesitan prótesis.
"Esa situación perdurará por largo tiempo y es una traba casi insuperable para la agricultura y la circulación. Además causa tremendas secuelas mentales a la población, que vive aterrorizada por las minas y la posibilidad que se reanude la guerra", agregó.
Contó que en una zona de Kuito se pagaron 300.000 ecus a una agencia especialidada para desactivar senderos de un metro de ancho a través de campos minados, para poder tener acceso a un hospital y un pozo de agua que se encontraban aislados.
"Los médicos angoleños hacen lo que pueden pese a que ganan apenas siete dólares por mes", acotó.
El experto dijo que a pesar de las dificultades y la fragilidad del proceso de paz, debido a la desconfianza que todavía impera entre el gobierno y UNITA, "debemos acompañar el cese de las hostilidades con gestos humanitarios concretos".
Ogando subrayó que para ampliar el efecto de la actividad realizada por ECHO, la Comisión envió a tres expertos independientes para que evaluaran las necesidades que persisten en Angola.
"En base a las conclusiones obtenidas, ahora estamos trabajando en esta nueva fase", afirmó. (FIN/IPS/ego/ag/dv/97