Brasil, Guatemala, México y Paraguay deben tomar medidas para que la oferta de educación colme la demanda, mientras Chile y Uruguay, cuya población es estable, pueden dedicarse a mejorar la calidad de la enseñanza, según un nuevo estudio demográfico sobre América Latina.
El informe, titulado "El impacto de las tendencias demográficas en los sectores sociales de América Latina", fue publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Comisión Económica de Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL).
El estudio analiza especialmente la relación entre población activa y pasiva (constituida tanto por los más viejos como por los de menor edad) y la fuerza de las economías nacionales y los sistemas de seguridad social.
Chile y Uruguay, según los autores del informe, no deben preocuparse en generar nuevos puestos en las escuelas para la inserción de niños.
En cambio, Brasil, Guatemala, México y Paraguay, cuyas poblaciones aumentan en términos absolutos si bien las tasas de natalidad descienden, deberán cubrir la nueva demanda de puestos escolares y, al mismo tiempo, contemplar la "demanda histórica" acumulada.
La expectativa de vida en promedio de los latinoamericanos al nacer se incrementó de 51,8 años en 1950 a 68,7 años en 1990. La cantidad de hijos por mujer, mientras tanto, cayó de 5,9 a 3,1, lo cual desaceleró el crecimiento de la población anual de 2,7 por ciento a 1,8 por ciento.
Eduardo Bos, especialista en cuestiones de población del Banco Mundial, alertó que "las cuestiones demográficas no deben verse como problemas", pues "los problemas de hoy se convierten con frecuencia en las soluciones de mañana".
La gran cantidad de niños en edad escolar puede suponer un problema para los ya muy exigidos sistemas de enseñanza, pero en el futuro constituirá una fuerza laboral más educada, explicó Bos.
Del mismo modo, agregó, el gran ejército de desempleados de hoy producirán en cantidades excedentes y pagarán impuestos mañana si se encuentra trabajo para ellos.
El informe indica que el aflojamiento de la presión sobre el mercado laboral que supone el descenso en el ritmo del crecimiento de la población se revirtió por la creciente emigración a las ciudades y la inédita participación de las mujeres en el mundo del trabajo.
El crecimiento del ejército de desempleados también tiene relación con estrategias de ajuste estructural y economías dolarizadas "híbridas" abiertas a la instalación de plantas de producción de propiedad extranjera.
Los beneficios de esas empresas se transfieren a sus propietarios, por lo que esas plantas generan menos puestos de trabajo que sectores nacionales como la agricultura, las industrias más pequeñas y el área "informal", mientras derivan las inversiones fuera del país, según este análisis.
El envejecimiento de las poblaciones supondrá cada vez más problemas para los sistemas de seguridad social y pensiones desfinanciados, advierte el informe.
La viabilidad de estos sistemas será puesta a prueba por "problemas políticos, administrativos y económicos" y por su capacidad de entregar dinero para cubrir la demanda de la gran cantidad de ancianos que tienen derecho a esos beneficios, según el informe.
El estudio también alerta que el envejecimiento de las poblaciones aumenta la incidencia de enfermedades cardiovasculares y degenerativas como el cáncer, así como en la de accidentes de tránsito, entre otras causas "urbanas" de lesiones y muerte.
Las comunidades urbanas y villorrios son, por su parte, vulnerables a enfermedades infecciosas. Los sistemas de salud deberán cubrir las necesidades de medicina tradicional así como la demanda de diagnósticos y tratamientos caros y tecnológicamente avanzados.
Esta situación se registra particularmente en Argentina, Chile y Cuba, donde la población mayor de 60 años constituye entre 12 y 17 por ciento del total.
El informe señala que el descenso en la tasa de fertilidad es una oportunidad para prestar atención a los problemas de salud reproductiva, como los embarazos de adolescentes y la muerte materna. (FIN/IPS/tra-en/aa/yjc/mj/pr/97
