Carteles escritos a mano pidiendo agua y comida fueron exhibidos hoy desde las ventanas de la embajada de Japón en Perú por algunos de los 380 rehenes allí retenidos por un comando guerrillero del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA).
Desde el miércoles, no hay agua, teléfonos ni energía eléctrica en la zona en donde se encuentra la embajada nipona, pero la Cruz Roja Internacional hace ingresar a la casa raciones de alimentos y bidones de agua mineral, a razón de un litro diario por persona.
El edificio cuenta con un generador eléctrico a petróleo y los guerrilleros pueden iluminar los ambientes interiores de la casa y el amplio jardín existente entre la muralla exterior y el edificio, pero en algún momento el combustible se agotará y los insurgentes deberán incluir su dotación entre sus demandas.
En general, la opinión de la calle sobre esta situación es que responde a medidas oficiales "para fastidiar y ablandar a los guerrilleros", pero algunos expertos señalan que se trata de la aplicación de técnicas manipulatorias de más largo alcance.
De acuerdo a esa tesis, el gobierno del presidente Alberto Fujimori está empleando técnicas de presión psicológica diseñadas para enfrentar secuestros masivos basadas en el "síndrome de Estocolmo", llamado así porque la teoría se elaboró a partir de un secuestro masivo efectuado en Suecia en la década del 70.
Según esa técnica, se trata de hacer sufrir penurias por igual a secuestradores y víctimas para inducir un sentimiento de identificación entre ellos.
"Los raptores tienen en el momento inicial una actitud hostil contra sus víctimas, a quienes ven como enemigos o, en el mejor de los casos, como objetivos, pero la convivencia genera entre ellos vínculos afectivos de identificación", explica la psiquiatra Marta Rondon.
"Se trata entonces de reforzar los vínculos de identificación creando sentimientos de solidariadad contra quienes, desde el exterior, los someten a maltrato o trato injusto. Obviamente, este vínculo dificultará emocionalmente que los raptores cumplan sus amenazas de victimar a sus rehenes", señala.
Rondon advierte que el empleo de esta técnica "requiere un manejo fino, pues se debe manejar la tensión inducida evitando que origine una reacción contraproducente en los raptores y los conduzca a resolver la angustia con un acto violento y desesperado".
Otro psiquiatra, Max Hernández, recomendó al gobierno de Fujimori que busque "alguna salida airosa para los guerrilleros que han tomado la embajada, como podría ser dejarlos salir al extranjero si liberan a todos sus rehenes".
Entre tanto, los guerrilleros siguen dando muestras de consideración con los secuestrados y anunciaron que les permitirán sacar cartas para sus familiares y, según uno de los activistas de la Cruz Roja, contemplan la posibilidad de liberar a otro grupo de rehenes.
También organizaron el ingreso de medicinas y ropas de muda, cepillos de dientes y otros objetos de uso cotidiano para los rehenes, que sin embargo son demorados en las puertas por las autoridades.
Según versiones de algunos de los 14 varones adultos que fueron liberados entre el miércoles y el jueves (las mujeres y los ancianos lo habían sido el primer día) el problema más grave es el de los servicios higiénicos. Apenas hay ocho baños para más de 400 personas, entre rehenes y raptores.
Las condiciones de penuria son compartidas, en cierto modo, por los centenares de periodistas que rodean a la embajada y desde la noche del martes duermen, comen y miccionan en las calles o jardines de las casas aledañas, cuyos residentes fueron invitados por las autoridades a abandonarlas por algunos días.
El bloqueo de los teléfonos celulares mediante el corte de la antena correspondiente a la zona afectó a los periodistas, que pusieron el grito en el cielo.
Las autoridades respondieron instalando cinco teléfonos públicos en las calles próximas a la embajada, y los reporteros japoneses se han hecho colocar líneas propias .
También se han instalado ocho baños portátiles en la calle, para el uso de los periodistas y policías que montan guardia alrededor de la representación diplomática. (FIN/IPS/al/dg/ip/96
