La guerra civil en Liberia sigue presentando un dramático balance que pone en una encrucijada a la ayuda humanitaria internacional, canalizada a través de agencias y organizaciones no gubernamentales (ONG).
Tras seis años de lucha y pese a que desde agosto está en vigor un cese del fuego entre las facciones en lucha por el acuerdo de Abuja II, las perspectivas siguen siendo inciertas sobre la mejor manera de brindar alivio a los damnificados.
El conflicto ha dejado hasta ahora 150.000 muertos en una población que en 1990 era de 2,5 millones de habitantes. Más de 750.000 personas huyeron a países vecinos -300.000 en Costa de Marfil y 420.000 en Guinea- además de 300.000 refugiados en otras partes del mundo.
La lucha provocó el desplazamiento interno de 800.000 personas, 500.000 de las cuales permanecen en Monrovia, en tanto la situación es cada vez más precupante en el plano médico y alimentario, según datos de la Oficina Humanitaria de la Comunidad Europea (ECHO).
"Liberia tiene una emergencia crónica que tratamos de afrontar pero hasta ahora no hubo una clara respuesta de las facciones beligerantes sobre la asistencia y eso nos obliga a mantener una actitud cautelosa", dijo William Claus, responsable de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Bruselas.
Según el MSF, la desnutrición afecta a 60 por ciento de los liberianos, mientras en ciertas áreas, particularmente el noroeste del país, mueren 15 niños por día, haciendo más preocupante el problema sanitario agravado por brotes de cólera, diarreas hemorrágicas, dengue y tifus.
El peligro que tanto ECHO como MSF perciben es que una eventual falta de coordinación beneficie a las facciones y se produzcan costosas pérdidas materiales como ocurrió durante la intervencion de la ONU en Somalía.
"Debemos mantener los pies en la tierra y llegar con medicamentos y víveres a los lugares adecuados sin que los manipulen las facciones", dijo Delphin Hervé, experto responsable del problema de Liberia en ECHO.
Hervé reconoció discrepancias sobre la coordinación de la ayuda porque mientras ECHO, MSF y otras ONG propician una acción humanitaria de "bajo perfil" pero directa, la Agencia de Desarrollo Internacional de Estados Unidos y la Oficina de Asuntos Humanitarios prefieren una asistencia masiva.
En respuesta al creciente deterioro de la situación y basándose en observaciones sobre el terreno, ECHO está en proceso de aportar 1,9 millones de ECU para operaciones de ayuda en Liberia.
La iniciativa cubrirá programas de emergencia medico- nutricionales en áreas ahora accesibles como Tubmamburg.
Ciudades invadidas por desplazados como Monrovia y Buchanan tambien serán objeto de asistencia que, en su totalidad, será canalizada por Acción Contra el Hambre (ACF) y MSF.
"Cualquier extralimitación hará que la ayuda sólo sea aprovechada por los señores de la guerra. Cuando estalló la violencia en Monrovia en abril, todo lo que poseían las agencias humanitarias fue robado o saqueado", apuntó.
Explicó que la manipulación de la ayuda por las facciones consiste en su bloqueo durante la tradicional temporada seca del "hambre".
Cuando la situación se vuelve crítica para la población, a veces mantenida en "campos de hambre", las facciones permiten el ingreso de suministros y los requisan.
En su opinión, la verdadera naturaleza de la guerra civil liberiana es una lucha por el poder político y el control de áreas ecónomicas ricas en diamantes, gas y petróleo.
"Es un bandolerismo masivo y en gran escala, realizado por señores de la guerra y agravado por rivalidades étnicas", agregó Hervé.
Liberia fue el primer estado independiente del continente africano en 1848 y, hasta 1980, estuvo gobernado por una minoría descendiente de esclavos liberados que llegaron desde Estados Unidos y monopolizaron el poder político y económico.
Ese año, un suboficial del ejército, Samuel Doe, apoyado por su etnia khran, mayoritaria en las fuerzas armadas, derrocó e hizo asesinar al presidente William Tolbert, e instauró un régimen autocrático que se prolongó por una década.
En 1990, el Frente Patriótico Nacional de Liberia (FPNL), comandado por el americano-liberiano Charles Taylor, intentó tomar Monrovia y destituir a Doe.
A pesar del establecimiento de una fuerza multilateral auspiciada por la ONU (ECOMOG), que expulsó a Taylor de Monrovia, Doe fue asesinado por Prince Johnson, un jefe disidente del FPNL.
Si bien ECOMOG en aquel momento trató de imponer un cese del fuego e instaurar un gobierno provisorio hasta que se realizaran elecciones, la situación político-militar se tornó confusa por la aparición de nuevas facciones.
El Movimiento Unido de Liberación por la Democracia de Liberia (Ulimo) se dividió en 1992 en Ulimo-K, encabezado por Alhaji Kromah de la etnia mandinga, y Ulimo-J, de Roosevelt Johnson, perteneciente a los krahn. En 1993 apareció otro grupo también krahn, el Consejo Liberiano de Paz (CLP), de George Boley.
"Gradualmente, esos señores de la guerra depusieron sus enconos personales para explotar las riquezas naturales y así financiar su guerra. La población civil fue víctima de pillajes y abusos sistemáticos", señaló Hervé.
En agosto de 1995 se firmó el primer acuerdo de Abuja que preveía el desarme de los beligerantes y el reemplazo del ineficaz gobierno de transición por un Ejecutivo surgido de las urnas.
Sin embargo, nuevos choques entre el FPNL y el Ulimo-K, de una parte, y las facciones krahn de la otra, malogró el proceso.
El primer acuerdo de Abuja expiró el 6 de abril de este año cuando Monrovia, mantenida como una zona protegida por ECOMOG, fue escenario de una feroz lucha callejera entre el FPNL y el Ulimo-J de Johnson, que saquearon la ciudad y sumieron el país en el caos al extenderse la lucha.
Abuja II se firmó en agosto por la presión de la comunidad internacional y prevé el desarme de los combatientes hasta enero de 1997, así como la convocatoria a elecciones en mayo del año próximo. Entretanto se mantiene un frágil cese del fuego.
Martha Carey, de Médicos Sin Fronteras, quien acaba de regresar de Liberia, dijo que la convocatoria a elecciones el 30 de mayo era muy dudosa "porque la población del país está completamente dislocada".
"La pregunta crucial es acerca de la organización de la consulta y quién se hará responsable. Hay oposición en Liberia para que la coordine Naciones Unidas y hay otros que temen la creciente injerencia de Nigeria", explicó Carey.
William Claus criticó a la comunidad internacional y la calificó de "apática" porque el desarme y desmovilización se verifica con enorme lentitud. "Hasta ahora se desarmaron sólo 1.500 milicianos y eso lo consideran un triunfo…"
"En condiciones tan inestables sería presuntuoso hablar de estrategias decisivas. Creemos esencial una actitud pragmática que permita respuestas rápidas a situaciones cambiantes. Por eso ECHO sólo puede prever financiaciones en el marco de decisiones 'ad hoc' y proyectos a corto plazo", observó Hervé.
"Es lo que llamamos 'mínimo costo para máximo rendimiento", agregó. (FIN/IPS/ego/dg/ip-dv/96)