Grupos de derechos humanos de Francia exhortan a la comunidad internacional a presionar al gobierno militar de Birmania, anticipando nuevos enfrentamientos violentos entre el ejército y el movimiento por la democracia en ese país asiático.
"Temo que habrá nuevos y dramáticos enfrentamientos en las próximas semanas y meses. Ahora es el momento de denunciar al gobierno de Birmania", manifestó el embajador francés Stephane Hessel, a su regreso de una visita de cuatro días a Rangún.
Hessel, quien viajó en representación de seis organizaciones francesas de derechos humanos, estaba en Birmania el fin de semana pasado cuando fuerzas antidisturbios dispersaron con chorros de agua a estudiantes universitarios que protestaban y reclamaban la liberación de sus compañeros encarcelados.
La más notoria ola de manifestaciones desde 1988, cuando hubo una violenta represión de protestas estudiantiles, comenzó a principios de este mes tras los enfrentamientos de octubre entre la policía y estudiantes del Instituto de Tecnología de Rangún.
Los manifestantes del 6 de diciembre, a los que se unieron posteriormente estudiantes de otras universidades, reclamaban el derecho a formar asociaciones estudiantiles, la liberación de algunos estudiantes y libertad de prensa.
Según Hessel, el partido opositor Liga Nacional por la Democracia negó cualquier vinculación con las manifestaciones estudiantiles, pero dado que ambos protestan contra la dictadura militar, el grupo les ofrece respaldo moral.
La Liga, encabezada por la premio Nobel de la Paz 1991 Daw Aung San Suu Kyi, fue despojada de su victoria electoral en 1990 cuando el Consejo Estatal para la Restauración de la Ley y el Orden (CERLO) anuló los resultados.
Liberada este año tras seis años de arresto domiciliario, Aung San Suu Kyi, hija del héroe anticolonialista Aung San, está de nuevo presa en su domicilio.
La falta de una protesta internacional por las "barbaridades" cometidas por el CERLO y la determinación de la Liga y del movimiento estudiantil de continuar con su campaña bien podrían desatar "nuevas y dramáticas confrontaciones", advirtió Hessel.
Tales preocupaciones se profundizaron ante rumores de que la junta de Rangún podría eliminar a Aung. "Los militares están acostumbrados a pensar que cualquier estructura se derrumba si pierde su cabeza, por lo tanto no es improbable que piensen en asesinar a Aung para provocar el colapso de la Liga", dijo Hessel.
Así mismo, destacó que "Birmania está gobernada por dictadores que deben ser condenados por todos, pero lamentablemente las críticas no son lo suficientemente duras".
"China respalda a la junta y le ofrece armas, mientras Europa se muestra muy floja con ella, y los más flojos son los miembros más ricos de la Unión Europea: Francia, Alemania y Gran Bretaña", afirmó el activista.
Hessel rechazó la teoría de que la prevista incorporación de Birmania a la Asociación de Países del Sudeste Asiático, un grupo regional con credibilidad internacional, podría contribuir a modificar la situación del país. "El gobierno de Birmania no perderá su vehemencia ni su barbaridad", predijo.
En Francia, la liga de grupos de derechos humanos que envió a Hessel a Birmania, entre ellos la Fundación Danielle Miterrand y la Federación Internacional de Grupos de Derechos Humanos, inició una intensa campaña de presión sobre el gobierno de Rangún, mientras éste lanza su "Año del Turismo".
Cada dos semanas, los activistas se congregan ante la embajada de Birmania en París, leen mensajes de Aung y denuncian que la industria turística de Birmania está construida en base al trabajo forzado, a masivas violaciones de los derechos humanos y al desplazamiento forzado de personas, además de no beneficiar a las poblaciones locales.
"Si no podemos convencer a la gente de que no visite Birmania, al menos le informamos de lo que ocurre allí", expresó Hessel. (FIN/IPS/tra-en/ao/mom/rj/ml/hd/96