(Artes y Espectáculos) ESTADOS UNIDOS: El joven jazzero buscó vieja música en su iglesia

El jazz hunde sus raíces en lugares tan seculares como los clubes nocturnos de Memphis o los prostíbulos de Nueva Orleans, pero algunos músicos del género vuelven ahora a los sonidos sagrados.

Hace un año, el bajista Charlie Haden y el pianista Hank Jones recrearon joyas tan espiritualmente sobrecogedoras como "Amazing Grace" ("Gracia sorprendente"), entre otros tributos a viejas canciones, en el disco "Steal Away" ("Escabúllete").

Ahora, el pianista Cyrus Chestnut, uno de los más brillantes músicos de la última generación, descendió hasta sus propias raíces espirituales con un disco de clásicos del "gospel", titulado "Blessed Quietness" ("Bendita tranquilidad").

Chestnut, de 33 años, se hizo un lugar en los círculos de jazz gracias a sus velocísimas improvisaciones y el sentido del humor que esgrime en escena.

Ex integrante de la banda de la cantante Betty Carter, el versátil Chestnut se dedicó este año a la música sinfónica, en gira con la diva de la ópera Kathleen Battle, y al jazz de viejo estilo, con la "big band" que le puso sonido a la película "Kansas City", dirigida por Robert Altman.

Mientras viajaba con Battle, el pianista se sintió cada vez más y más involucrado en las canciones del género "spiritual" que ahora se integraron en "Blessed Quietness".

"Un día, Battle comenzó a cantar un himno en el estudio. Durante un minuto nos sentimos de vuelta en una pequeña iglesia bautista de ésas con piso de madera y un piano vertical", recordó.

Y Chestnut, realmente, comenzó su carrera musical en una iglesia. Cuando tenía siete años, tocaba el piano en el Templo Bautista de la Estrella del Calvario, y dos años después lo "ascendieron" a organista.

Esta música permaneció entre las líneas de la partitura de las ejecuciones del pianista, pero ahora salen en todo su esplendor a la escena.

En himnos como "Jesus Loves Me" ("Jesús me ama") a viejos "spirituals" como "Sometimes I Feel Like a Motherless Child" ("A veces me siento como un niño sin madre"), Chestnut trata la música religiosa que lo formó con respecto, si bien le imprime mucho jazz.

Durante una actuación en la iglesia St. Ann's en Brooklyn, Nueva York, el pianista ejecutó su versión de "Amazing Grace", plagada de veloces carrerillas y acordes tronantes que hacían añicos la calma espiritual de la canción, para restaurarla al final.

Canciones clásicas de navidad, como "Silent Night" ("Noche silenciosa") o "We Three Kings" ("Los tres reyecitos") parecen más introspectivas, y menos sensibleras, tocadas por Chestnut.

El éxito del pianista se debe a que es capaz de aplicar toda la batería de recursos del jazz, como notas disonantes, síncopas e improvisaciones que implican confusión y búsqueda, en canciones religiosas cuyo tratamiento estilístico tradicional consiste en acorazarlas de certidumbre.

De ese modo, Chestnut une el espíritu de la búsqueda existencial a la que se asocia con el jazz con la fe poderosa del gospel.

Casi todos los mejores músicos jóvenes de jazz de la actualidad proceden de las iglesias, desde los trompetistas Roy Hargrove y Wynton Marsalis a los pianistas Marcus Roberts y el propio Chestnut.

Una de las consecuencias naturales de este hecho es que el jazz, que combina el blues, los bailes negros y estilos europeos, no solo abreva ahora en el mero cancionero "spiritual", sino también, lisa y llanamente, en el espíritu.

Con Chestnut, este impacto es obvio, pues el pianista agrega a su intrincado, tristón estilo notas tronantes y una pasión calma y controlada que se asemeja a la cadencia de los sermones de los pastores bautistas.

Así, el pianista mantiene viva la tradición del jazz cultivada por el saxofonista John Coltrane, quien en 1962 emuló el peculiar ritmo de los discursos de Martin Luther King en su canción "Alabama", que recuerda los asesinatos de cuatro niñas en una iglesia de Birmingham.

El éxito de "Blessed Quietness" quizá indique que Chestnut intente incorporar nuevamente en el futuro la iglesia dentro del salón de jazz. Pero el propio pianista prefiere no hacer pronósticos.

"Toco lo que vivo y lo que aprendo. Por lo tanto, no puedo decir en qué dirección irá mi música, pues no puedo saber qué tipo de experiencias tendré en adelante", dijo Chestnut. (FIN/IPS/tra- en/fah/mj/cr/96

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