El Consejo de Seguridad de la ONU abrió paso al secretario general del cuerpo mundial, Boutros Boutros-Ghali, para que solicite a los países la creación de una fuerza multinacional de paz en el este de Zaire.
Pero el Consejo evitó este viernes permitir el uso de la fuerza a ese contingente, pues en los próximos días intentará paliar las diferencias entre Francia, que así lo desea, y otras naciones, en especial Estados Unidos, que dudan de las intenciones de París.
La propuesta original del presidente de Francia, Jacques Chirac, incluía la autorización del uso de la fuerza al amparo del capítulo VII de la Carta de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
La intención manifiesta de París es "brindar seguridad a los aeropuertos de Goma y Bukavu y las áreas circundantes" para que las agencias humanitarias puedan operar en ellos y aliviar el cada vez peor drama de los refugiados en el este de Zaire.
Esos aeropuertos están en manos de rebeldes banyamulenge, tutsis que habitan hace 200 años en territorio de Zaire y que, según ese país, reciben apoyo del ejército de Ruanda.
Chirac propuso el envío de unos 5.000 soldados, entre ellos franceses y españoles, para derrotar a los rebeldes.
Diplomáticos acreditados ante el Consejo de Seguridad, especialmente de Estados Unidos, recordaron el respaldo brindado por Francia al dictador de Zaire, Mobutu Sese Seko, y al antiguo gobierno hutu en Ruanda.
Por eso, dudan de las intenciones de París para intervenir en una fuerza multinacional, incluso en una con autoridad limitada.
El antiguo ejército de Ruanda y las milicias hutu que entre abril y julio 1994 masacraron a casi un millón de personas gozan hoy de refugio en Zaire y tomaron otra vez las armas para respaldar al ejército de ese país en su combate contra los rebeldes banyamulenge.
"Estamos muy preocupados por los motivos de Francia. Conocemos su historia en la zona", dijo un diplomático estadounidense en Washington, quien agregó que Ruanda se opone firmemente a que París se involucre.
Una comisión independiente de la ONU señaló a Francia, entre otros países, como posible violador del embargo de armas al antiguo ejército de Ruanda y las milicias hutu refugiadas en campos de Zaire.
Francia rechaza las acusaciones, y el Consejo de Seguridad se negó a difundir el informe en forma oficial.
Amnistía Internacional sostuvo que armas de origen alemán, belga, chino, chileno, egipcio, estadounidense, francés, israelí, ruso, rumano, sudafricano y yugoslavo, entre otras procedencias, circulan entre las facciones en pugna en Zaire, Ruanda y Burundi.
El portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Nicholas Burns, explicó este viernes que Washington considera el envío de ayuda financiera y logística a la zona, pero no se comprometerá a enviar soldados.
Boutros-Ghali reclamó este viernes el inmediato despacho de una fuerza multinacional para aplacar la creciente crisis en el este de Zaire mediante el suministro de alimentos, trabajadores humanitarios y la repatriación de tantos refugiados como sea posible en un lapso breve.
Aunque hubiera preferido la organización de una fuerza de mantenimiento de la paz de la ONU, el funcionario afirmó que eso insumiría demasiado tiempo.
La posibilidad del estallido de epidemias de cólera u otras enfermedades entre los 1,2 millones de refugiados ruandeses y burundeses en la región le instó a proponer la creación de esa misión militar, explicó.
"Nos estamos enfrentando a un nuevo genocidio a causa del hambre", sostuvo Boutros-Ghali.
En los últimos dos años, fracasaron todas las iniciativas propuestas por el secretario general de la ONU en torno a la creación y financiamiento de una fuerza de mantenimiento de la paz perteneciente al cuerpo mundial.
El embajador de Chile ante la ONU, Juan Somavia, afirmó que el Consejo de Seguridad requiere más información sobre las necesidades de los refugiados antes de un eventual envío de tropas. "Hasta ahora, el Consejo fue apenas un observador de la situación en Zaire", argumentó el diplomático.
Integrantes del Consejo manifestaron temores de que los refugiados hutu que elijan regresar a Ruanda enfrenten la venganza de los tutsis que sobrevivieron al genocidio de 1994. En tal sentido, Somavia enfatizó que el retorno debe ser voluntario.
Boutros-Ghali acotó, en cambio, que la ONU debería evitar que la crisis que provocó la masacre en Ruanda se produzca también en territorio de Zaire.
Cualquier fuerza internacional que se envíe a la zona debería impedir futuros ataques o incursiones de ex militares ruandeses y milicias hutu en territorio de Ruanda, según el secretario general de la ONU.
Para ello, se debería separar de los 1,2 millones de refugiados ruandeses y burundeses a los 50.000 ex soldados y milicianos, agregó.
Pero mientras las milicias controlen los campos de refugiados, la ayuda humanitaria puede utilizarse para financiar un conflicto, advirtieron funcionarios de la ONU.
Por ello, el envío eficaz de alimentos y medicinas podría constituir una prioridad mayor a la propia repatriación, según la portavoz de la ONU, Sylvana Foa. "La gente está muriendo de hambre y sed, y no podemos decirles que no los ayudaremos hasta que regresen a sus casas", declaró.
En 1994, 50.000 personas murieron por falta de alimento o enfermedades infecciosas durante el éxodo de ruandeses en la región, y ahora podría suceder lo mismo, sostuvieron funcionarios de la ONU.
"Los más débiles (niños, madres de bebés y ancianos) ya están comenzando a morir. Las muertes sumarán decenas de miles", pronosticó la organización Refugees International. (FIN/IPS/tra- en/fah/jl-aa/mj/ip pr/96