Africa no perderá la batalla por servicios telefónicos decentes para sus 700 millones de habitantes si confía en la alternativa celular, según expertos.
Los teléfonos celulares tienen gran demanda en muchos países africanos, entre ellos Sudáfrica, donde el usuario promedio ocupa 250 minutos de llamadas efectuadas por él cada mes en comparación con los 99 minutos de europeos y estadounidenses.
Esto fenómeno ocurre mientras la población de Africa comparte 12 millones de líneas, 0,5 cada 100 personas, una proporción más de diez veces inferior a la de Asia y cien veces menor a la de los países industrializados.
"¿Por qué China pudo instalar, solo el año pasado, 20 millones de líneas, si los africanos instalaron apenas 12 millones en los 120 que pasaron desde que Alexander Graham Bell inventó el teléfono", se preguntó Henry Chasia, subsecretario general de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT).
Pero desde el 1 de junio de 1994, cuando se lanzó la telefonía celular en Sudáfrica, las dos compañías del ramo existentes en el país fueron contratadas por más de un millón de usuarios, una cifra que esperaban alcanzar a mediados de 1998.
Más de 70 por ciento de la población de Africa vive en zonas rurales que, en muchos casos, tienen una infraestructura de transporte y comunicación limitada. Se requiere, por lo tanto, sistemas de telecomunicación que puedan operar en zonas remotas y sin electricidad.
"Africa subsahariana es un mercado ideal para la tecnología celular. Existen muchos avances que podrían transformar el paisaje africano", dijo Chasia.
El funcionario, que concurrió en Pretoria a la Segunda Conferencia Regional sobre Tecnología Espacial y Desarrollo Sostenible en Africa, entre los días 4 y 8, dijo que la experiencia sudafricana sirve como experiencia para el futuro de la telefonía celular en el continente.
Las dos empresas del sector en el país, Vodacom y MTN, suministran a una décima del costo normal unos 30.000 teléfonos en áreas que carecen de servicios públicos adecuados. Por ese medio, más que amenazar a la establecida línea por cable de la compañía estatal Telkom, estimularon los negocios.
"El éxito de Sudáfrica sugiere la posibilidad de ampliar esta zona del sistema mundial de comunicación móvil a Namibia en el noroeste y Uganda en el noreste", dijo Chasia.
Mish Mogale, gerente general de relaciones empresariales de MTN Sudáfrica, dijo que la tecnología celular es la respuesta para Africa. "Es el camino correcto. Con las innovaciones que se están desarrollando, la tecnología se abre a un nuevo sector de la población", explicó.
Las nuevas unidades prepagas introducidas en Sudáfrica suponen que los usuarios no necesitarán crédito o un salario mínimo para conectarse, sino el simple abono adelantado de la suscripción.
Mientras la densidad telefónica crece dos por ciento al año en Sudáfrica, en toda Africa subsahariana se estancó. El fenómeno se atribuye generalmente a la pobreza, pero esa acusación es injustificada, según Chasia.
A finales de 1993, había 700.000 personas en Africa que esperaban la instalación de una línea y podían pagarla, pero las compañías han fracasado en su intento de acompasar el suministro del servicio con la demanda.
Los períodos de espera de cinco años son comunes, sostuvo el subsecretario general de la UIT.
Los estudios desarrollados por la UIT y el Banco Mundial revelan que el gasto promedial en telecomunicaciones de Africa constituye apenas dos por ciento del monto mundial.
Africa subsahariana pretende elevar la densidad telefónica a una línea cada 100 habitantes al 2000, pero eso requerirá una inversión de 2.500 millones de dólares, una cifra demasiado elevada para que los gobiernos u otras fuentes como el Banco Mundial puedan cubrirla.
"Ni el estado ni las agencias mundiales o multilaterales pueden por sí mismos movilizar los recursos financieros que se requieren. Por eso, la comercialización y la privatización son una opción válida y viable", dijo Jan Mutai, director gerente de correos y telecomunicaciones de Kenia.
En comparación con los restantes sistemas de telecomunicación, el de Africa, operado por monopolios estatales, es el más caro y el menos rentable. Fue instalado en una época en que la tecnología analógica era cara y apenas podía ser financiada por los gobiernos.
En consecuencia, las reformas políticas e institucionales son un requisito esencial para la reforma del sector, afirmó Mutai. (FIN/IPS/tra-en/gm/kb/mj/dv cr/96