Los aldeanos de Nieuw-Koffiekamp, en el interior de Suriname, están amenazando al gobierno con una "guerra total", si continúa con sus planes de expulsarlos de sus tierras para facilitar la actividad de una trasnacional minera.
"Si el gobierno pretende expulsarnos con la fuerza, entonces será el detonante de una nueva guerra en el interior", declaró Regillo Amania, miembro de la organización femenina de Koffiekamp.
En los años '80, los Comandos de la Jungla, incluídos los marunes, descendientes de esclavos prófugos, y los amazonas, constituídos por amerindios, iniciaron una guerra de guerrillas.
Los Comandos de la Jungla comenzaron su actividad guerrillera en 1986 para protestar por años de desatención de los sucesivos gobiernos, mientras los amazonas fueron a la guerra en julio de 1989, para resistir la paz firmada entre los marunes y Paramaribo.
Ambos levantamientos costaron decenas de vidas y costosas operaciones militares, mientras las vitales industrias del aceite de palma y la bauxita quedaron seriamente afectadas.
Si el gobierno sigue adelante con su plan de reubicar a los aldeanos, ésta será la segunda vez en 30 años que los marunes de la tribu Saramaka afrontarán una suerte similar. Un proyecto de represa hidroeléctrica los desalojó de sus tierras en 1965.
En aquella época, los residentes se quejaron que no recibieron advertencia alguna y se vieron obligados a marcharse dejando sus pertenencias. Cuando el agua subió destruyó numerosas aldeas.
Algunos escaparon al sur de Paramaribo mientras otros se dirigieron al norte. Aquellos que se quedaron en la parte septentrional del país recibieron viviendas del gobierno, pero aquellos en el sur trabajaron duramente y fundarons sus propias aldeas que denominaron Nieuw-Koffiekamp.
Sin embargo, los aldeanos en el norte se quejaron que las casas fueron inadecuadas y estaban desprovistas de electricidad y otras facilidades.
"No quiero tener una tercera Koffiekamp. El gobierno ya hizo promesas semejantes y no las cumplió", dijo Sara Muringen, del grupo de mujeres.
El gobierno de Suriname otorgó una concesión minera a Golden Star Resources, una trasnacional canadiense que está realizando prospecciones en Nieuw-Koffiekamp, donde miembros de la tribu Saramaka han estado cribando oro desde hace años.
Grassalco, la compañía minera estatal, adjudicó a Golden Star una parte del 80 por ciento en el área de Brokopondo.
Mientras algunos aldeanos ya están trabajando para Golden Star, otros se niegan a colaborar con la compañía minera, arguyendo que desean buscar oro por su propia cuenta. Esa actitud ya ha provocado choques con la hostil guardia de seguridad de Golden Star.
Los guardias a menudo disparan sus armas al aire para atemorizar a los lugareños, que ahora amenazan con represalias.
"Si Golden Star vuelve a mandar sus guardias para expulsar a los buscadores de oro, la empresa debe saber que esos buscadores de oro enviarán sus perros de presa para ayudarlos", afirmó Ronnie Brunswijk, ex líder de los Comandos de la Jungla.
"Roguemos a Dios que no nos desalojen porque de lo contrario vamos a morir", dijo Alma Pryor, otra miembro de la organización femenina.
"Si me ubican aquí y aparece oro en este lugar, no pueden expulsarme y apropiarse del mineral. Es buena suerte para mí y mala para otros", apuntó Amania.
Los jefes de la tribu Saramanka han elevado una propuesta para obtener el reconocimiento de zonas económicas en torno a sus comunidades, con la esperanza de proteger a su gente de las grandes trasnacionales como Golden Star.
La idea de zonas económicas surgió en las discusiones sobre el tratado de paz que puso fin a la guerra intestina en 1992.
Si bien el acuerdo expresa que el gobierno debe indicar las zonas económicas para residentes del interior donde pueden cazar, talar árboles, pescar y dedicarse a la minería en pequeña escala para subsistir, la constitución indica que todos los recursos naturales no pertenecen a grupos particulares sino a la nación.
Funcionarios del gobierno dijeron que debido a las cláusulas constitucionales, los residentes del interior no tienen nada que decir sobre lo que ocurre a los recursos naturales en sus zonas.
Sin embargo, los aldeanos aducen que existen leyes internacionales que protegen el derecho de los pueblos indígenas como la Convención de la Organización Mundial del Trabajo (OIT). Señalaron que el gobierno surinamés ratificó esa ley pero no la acató jamás.
Los marunes comprenden el 10,5 por ciento de la población de Suriname, que asciende a 400.000 personas, y fueron cultivadores en el interior del país desde el siglo XVIII. Sin embargo, la extracción de oro, que comenzó como una explotación en pequeña escala, se convirtió en una significativa actividad económica. (FIN/IPS/tra-en/rvdk/cb/ego/pr-if).
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