CUBA: Impulsan campaña en favor de discapacitados

"Tiéndele tu mano", una campaña publicitaria en los medios de difusión, pretende tocar la sensibilidad de los cubanos en su trato hacia los discapacitados.

Iniciada ya en la televisión y la radio con mensajes que promueven hasta el aparentemente sencillo gesto de dar una mano a quien la necesita para cruzar la calle, la campaña es una una gota más en el programa de atención a los miles de minusválidos que habitan en Cuba.

Según la Organización Mundial de la Salud, la discapacidad es la restricción o ausencia de las capacidades de realizar una función en la forma y dentro de los límites estimados normales para cualquier ser humano.

Se calcula que el 10 por ciento de la población mundial sufre algún tipo de minusvalidez y la tendencia es al incremento.

"Somos disminuidos pero tenemos gente brillante, muchos anónimos aunque consagrados y capaces", señala Héctor Acosta, presidente de la Asociación Cubana de Limitados Físico-Motores (ACLIFIM), que no puede nunca separarse de sus muletas.

A su juicio, el término minusválido de por sí encierra cierta discriminación hacia quienes padecen limitaciones.

"Con sus temores, complejos y prejuicios a cuestas, rodeados de miradas ajenas, los discapacitados necesitan una fuerza de voluntad que los lleve a levantarse todo los días de la cama y un amor a la vida que los llamados 'normales' no suponen", afirma una psicóloga.

En Cuba funcionan, además de la ACLIFIM, la Asociación Nacional del Ciego (ANCI) y la Asociación Nacional del Sordo (ANSOC).

Estas agrupaciones "más que un medio para resolver problemas crean un ambiente para fomentar las relaciones humanas", dice Acosta.

La ACLIFIM tiene cerca de 50.000 miembros, la ANCI 20.000 y la ANSOC cuenta con más de 14.000 asociados.

En Cuba los discapacitados afirman haber alcanzado un lugar digno en la sociedad a partir de la llegada al poder del gobierno de Fidel Castro en 1959.

El inicio de programas de incorporación al trabajo, al estudio, al deporte y la cultura, sin tabués sociales ni sexuales es considerado uno de los logros de ese proyecto social, que pretende consagrar la igualdad de derechos, deberes y garantías de los discapacitados.

En 1994, el español Bernardino Espejo, de la Organización Internacional de Trabajo, estimó "realmente impresionante lo Cuba hace por los discapacitados en momentos tan duros" y que "haría falta en la región una obra humana de esa envergadura".

"Una gran parte de los jóvenes ciegos o con graves defectos visuales que viven en la región no tiene acceso a la educación, el empleo y la rehabilitación", según Mariano Godachevich, coordinador de la comisión de jóvenes de la Unión Latinoamericana de Ciegos (ULAC).

Sin embargo, el proceso cubano no ha trascurrido sin traumas y los discapacitados aseveran que siguen encontrando falta de sensibilidad y comprensión en muchas personas, asi como que la ciudad no está preparada urbanísticamente para ellos pese a contrar con normas en ese sentido desde 1991.

Incluso su derecho a la educación superior debió ser discutido en un congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas.

"Falta una formación social mediante la cual al individuo, desde pequeño, se le cree conciencia y sensibilidad sobre el asunto", afirmó Acosta en entrevista al semanario Tribuna de La Habana.

Por otra parte, los 134 talleres existentes para brindar trabajo a los discapacitados no son suficientes.

El problema del empleo, uno de los más acuciantes en la sociedad cubana actual, podría tener solución para los discapacitados con un programa que se implanta en todo el país desde septiembre de 1995 y debe concluir en diciembre.

Un experimento realizado en dos municipios del país, Boyeros, en la Habana, y Santa Clara, a 300 kilómetros de la capital, arrojó resultados positivos en la incorporación de una cifra apreciable de minusválidos a la actividad laboral, por lo que se decidió extenderlo a toda la isla.

Sin embargo, no pocos impedidos se resisten al empleo en instituciones estatales y prefieren acogerse al trabajo por cuenta propia, aunque reconocen que sólo una mínima parte de ellos que obtienen la licencia pueden realmente producir algo, condición para estar autorizado.

"Podemos vender y servir de intermediarios, pero producir muy pocos", dice Ramón, un mulato cuya fuerza esconde la inutilidad de sus piernas.

La crisis económica los ha llevado a vender en la calle. Muchos de ellos comercializan artículos provenientes en buena parte del mercado negro en el parque de la estación central del ferrocarril. (FIN/IPS/rs/dg/pr/96

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