MALASIA: Males sociales empañan el crecimiento económico

Semejantes a mísiles gemelos, las Torres de Petronas, los edificios más altos del mundo, se alzan en la capital malaya de Kuala Lumpur como moderno signo de opulencia y modernismo, aunque no para todos sus habitantes…

Esas alturas de vértigo hicieron pensar a muchos malayos que están bien encaminados para alcanzar el nivel de nación desarrollada en el proximo siglo, bajo el plan gubernamental "Visión 2020".

En efecto, el rápido crecimiento económico de Malasia en apenas tres décadas ha sido ensalzado como un modelo para los países en desarrollo. Desde hace ocho años, su economía ha estado creciendo a un promedio de casi nueve por ciento.

Su ingreso anual por persona es de 3.520 dólares y es el segundo del Sudeste Asiático despues de Singapur.

Sin embargo, como la bruma permanente que envuelve las torres gemelas de Petronas, nuevos desafíos han surgido y nublan las vibrantes expectativas económicas del país.

Muchos analistas dicen que está surgiendo una cultura sórdida y materialista en este país de 20 millones de personas, lo cual lleva a la apatía sobre problemas socioeconómicos a muchos malayos.

"Visión 2020 tiene nueve desafíos, pero hay exceso de énfasis solo en uno: el desafío económico", señaló el activista social y docente de administracion S. Subramaniam.

"Los otros desafíos han sido ignorados. Una sociedad libre y democrática, una sociedad solidaria…, todo esto recibió simplemente un tratamiento verbal", lamentó.

La inflación y el alza de precios está afectando la clase baja y media-baja que todavía lucha para escalar posiciones. Muchos malayos piensan que el Indice de Precios al Consumidor (CPI), que indica un bajo aumento anual de precios del 3-4 por ciento, no refleja el verdadero panorama.

Esto se debe a que los fuertes aumentos en los precios de las propiedades no se incluyeron en el CPI y solo figuran los alquileres de viviendas.

Los precios de las casas se han disparado por encima del poder adquisitivo de los malayos pobres y, por esa razón, proliferan chabolas con techos de madera o aluminio en terrenos privados, en medio de condiciones de vida poco higiénicas.

A pesar de que el gobierno esta empujando a contratistas privados para que construyan casas baratas, pasará algún tiempo antes que se aprecien los resultados.

Entretanto, la inadecuada atención prestada a las viviendas de gente con bajos ingresos se ha puesto de manifiesto. Muchas colonias abusivas han proliferado en torno a zonas industriales. Actualmente, cientos de miles de ocupantes ilegales de casas tratan de subsistir en Kuala Lumpur.

A medida que aumenta el costo de vida, una nueva subclase malaya está emergiendo, que apenas puede afrontar los aumentos de precios de productos básicos como pescado y verduras, y gastos como tarifas télefonicas y peajes de autopistas.

Los indicadores sociales de Malasia son a menudo mejores que los de otras naciones en desarrollo de Asia, pero la necesidad de mejorarlos todavía no ha sido encarada por el gobierno, que solo se muestra preocupado por las cifras de crecimiento.

De 1990 a 1995, solo el 78 por ciento de la población del país tuvo acceso al agua corriente, indicó el Informe de Desarrollo Humano de la ONU.

La cifra baja al 66 por ciento en áreas rurales. En el mismo período, 1,2 millones de personas no tuvieron acceso a instalaciones sanitarias apropiadas. Alrededor de 665.000 niños padecieron desnutrición con más del 25 por ciento debajo de los cinco años de edad.

El gobierno apunta a la baja incidencia de pobreza absoluta para resaltar su éxito en erradicar la miseria. En realidad, el record malayo para recortar la pobreza -disminuyó del 40 por ciento en 1970 a menos del 14 en la actualidad- es notable.

Sin embargo, las disparidades en los ingresos siguen siendo muy amplias y el 40 por ciento de los ocupantes de casas más pobres solo tienen una participación de ingresos del 12 por ciento.

Educación es un arma clave en la lucha contra la pobreza, pero la baja moral entre maestros y salarios poco atractivos han bajado la calidad de la instrucción.

Todavía, uno de cada cinco malayos no puede leer. Con el 82,2 por ciento de alfabetismo, el índice malayo sigue a aquel de Vietnam, Sri Lanka y Filipinas. La educación superior está en una encrucijada, con iniciativas pendientes para semiprivatizar universidades estatales, lo cual aumentaría los aranceles.

Destinada a mejorar la eficacia y competitividad del país, la iniciativa de privatización provocó alzas de tarifas, prácticas monopólicas e insensibilidad hacia los consumidores, coincidió la mayoría de los críticos.

Los consumidores no lo tomaron con calma. En agosto, la privatización del gigante Tenaga National provocó malestar y airadas críticas del público, tras una garve caída del suministro eléctrico a nivel nacional.

El auge económico tambien tuvo efectos colaterales.

Las fábricas de trabajo intensivo tropiezan con dificultades para reclutar personal y poder cumplir con los obnjetivos de producción, a pesar que hay alrededor de dos millones de trabajadores extranjeros en Malasia.

Como los salarios aumentan en una economía con empleo virtualmente pleno, algunas multinacionales se están mudando a Vietnam, China y Camboya donde la mano de obra es más barata.

Esto ha agudizado un empantanamiento en la industria electrónica, especialmente en Penang, que es el equivalente malayo de Silicon City, en Estados Unidos. El gobierno confía atraer inversores en alta tecnología para reemplazar esas compañías, pero la transferencia tecnológica no se produjo bastante rápido.

Preocupaciones ambientales, incluyendo la construcción de megaproyectos como la represa de Bakun en el estado de Sarawak, han nublado la euforia sobre las notables estadísticas económicas.

"En nuestra escalada por crecimiento y desarrollo, parece que hemos desechado nuestro ambiente", declaró Mustafá Anual, del grupo reformista Aliran.

Tambien hay temores acerca de problemas como residuos tóxicos, la polución atmosférica y el tráfico. De los 1.800 ríos del país, el 22 por ciento tiene serios problemas de contaminación.

Tambien en la carrera al desarrollo, constructores inescrupulosos han levantado altos edificios sobre colinas inestables y talado árboles indiscriminadamente. Como resultado, las lluvias torrenciales han provocado graves avalanchas.

Una bruma provocada por la polución atmosférica pende casi constantemente sobre los grandes centros urbanos del país, en especial Kuala Lumpur y Penang, mientras las calles ciudadanas se ven abarrotadas de tráfico.

Se espera que el número de vehículos aumente en Kuala Lumpur y Penang a medida que el fabricante nacional de automotores, Pro ton, incremente su producción.

Problemas sociales, incluyendo drogadicción, abusos contra niños y bebés abandonados, tambien están en aumento. "Capitalismo y fuerte sentido materialista han hecho menos solidaria a la gente", apuntó Subramaniam. "Si se pretende el crecimiento económico es difícil promover una sociedad humanamente atenta".

Muchos activistas de derechos civiles agregaron que las reformas democráticas están rezagadas respecto a los progresos económicos. La prensa sigue bajo férreo control del gobierno, mientras la draconiana Ley de Seguridad Interna y aquella de Secretos Oficiales continúan plenamente vigentes.

"Es difícil que se refuerce la sociedad civil en Malasia, dado el énfasis en la dimensión económica a expensas de otros aspectos humanos", comentó Subramaniam. (FIN/IPS/tra-en/ann/js/ego/dv).

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