El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, proclamó hoy el triunfo de la campaña relámpago lanzada contra Iraq en represalia por el ataque del ejército iraquí a la norteña ciudad kurda de Irbil.
El bombardeo estadounidense del sur de Iraq fue "una medida adecuada de respuesta" a la incursión militar iraquí del sábado en la zona de exclusión del norte, y tuvo impacto en "la situación estratégica" del régimen de Saddam Hussein, afirmó Clinton en una breve aparición ante la prensa.
Así mismo, el presidente negó que las dos olas de misiles crucero descargadas por Estados Unidos sobre bases militares del sur de Iraq perjudicaran la coalición internacional que en 1991 obligó al ejército iraquí a retirarse del invadido Kuwait.
Al respecto, destacó que Washington ha recibido el respaldo en la actual crisis de Alemania, Canadá y Gran Bretaña, y que, en su opinión, "nuestros socios árabes comprenden claramente lo que hemos hecho y los riesgos enfrentados".
Para fundamentar su afirmación, señaló que Arabia Saudita, si bien mantuvo silencio frente a la lluvia de misiles sobre territorio iraquí, aún permite el paso de los aviones de guerra de Estados Unidos que cotidianamente realizan vuelos de vigilancia sobre las zonas de exclusión del sur y el norte de Iraq.
Estados Unidos amplió el martes del paralelo 32 al 33 la zona de exclusión en el sur de Iraq, trazada al finalizar la guerra del Golfo, mientras la segunda se extiende al norte del paralelo 36. La aviación iraquí no puede franquearlas, por resolución del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Las zonas de exclusión fueron diseñadas para prevenir ataques de Iraq a Kuwait y Arabia Saudita y para proteger a la minoría kurda asentada en el norte y a los islámicos chiítas del sur.
Analistas independientes cuestionaron la optimista intervención de Clinton, advirtiendo que es prematuro concluir que la crisis ha sido resuelta satisfactoriamente o que la coalición antiiraquí permanece intacta.
Francia y Rusia se opusieron a los bombardeos y la misma censura expresaron varios estados árabes, especialmente Egipto y Jordania, considerados aliados de Washington en Medio Oriente.
Como indicó el propio Clinton, mucho depende de la reacción del gobierno de Saddam Hussein, que declaró "nula y sin valor" la ampliación de la zona de exclusión del sur, que llega ahora casi a las puertas de Bagdad.
Los militares iraquíes desafiaron este miércoles la zona ampliada, al menos en dos ocasiones.
El secretario de Defensa de Estados Unidos, William Perry, informó a la prensa que un radar iraquí siguió sobre el área a un avión estadounidense, aunque fue luego anulado por un misil disparado del mismo aparato.
En el segundo caso, dos aviones de combate MiG de Iraq se aproximaron a la zona de exclusión, pero se retiraron ante la presencia de cazas estadounidenses.
Los estrategas estadounidenses sostienen que la zona de exclusión ampliada incluye las principales instalaciones militares iraquíes, y entre ellas algunas de las más importantes bases de la fuerza aérea.
La efectividad de la zona hará imposible que el ejército iraquí entrene con la fuerza aérea, lo cual disminuirá el riesgo que puedan correr Kuwait o Arabia Saudita.
"Al prohibir este espacio aéreo al régimen iraquí, estamos en condiciones de prever con mayor anticipación cualquier posible decisión (de Saddam Hussein) de dirigirse al sur para atacar a nuestros amigos y aliados", dijo este miércoles a la prensa el general de la Fuerza Aérea, Joseph Ralston, vicepresidente del Estado Mayor Conjunto.
Pese a que Saddam Hussein no consiga desafiar el dominio de Estados Unidos en los cielos del sur, no parece que haya sido disminuida de forma significativa su capacidad ofensiva en el norte kurdo.
Fuentes oficiales informaron este miércoles en Washington que muchos de los 40.000 soldados lanzados el sábado a la intervención iraquí en Irbil, ahora se han retirado o han sido dispersados.
No obstante, de acuerdo con lo dicho en la tarde de este miércoles por el portavoz de la Casa Blanca, Mike McCurry, "las fuerzas que permanecen en el lugar tienen capacidad ofensiva".
"No estamos seguros de que la dispersión indique ningún tipo de retirada", admitió el funcionario.
Saddam Hussein mandó su ejército al norte, aparentemente, a pedido del Partido Democrático del Kurdistán (KDP), que conduce Massoud Barzani, el cual ha disputado largamente el control de la región con una segunda facción kurda, la Unión Patriótica del Kurdistán (PUK), liderada por Jalal Talabani.
Talabani, según se informó, ha tenido el respaldo de Irán, que en julio envió varios miles de soldados al territorio kurdo, para perseguir a los rebeldes contrarios a Teherán.
De acuerdos con algunos expertos estadounidenses, la intervención de Iraq en favor de Barzani se debió en gran medida a aquella acción de Teherán y a la ausencia de toda condena por parte de Washington en aquel momento.
En los dos últimos años, la diplomacia de Estados Unidos intentó reconciliar las dos facciones kurdas.
Un nuevo cese del fuego entre ellas fue logrado el mes pasado, e incluso se programó la realización de una conferencia de paz en Londres, que sería presidida por Robert Pelletreau, Secretario de Estado adjunto para Asuntos del Cercano Oriente.
Este miércoles, McCurry volvió a hacer un llamado a ambas partes para que concurran a una mesa de negociaciones de paz con el auspicio de Estados Unidos.
La influencia estadounidense en ambos bandos kurdos, sin embargo, parece haber disminuido a raíz de la intervención de Saddam Hussein en el conflicto, tal como fue indirectamente subrayado por el propio McCurry.
Ello fue evidente cuando el portavoz de la Casa Blanca atacó con fuerza una sugerencia del candidato presidencial republicano, Robert Dole, en el sentido de que Washington debería exigir la retirada completa de las fuerzas iraquíes del territorio kurdo.
"Debería (Dole) explicar al pueblo estadounidense de qué forma eso debería hacerse", dijo McCurry. "Eso significaría prolongar la permanencia de las fuerzas de tierra de Estados Unidos en la región".
McCurry subrayó que los intereses nacionales de Estados Unidos no están "lo suficientemente comprometidos" para justificar una intervención directa en el conflicto de la región kurda.
En cambio, Clinton prefirió actuar en el sur, donde los intereses de Washington son más claros, haciendo que Saddam Hussein "pague un precio" por su ataque a Irbil, según dijo McCurry.
"No podemos predecir todo lo que Saddam Hussein pueda hacer", advirtió Clinton este miércoles. "Pero ahora él sabe que existe un precio a pagar por traspasar las líneas impuestas por las resoluciones de las Naciones Unidas". (FIN/IPS/tra-en/jl/ff-arl/ip/96