Un balance positivo de la Conferencia de las organizaciones no gubernamentales (ONG), celebrada en la capital italiana del 19 al 21 de septiembre, hicieron cuatro de sus protagonistas de América Latina, Africa y Europa.
Amelia Zambeze, de la Asociación Mozambicana de la Mujer Rural, planteó sin embargo la necesidad de continuar adelante, mas allá de esta conferencia, para que la Cumbre Mundial adopte "nuestras propuestas en favor de las comunidades rurales, que son los sectores más vulnerables de la sociedad".
Las ONG fijaron en la reunión, convocada por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), las posiciones que presentarán a la Cumbre Mundial sobre la Alimentación que se efectuará del 13 al 17 de noviembre.
La Cumbre, dijo Amelia Zambeze, debe provocar a nivel mundial una sensibilidad general mayor sobre los problemas de la alimentación, provocados por la aplicación de las injustas políticas gubernamentales.
El foro de las ONG fue importante, agregó, para sensibilizar a los gobiernos, a la opinión pública y a la comunidad internacional sobre las consecuencias que esas políticas: mayor pobreza, falta de alimentos y carencia de una seguridad alimentaria para todos.
El dirigente mexicano Luis Meneses declaró a IPS que uno de los acuerdos más importantes de la Conferencia de las ONG fue que el "hambre no se debe ver como una causa de la situación de crisis que hay en el mundo, sino un efecto de las políticas globales de ajuste estructural que se están aplicando".
Según Meneses, coordinador ejecutivo de la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas de México, las ONG pusieron en evidencia que se debe intentar resolver los problemas del hambre del mundo a través de un comercio justo, que no siga beneficiando a las grandes empresas transnacionales.
Señaló que la Cumbre "no solo debe patentar el control de los recursos genéticos, sino facilitar que los dueños de los recursos los podamos manejar y disfrutar de sus beneficios en armonía con la naturaleza, no para distorsionarla".
Llamó la atención de un peligro que se puede presentar en la Cumbre: a los pueblos, a las gentes que nosotros representamos, no les sirve de nada que se vuelva a acordar un plan de acción en una reunión internacional tan importante como es ésta, si no lleva consigo mecanismos de control y participación social.
El problema no lo solucionarán sólo los gobiernos, sino que deberá hacerlo toda la sociedad, pero para ello es necesario cambiar los códigos de conducta de las grandes empresas transnacionales y hacer un código de conducta de los gobiernos en favor de los pueblos.
"Esperamos que la Cumbre adopte programas reales para erradicar el hambre y que podamos avanzar hacia un acuerdo para el combate al hambre y por la seguridad alimentaria entre las organizaciones sociales y los gobiernos".
Edwin Zablah, secretario general de la fundación Augusto C. Sandino, de Nicaragua, sostuvo que las ONG, como se destacó en la Conferencia, deben cumplir un papel muy importante de control de los acuerdos que adopte la Cumbre.
El documento final de esta reunión, manifestó, recoge sobre todo las experiencias que las ONG tienen en su trabajo cotidiano directo con las bases sociales, lo cual puede ser un aporte fundamental a la Cumbre Mundial sobre la Alimentación.
"Esta experiencia, que no todos los gobiernos tienen, ha comenzado a ser reconocida por algunos de éstos", afirmó Zablah, cuya organización trabaja con los campesinos nicaragüenses más pobres.
Antonio Onorati, presidente de la ONG italiana Centro Internacional Crocevia, que trabaja con ONG del Sur, en especial campesinas, destacó la importancia que la Conferencia de las ONG la haya organizado la FAO y que haya invitado a las ONG con una "visión muy amplia".
Denunció el peligro que el Plan de Acción que debe aprobar la Cumbre, junto a una Declaración Política, de los cuales se conoce ya un borrador, aún no definitivo, es una "respuesta muy tímida y totalmente subalterna a la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Los documentos de la Cumbre no resuelven dos problemas, afirmó: no impide que los alimentos sigan siendo un arma, como el embargo, y no impone reglas a la circulación de los productos alimentarios. (FIN/IPS/jp/jc/dv/96