Hay pocas posibilidades de que Estados Unidos y Rusia figuren entre los primeros 65 países en ratificar la Convención de Armas Químicas (CWC), aunque son los dos estados que almacenan la mayor cantidad de este tipo de armamento.
Unos 169 países firmaron la CWC en enero de 1993, pero las ratificaciones han sido lentas. La convención entrará en vigor 180 días después de la 65 ratificación. Hasta ahora fue ratificda por 64 gobiernos, y Camerún y Portugal fueron los últimos.
A pesar de su resistencia al Tratado de Prohibición Completa de Pruebas Nucleares (CTBT), India, que cuenta con una importante industria química, ratificó a comienzos de este mes, en una medida que fue saludada por la Organización para la Prohibición de Armas Nucleares (OPCW), instalada en La Haya para hacer el trabajo preparatorio de la CWC.
Una vez que los 65 países hayan ratificado, la OPCW entrenará a 200 inspectores para supervisar el cumplimiento de las duras medidas de verificación de la convención.
Los países de la CWC deben destruir sus armas químicas en un plazo de 10 años y desmantelar o convertir, bajo estrictas reglas, cualquier instalación para la producción, y brindar información detallada sobre la producción y exportación de una serie de productos químicos.
Además, deben abrir sus plantas químicas a la OPCW para inspecciones de rutina y sorpresivas. También se les prohíbe entergar ciertos químicos a países no firmantes, como Iraq, Libia, Corea del Norte y Siria.
Egipto respalda el tratado pero no firmará debido al "desequilibrio de seguridad" en Medio Oriente.
No obstante, la OPCW afirma que la ratificación de Estados Unidos y Rusia, que tienen reservas de armas químicas de 30.000 y 40.000 toneladas respectivamente, es esencial. "La convención será poco significativa sin ellos", dijo en entrevista telefónica con IPS el vocero de la OPCW Sergei Batsanov.
A comienzos de este mes, el senado de Estados Unidos pospuso la ratificación hasta el año próximo, tras las elecciones presidenciales de noviembre.
Los impulsores de la CWC temieron que no alcanzarían la mayoría de dos tercios necesaria para la ratificación del tratado, ante la oposición de al menos 25 senadores republicanos de derecha.
Las presiones para la ratificación provinieron del presidente Bill Clinton y la Asociación de Manufactureros Químicos (CMA), la cual vendió el año pasado más de 60.000 millones de dólares en químicos a compradores extranjeros.
La CMA teme las sanciones comerciales que podrían imponerse a los no ratificantes una vez que la convención entre en vigor, y espera que el Senado tenga una composición diferente a fines de este año.
En Rusia, el parlamento deberá debatir formalmente la ratificación este mes, aunque ya se realizaron varias rondas de discusiones informales.
Pero antes de que el proceso pueda ser iniciado, Rusia debe cumplir con su programa para la destrucción de sus armas químicas, y se elabora una ley al respecto.
No obstante, se requiere un memorando del gobierno detallando la forma en que se financiará el proyecto. Este es el primer obstáculo para Rusia, que enfrenta serias dificultades económicas. El costo del programa de destrucción se estima en unos 4.000 millones de dólares.
Alemania, Estados Unidos, Suecia y Holanda ofrecieron algo de apoyo para ese fin, dijo Batsanov, pero las cantidades "no se acercan a lo necesario", aunque la asistencia podría aumentar considerablemente como resultado de nuevas negociaciones con Washington.
En principio, no hay en el parlamento ruso oposición al tratado, y las objeciones sólo se refieren a la incapacidad económica. Las objeciones a la CWC también señalan que cualquier país sujeto a una inspección deberá pagar por ella.
Los problemas políticos en Estados Unidos y las dificultades económicas en Rusia implican un peligro real de que ninguno de los dos ratifique el tratado antes de que entre en vigencia, aunque Batsanov no duda de que ambos se proponen hacerlo.
La no ratificación tendría repercusiones "desagradables" para Washington y Moscú, ya que no podrán tomar decisiones en la OPCW ni integrar su Comité Ejecutivo, señaló Batsanov.
Ciudadanos rusos y estadounidenses no serán elegibles para puestos en la organización, la cual involucrará una burocracia considerable. (FIN/IPS/tra-en/jmp/rj/lp/ip/96