La historia trazó un círculo completo en Sarajevo. Hace 54 meses, dos antiguos amigos se encontraron en secreto para evitar una guerra en Bosnia-Herzegovina. Fracasaron. Volverán a reunirse la semana próxima, con el mismo objetivo.
Se trata del serbio Momcilo Krajisnik y el bosnio Alija Izetbegovic, integrantes del triunvirato electo que gobernará Bosnia-Herzegovina.
¿Fracasarán? Muchos observan los antecedentes de los dos líderes, fervientes nacionalistas que llevaron al país a la guerra civil en 1992, y contestan, sin vacilar: sí.
La opinión general es que las autoridades electas el sábado 14, integradas según el acuerdo de paz de Dayton firmado el año pasado, no lograrán recrear una Bosnia-Herzegovina única y apenas consolidarán la partición forjada por la guerra y la limpieza étnica.
Es una perspectiva deprimente. "No tenía ninguna razón especial para votar, y no solo porque era obvio que iban a ganar los nacionalistas otra vez, sino porque no creo que yo tenga un futuro en este país", dijo Senada Bahto, de 30 años, ex profesora de la Universidad de Sarajevo.
En abril de 1992, pocos días después de los primeros disparos que asediaron Sarajevo, Krajisnik, entonces portavoz del parlamento de Bosnia, e Izetbegovic, que era presidente, se reunieron en secreto para frenar la inminente guerra civil.
Krajisnik manifestó a Izetbegovic el desacuerdo de los serbios en Bosnia con el gobierno que encabezaban los musulmanes, por lo cual reclamó la entrega de más de la mitad de Sarajevo. De lo contrario, anunció, la ciudad sufriría un ataque militar.
Izetbegovic reafirmó frente al líder serbio su autoridad como presidente de un único estado internacionalmente reconocido y rechazó la idea. Así comenzó una guerra de tres años y medio, en la que murieron cientos de miles de bosnios y tres millones abandonaron sus hogares.
El acuerdo de Dayton puso fin a los combates, pero no a las disputas. Cuando los dos dirigentes se reúnan la semana próxima nuevamente, esta vez como representantes de musulmanes y serbios en el triunvirato, sus sentimientos nacionalistas no serán opacados por los sacrificios de sus pueblos.
Pero en 1992 era fácil amenazar con una guerra. Esta vez, la realidad rompe los ojos. "La actual situación recuerda a la anterior, pero las circunstancias son completamente distintas, aunque Krajisnik está de vuelta", dijo Izetbegovic la semana pasada en Sarajevo.
"La utopía nos costó mucha sangre. Nuestro aspiración a la independencia siempre permanecerá. Pero si no somos realistas, no habrá futuro", dijo Krajisnik, casi al mismo tiempo, en Pale, la "capital" de la entidad política serbia en Bosnia que carece de reconocimiento internacional.
Los defensores del acuerdo de Dayton consideran la reanudación de la actividad política y económica conjunta como la clave de una paz segura. Pero la confianza del público bosnio es baja.
Una encuesta efectuada en abril por Muhamed Nuhic, profesor de Ciencia Política en Sarajevo, reveló que menos de la mitad de la población de la ciudad expresaba algún interés en la actividad política.
En un análisis publicado por el diario Oslobodjenje, Nuhic atribuyó la apatía del electorado a la falta de capacidad de la dirigencia política en la resolución de los grandes problemas, y aun para estabilizar el estado y la vida de los ciudadanos.
"El período posterior a Dayton fue muy difícil. Muchos querían abandonar el país. Al final, convencimos a la mayoría y se quedaron en sus hogares. Los bosnios solo abandonan su tierra cuando los obligan", dijo Zijad Imamovic, funcionario de la Alcaldía de la ciudad de Zenica.
Las perspectivas económicas son penosas. Más de 500.000 jóvenes que engrosaban los ejércitos en pugna pasan momentos duros para mantener a sus familias.
Pero los funcionarios internacionales a cargo de la supervisión del cumplimiento del acuerdo de Dayton postulan un "comienzo rápido" para la posguerra en Bosnia-Herzegovina.
El Banco Mundial está convocando una nueva reunión de donantes para enero próximo con la finalidad de obtener fondos para el retiro de minas antipersonales dispersas en todo el territorio del país, la generación de empleos destinados a soldados desmovilizados y la reconstrucción de infraestructura.
Así, gradualmente, la normalidad se restaura. "Para aquellos que tienen trabajo, vivir en Sarajevo no es tan difícil. Los precios no son altos, aunque las pensiones son insuficientes", dijo el famoso cantante de ópera Dusan Bugarin, de 65 años.
Bugarin vivió en la ciudad por más de 30 años y ahora enseña arte en la universidad local. "La experiencia de la guerra fue espantosa para la mayoría de la población, pero creo que ahora comenzamos a vivir una vida normal. Estoy cantando con todos los coros de las iglesias de Sarajevo", se ufanó.
"Fui a Roma en Navidad con el coro de la iglesia católica y luego a Túnez con el de la comunidad musulmana. Nadie me pregunta si soy serbio, croata o musulmán. Este es el real espíritu de Sarajevo, el espíritu de la cooperación comunitaria", afirmó Bugarin.
Krajisnik, al parecer, tiene problemas en encontrar ese espíritu. El líder serbio se resiste a reunirse con Izetbegovic y con el tercer triunviro, el croata Kresimir Zubak, en la Sarajevo aún gobernada por los musulmanes.
Por eso, según distintas versiones, Krajisnik reclamó que la reunión se celebre en la "frontera interétnica" que divide a Bosnia-Herzegovina en dos. El edificio, según la solicitud del triunviro serbop, deberá contar con una puerta a ambos lados, así evitará caminar por suelo musulmán.
Krajisnik también expresó en nombre del pueblo serbio malestar por que Izetbegovic presidirá el triunvirato durante los primeros dos años, pues fue el candidato que obtuvo más votos individualmente.
Aunque cuatro quintas partes de la población, según el informe de Nuhic, teme que la guerra se reanude, la permanencia de tropas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en el país y la cercanía en el tiempo de los encarnizados enfrentamientos la hace poco probable.
El mayor peligro es que la intransigencia de los nacionalistas convierta la supuestamente transitoria frontera interétnica en una división permanente, lo cual se sabrá en los próximos dos años, tras los cuales se celebrarán nuevas elecciones.
"Si el reparto del poder no funciona, el futuro de este país es muy débil", dijo Carl Bildt, el principal funcionario internacional a cargo de la supervisión del proceso político.
"La mañana siguiente a las elecciones, nos despertamos con la sensación de que nada volvería a ser igual. Ese domingo, decidimos que era hora de decidir. El alba está cerca y tenemos dos años para despertar", escribió Slavko Santic, columnista del diario Oslobodjenje.
"Entonces sabremos con claridad lo que nuestros líderes, ahora electos, hicieron de nosotros: naciones sedientas de sangre, pueblos infelices que viven en el desastre, sin nada más que un gran número de muertos queridos. Adiós, hasta las próximas elecciones y un nuevo despertar", concluyó Santic. (FIN/IPS/tra- en/mc/ab/rj/mj/ip/96