R. DOMINICANA: Fernández asume bajo la sombra de Balaguer

Leonel Fernández, un abogado de 43 años, asumió hoy la Presidencia de la República Dominicana en un acto que puso fin a la hegemonía de Joaquín Balaguer -caudillo político ahora ciego y octogenario-, quien durante 30 años ocupó el poder con mano tan firme como la del dictador Rafael Trujillo.

Hijo político de Trujillo, Balaguer sucedió a su mentor en los años 60, logrando manejar todos los hilos del poder, incluso los electorales, hasta el momento actual, en que acaba de entregar la primera magistratura al candidato apoyado por él.

Esta forma de transición sugiere que aún no ha terminado la influencia del mañoso Balaguer en este país latinoamericano del Caribe, que con una población de siete millones de personas comparte con Haití el territorio de la isla La Española.

Balaguer debió aceptar un retiro anticipado, en el ecuador de su último mandato presidencial, después de acordar con el Parlamento una reforma del sistema electoral a consecuencia de su discutida victoria, por menos de uno por ciento de los votos, en las elecciones de 1994.

Diversos equipos de observadores internacionales aseveraron entonces que se había producido un amplio fraude para reelegir a Balaguer. Bajo presión de Estados Unidos y la Unión Europea, el viejo líder aceptó retirarse en la mitad del mandato.

Fernández ha prometido reformar de manera radical la política y la administración, combatiendo la corrupción. Tanto la Justicia como la policía y las fuerzas armadas han estado hasta ahora bajo la fuerte influencia de Balaguer, y a menudo bajo su intervención directa.

El gobierno abandonó en los últimos tiempos toda disciplina fiscal, olvidando sus compromisos con las instituciones de crédito internacionales. Sólo en las dos semanas que precedieron a las transmisión del mando, Balaguer inauguró una serie de obras públicas aún inconclusas.

La administración de Fernández recibirá la carga de pagar estos proyectos, lo cual será sólo una parte del legado de Balaguer.

El gobierno debe pagar también el enorme edificio llamado El Faro de Colón, levantado sobre una colina que domina el puerto de Santo Domingo como símbolo de la reivindicación dominicana de que esta tierra fue la primera que pisó Cristóbal Colón en el nuevo mundo. Su costo fue estimado entre 100 y 200 millones de dólares.

El nuevo Presidente tendrá dificultades para ejecutar su política, en primer lugar porque su propio Partido de la Liberación -que en sus orígenes se definió como marxista pero ha evolucionado hacia el centro- tiene una reducida representación parlamentaria.

Sólo cuenta con 13 escaños en 120 del Congreso, y uno entre los 30 que forman el Senado.

El Legislativo está dominado por el principal grupo opositor, el Partido Revolucionario del socialdemócrata José Francisco Peña Gómez, y el conservador Partido Reformista de Balaguer.

La forma en que Fernández fue elegido está en el origen de las dificultades políticas que deberá enfrentar.

En la primera vuelta de la votación para elegir presidente, realizada en mayo, Fenández fue segundo de Peña Gómez, mientras que Jacinto Peynado, candidato del Partido Reformista, debió conformarse con un triste tercer puesto, tras haber perdido el favor de Balaguer, anteriormente su mentor.

El resultado de la segunda vuelta, en junio, fue obtenido por el mismo Balaguer, quien arrojó el apoyo de los reformistas en favor de Fernández, que así pudo vencer a Peña Gómez.

Desde aquel momento, el nuevo Presidente y sus asesores han insistido en que no existe ningún compromiso con Balaguer y que el gobierno seguirá una política ajustada al programa del Partido de la Liberación.

La opinión más generalizada, en cambio, sostiene que Fernández se verá fuertemente influenciado por el ex presidente y que esa influencia tendrá oportunidad de manifestarse cuando el gobierno intente vencer la oposición del Partido Revolucionario en el Parlamento.

Los acuerdos ya formalizados con los acreedores extranjeros, y otros que están en fase de negociación, comprometen a Fernández a realizar reformas económicas, incluyendo la aceleración de las medidas de privatización de empresas estatales deficitarias.

Uno de los primeros desafíos que esperan a Fernández será la rehabilitación del sector energético, en vista de la "crisis de la electricidad" que el país soporta desde hace cuatro años, con una empresa energética estatal ineficiente y al borde de la quiebra.

La economía que Fernández recibe, aunque afectada por los despilfarros de Balaguer, se ha comportado de forma aceptable en los últimos cuatro años. El crecimiento económico fue de 4,8 por ciento el año pasado, superando al del año anterior, de acuerdo con el Banco Central.

Ese crecimiento se basó en la expansión de las comunicaciones, el turismo, la minería, los transportes y la construcción. El azúcar, en cambio, que en el pasado fue el pilar de la economía, se contrajo a causa de los problemas que sufre la empresa estatal del sector, fuertemente endeudada.

Los ingresos por turismo cubrieron el año pasado el déficit de la balanza comercial, de 2.000 millones de dólares en un total de comercio exterior de 3.500 millones.

Las reservas internacionales se incrementaron en apenas 100 millones de dólares, produciendo una leve revaluación de la moneda y bajando la inflación el último año a 9,2 por ciento, en comparación con 14,3 por ciento el año anterior.

Los inversores, pese a contar ya con un nuevo régimen legal aprobado hace sólo un año, habrán de esperar hasta que Fernández anuncie su programa económico. Especialmente la inversión extranjera, querrá conocer los planes del gobierno en cuanto a infraestructuras, en particular la electricidad. (FIN/IPS/tra-en/sw/jc/arl/ip/96

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