La historia reciente de América Latina es la del "esfuerzo colectivo por superar la contradicción entre el régimen democrático de tipo europeo con la desigualdad social descomunal de la región", sostuvo hoy en esta ciudad el economista mexicano Jorge Castañeda.
Ese "hilo conductor" dominó la evolución regional de los últimos 50 años y probablemente lo hará en los próximos 50, sintetizó Castañeda al inaugurar en Río de Janeiro el seminario "América Latina: de la guerrilla a la redemocratización", de dos semanas de duración.
La democracia occidental exige "condiciones mínimas de igualdad para funcionar", según el experto, por lo que empezó por aplicarse parcialmente, excluyendo a los pobres, las mujeres y sectores que no alcanzaban el nivel requerido, y ha ido extendiendo sus límites gradualmente.
En América Latina se trata de implantar el sistema en sociedades "demasiado desiguales", cuando ya es inimiginable hacerlo sólo para una parte de la población, tal como ocurría en Sudáfrica hasta hace pocos años, señaló el autor de "Utopia Desarmada", un libro sobre la izquierda latinoamericana.
Esa incompatibilidad entre el régimen nacido en Europa y la desigualdad se evidenció a fines de los años 50 y comienzos de los 60, dijo Castañeda, cuando una cierta apertura democrática provocó una "sobrecarga de demandas que espantó a las élites", que recurrieron a los militares provocando una ola de dictaduras.
Actualmente se vive otro proceso de democratización y ya se notan brotes de demandas reflejados, por ejemplo, en el zapatismo de Chiapas, en México, y el movimiento de los sin tierra en Brasil.
Eso ocurre cuando las desigualdades se agravaron en la región, demostrando que el crecimiento económico por si solo no provoca una redistrición del ingreso, comentó Castañeda, profesor de la Universidad Autónoma de México.
México y Brasil, por ejemplo, registraron una expansión económica impresionante, de más de seis por ciento al año, de 1950 a 1980, pero aumentó la desigualdad y sus élites no lograron implantar un régimen político estable verdaderamente democrático y representativo.
Algo similar pasó en Chile a partir de fines de la década del 70, añadió Castañeda.
Mencionó a Cuba y Puerto Rico como ejemplos de "abatimiento de la desigualdad" en América Latina. Pero esto se debe a "tres factores inaplicables en el resto de América Latina", afirmó.
El aporte masivo de recursos del exterior, desde la Unión Soviética y Estados Unidos durante la guerra fría, fue el primero y, en segundo lugar, un gran éxodo a Estados Unidos de cubanos ricos y puertorriqueños pobres redujo la desigualdad en sus países de origen.
Por último, sus gobiernos dieron prioridad máxima a la reducción de la inequidad, incluso recurriendo al autoritarismo y la represión y renunciando a la independencia.
Otro caso es el de Corea del Sur, donde hubo un "golpe igualitario", con la ocupación estadounidense, imponiendo, tal como hizo en Japón en la posguerra, una redistribución de la riqueza por la fuerza, algo también inaplicable en América Latina, comentó Castañeda.
El intelectual mexicano duda del éxito del nuevo modelo que los organismos financieros internacionales y Estados Unidos están impulsando en América Latina, basado en la creencia de que a más libre mercado corresponde mayor democracia, en un círculo virtuoso.
América Latina es la región de mayores desigualdades en el mundo, con 10 por ciento de los ricos adueñándose de la mitad de los ingresos y la mitad de la población restringida a 20 por ciento de los ingresos, señaló.
En situaciones de tamaña inequidad, el mercado es incapaz de reducirla, aseguró.
Ya hay casi un consenso de que "sin lucha deliberada contra la desigualdad" no habrá solución para el problema, dijo Castañeda, quien concluyó que los intentos de democratizar a los países seguirán generando las tensiones vividas en los últimos 50 años. (FIN/IPS/mo/ag/ip/96
