ZIMBABWE: El país rompe su silencio en torno al sida

El gobierno de Zimbabwe restó importancia al sida desde inicios de la década del 80, al punto que encubrió la gravedad del mal. Ahora, apremiado porque es, posiblemente, el país más afectado del mundo, se apresura a correr las cortinas.

Los políticos de Zimbabwe tardaron más de un decenio, durante el cual se produjeron miles de muertes a causa del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), para darse cuenta de que este mal debía ser motivo de una acciones urgentes.

El secretario del partido gobernante Unión Nacional Africana- Frente Patriótico (ZANU-PF), Didymus Mutasa, dijo al comité central del sector que se pondrá en marcha "una estrategia nacional" para frenar el sida.

El anuncio constituyó un abrupto cambio de rumbo del liderazgo político del país, que, durante más de 10 años, puso un manto de silencio sobre el síndrome.

Cuando se detectó el sida a comienzos de la década del 80, el entonces ministro de Salud, Sidney Sekeramayi, restó importancia a los informes "sensacionalistas", pues, en su opinión, el "periodismo internacional" estaba creando un pánico innecesario.

Para evitar que el público de Zimbabwe se perturbara, el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y el sida se convirtieron en "secretos oficiales".

Esta decisión fue parcialmente influenciada por la creencia de que el síndrome era un castigo a la promiscuidad, la homosexualidad de los blancos y el consumo de drogas intravenosas, problemas "oficialmente ajenos" al país africano.

Pero esta estrategia propagó un falso sentido de seguridad unido a la desinformación. Muchos creyeron, por ejemplo, que el sida era curable y que no se adquiría a través de relaciones sexuales sino a causa de la brujería.

Cuando se diagnosticaron cinco casos en 1985, el temor comenzó a cundir entre los habitantes de Zimbabwe. Ronnie Mutimusekwa, residente en Bulawayo, la segunda ciudad del país, fue echado de su vivienda después de admitir que había contraído sida. Y su caso no fue el único.

En 1988, el gobierno afirmó que hubo errores de diagnóstico y que los portadores de VIH en el país no eran 380 sino 119.

Aunque se prohibió a los médicos debatir las estadísticas sobre sida y mencionarla en los certificados de defunción entre las causas de muerte, muchos comenzaron a darse cuenta de que la situación real del país en la materia estaba siendo encubierta.

De acuerdo con el Programa Nacional de Sida, en septiembre de 1995 había en Zimbabwe, país con una población de 11,2 millones de habitantes, 49.000 casos registrados de sida ya desarrollado, 60 por ciento de los cuales tenían entre 20 y 39 años, la edad más productiva de la vida humana.

"Se estima que Zimbabwe es el país más golpeado por el sida en el mundo. No lo sabemos. Esto tiene y continuará teniendo un tremendo impacto sobre el desarrollo", alertó Yoshiko Zenda, representante del Fondo de Naciones Unidas para la Población (FNUAP) en la nación africana.

El sida será la más acuciantes cuestión de salud pública en Africa en la próxima década, especialmente en Botswana, Malawi, Zambia y Zimbabwe, s intentos para descorrer el manto de silencio recibieron el fuerte apoyo del actual ministro de Salud, Timothy Stamps, quien reveló que 300 personas mueren cada año por enfermedades provocadas por el sida, solo en los hospitales del estado.

Stamps sostuvo que sus antecesores "no trataron la cuestión porque parecía contaminada". "La actividad del gobierno respecto del sida no es políticamente beneficiosa porque puede ofender a algunos grupos conservadores, religiosos o tradicionales que ven el síndrome como un estigma", explicó.

"No hay votos si se habla de sida. Por el contrario, se pierden votos", agregó Stamps.

El segundo vicepresidente de Zimbabwe, Joshua Nkomo, rompió el hielo en abril, cuando reconoció públicamente que su hijo Ernest Thuthani había muerto con sida.

"Miles de jóvenes mueren de esta cosa, pero la gente oculta la verdad y generalmente la mantienen en secreto. Es tiempo de revelarla", dijo Nkomo ante la tumba de su hijo.

Pero el silencio político no fue la única barrera para combatir el síndrome.

Los valores culturales fuertemente arraigados en Zimbabwe impiden hablar abiertamente sobre cuestiones sexuales, al extremo que los avisos publicitarios de condones fueron eliminados de la televisión y la radio.

Al mismo tiempo, se alienta socialmente a la poligamia, por lo cual el eslógan del Ministerio de Salud "mantenga un solo compañero" cayó en oídos sordos.

Cualquiera sea la estrategia que elija el gobierno, deberá seguir los valores culturales del país y contar con una fuerte dirección política.

El activista Iain Kay explicó que "los políticos tienen una tremenda influencia en la vida de la gente" y que "si algo no es políticamente aceptado y respaldado, la población no lo sigue".

Otro activista que pidió reserva sobre su identidad reclamó que "el presidente Robert Mugabe canalice toda su energía en esta cuestión, porque se requieren líderes prominentes, respetados y bien conocidos para frenar el sida".

La franqueza está dando resultados. Las investigaciones más recientes señalan que el ritmo de transmisión del VIH se ha frenado, cuando Zimbabwe fue durante años uno de los países más afectados de Africa.

"La resistencia política y cultural a tratar el sida debe acabar, porque mientras los más viejos se toman su tiempo para reflexionar los jóvenes se están muriendo. El VIH es mortal", dijo Zenda. (FIN/IPS/tra-en/im/jm/pm/mj/he/96

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