La participación activa de los familiares del adicto a las drogas se considera vital en todos los procesos de rehabilitación y tratamientos aplicados en Venezuela.
Psicólogos, orientadores y trabajadores sociales especializados coinciden en que no basta con que el afectado admita la gravedad de su situación y quiera superarla, sino que su familia, e incluso sus amigos más cercanos, deben participar en las terapias y tratamientos de rehabilitación.
José Antonio Abreu, de 24 años, que tuvo contacto con la droga desde los 16, cuando era estudiante de secundaria, y estuvo a punto por esa causa de perder a sus amigos y familiares, dice sentirse emocionado, pues logró reinsertarse en la sociedad y descubrió un núcleo familiar que creía inexistente para él.
Inicialmente, los psicotrópicos eran para Abreu una diversión más. Pero la diversión se tornó traumática, y llegó un momento en que no podía vivir sin las drogas. Gastaba en droga todo el dinero que sus padres le entregaban para el transporte, libros y comida.
"Mi conducta varió notablemente y por supuesto me trajo numerosos problemas con mis hermanos, padres y amigos, quienes nunca imaginaron siquiera que estaba metido en problemas de drogas", dijo a IPS Abreu, un joven de clase media baja.
Fue detenido en un allanamiento policial, aunque, para su suerte, los agentes le encontraron escasa cantidad de droga. Fue catalogado de "consumidor" y recuperó rápidamente la libertad.
También tuvo mucha suerte con sus familiares que, lejos de mostrar una actitud contemplativa o de rechazo, entendieron que se trataba de un problema de todos.
"Para nosotros fue un golpe muy fuerte, pues aunque somos muy humildes, nunca habíamos tenido un problema similar en la familia ni mucho menos habíamos visitado oficinas de la policía ni buscado abogados", relata Josefina, la madre de Abreu.
Su breve detención ayudó a Abreu a reflexionar y comprender que estaba en un grave problema y necesitaba ayuda.
Sus padres lo llevaron a varios centros de rehabilitación, oficiales y no gubernamentales. Junto con el tratamiento recibido, su buena disposición y el valioso apoyo de su familia contribuyeron a rescatar a Abreu, quien asegura que de las drogas no le queda sino un terrible recuerdo.
Las principales ciudades de Venezuela, e incluso las Fuerzas Armadas, cuentan con centros de prevención, atención, rehabilitación y reincorporación social de drogadictos.
Algunos dependen directamente del Estado, pero otros están a cargo de organizaciones no gubernamentales (ONG) y su actividad es evaluada por la Comisión Nacional Contra el Uso Ilícito de las Drogas (Conacuid), de carácter oficial.
Ciertos centros se dedican exclusivamente al área de prevención, aunque también hay institutos que comprenden la rehabilitación, tratamiento, reinserción social, orientación e incluso investigación. Todos coinciden en que no hay programa eficaz sin apoyo de la familia del adicto.
"Es importante entender la magnitud del problema de personalidad que sufre el adicto, la necesidad de que éste se reeduque y, finalmente, trabajar en función de su reinserción tanto en su núcleo familiar como en la sociedad", destacó Guillermo Romero, presidente de la Conacuid.
El proceso de recuperación del drogodependiente "se dificulta enormemente" sin la ayuda familiar, dijo el psicológo clínico Humberto Castillo, presidente de Centegrupo, una ONG vinculada a la lucha contra las drogas desde 1980.
A juicio de Castillo, el problema de la farmacodependencia es pluricausal, y resulta difícil determinar cuál de los factores que intervienen es prioritario o determinante.
Según indicó, muchos estudios concluyen en que algunas familias pueden promover o estimular involuntariamente el uso de drogas en sus miembros.
"Hay familias, aparentemente estructuradas, donde hay adictos a las drogas, y al estudiarlas hemos encontrado problemas graves de incomunicación, agresiones verbales y hasta físicas que minan la autoestima de sus integrantes, ausencia de normas y reglas, así como inexistencia de espacios dedicados a la recreación colectiva", destacó Castillo.
Pero así como en algunos casos la familia crea condiciones para conductas desviadas, también es clave en el proceso de tratamiento y rehabilitación de un adicto, puntualizó el especialista.
La familia actúa como muro de contención, por lo menos hasta lograr que la persona afectada tome conciencia real de sus problemas, explicó Castillo.
"En el proceso de rehabilitación y tratamiento, Centegrupo busca la presencia de aquellas personas -familiares y amigos- que tengan relación signficativa con el afectado, pues (su participación) sirve de apoyo para garantizar la continuidad del proceso", agregó.
En Venezuela, la participación de la familia en los programas de tratamiento es obligatoria.
La ley Orgánica Sobre Sustancias Estupefacientes y Sicotrópicas establece que los padres y representantes de un consumidor de drogas deben someterse a las medidas de orientación y tratamiento que indiquen los especialistas.
Entre las previsiones del Plan Nacional Antidrogas "se destaca la labor comunitaria y dentro de ésta, por supuesto, la participación de la familia y sobre todo, de la madre del afectado", manifestó Romero. (FIN/IPS/wpz/ff/ip pr/96