Sin alternativas que oponer a la ofensiva del neoliberalismo, el movimiento sindical peruano intenta encontrar espacios en un mundo en que cada vez menos trabajadores conservan plenos derechos laborales.
Los expertos señalan que el sindicalismo latinoamericano está asediado por reformas laborales que limitan su fuerza, por altos índices de desempleo y subempleo, y por cambios profundos en la organización del trabajo y la presencia de un número creciente de trabajadores informales.
Medidas tradicionales de lucha como las huelgas son superadas por los hechos y "negociar" es el término de moda, aunque no siempre el resultado sea favorable a los trabajadores.
"Se requiere un viraje ideológico, para que (el sindicalismo) pueda competir programáticamente con la política neoliberal", señaló Julio Godio, consejero regional en programas para los trabajadores de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
"Con su antigua estructura, el movimiento sindical no va a ninguna parte", admitió Eduardo Castillo, subsecretario general de la Confederacion General de Trabajadores de Perú (CGTP).
La CGTP se ufanaba de ser la "principal central del proletariado peruano", y en sus mejores momentos tuvo más de un millón de afiliados. Hoy, en su local central no hay más que amplios espacios vacíos, escritorios desvencijados, un penetrante olor a humedad y un silencio espeso.
Aunque sus dirigentes afirman representar aún a medio millón de trabajadores, en la práctica pocos se sienten identificados con una central que en su congreso de diciembre reunió únicamente a 42 de los 60 comités inscriptos y debió reducir su secretariado nacional de 65 a 41 miembros.
No obstante, todavía le guardan fidelidad organizaciones sectoriales numéricamente importantes, como el Sindicato Telefónico, los maestros, los mineros y los obreros de la construccion civil.
Pero casi 80 por ciento de los maestros son contratados, y por lo tanto, sin derecho a sindicalización, y la federacion minera sólo conserva 56 de los 80 comités de base con que contaba hace 10 años, y sus afiliados disminuyeron de 80.000 a 40.000 en el mismo periodo.
En cuanto a la federación de la construcción civil, lucha por la vigencia de su pliego único de reclamos.
Sólo parece mantener fuerza el Sindicato Telefónico, que acaba de obtener la aprobación de sus demandas, tras enfrentarse a los empresarios espanoles que adquirieron por más de 2.000 millones de dólares la empresa estatal de telecomunicaciones.
Mientras, organizaciones importantes como la Federación Bancaria, a la que pertenece Castillo, agonizan pese a la instalación de numerosos bancos extranjeros.
Los trabajadores de las entidades extranjeras no parecen tener interés en sindicalizarse y muchos no podrían hacerlo, ya que ese sector, como casi todos los servicios, recurre a la subcontratación de trabajo.
"El modelo neoliberal ha destrozado la estabilidad en el trabajo, base material del sindicato", destacó Castillo. A su juicio, el subcontrato representa una forma aguda de explotación.
"En lugar de trabajadores, tenemos una gruesa capa de precarios sin derechos sindicales y en muchos casos, ni siquiera derechos ciudadanos, porque no tienen derecho a la asociación", observó.
Los datos oficiales parecen dar razón al subsecretario general de la CGTP: nueve por ciento de la población económicamente activa de Perú está desempleada y 74,3 por ciento es subempleada. Muchos expertos creen que los porcentajes son en realidad mayores.
Mientras, Perú encabeza la lista de países latinoamericanos denunciados a la OIT por violación de derechos adquiridos en negociaciones colectivas o de la libertad de sindicalización, y las demandas contra este país suman nueve por mes, como promedio.
Muchos empresarios reconocen "excederse" en materia de violación de derechos de los trabajadores, pero el asunto no les preocupa pues, según dicen, la necesidad de empleo es tan grande, que siempre encontrarán a alguien dispuesto a trabajar.
"Por cada trabajador que despido, hay cinco que tocan a mis puertas, y por la mitad de sueldo del anterior", aseguró un prominente empresario.
Otro dirigente de empresa declaró a la prensa extranjera que la legislación laboral peruana se aproxima al modelo ideal que podrían pretender los patrones, aunque admitió que en algunos casos es "excesivamente injusta" con los trabajadores.
"?Qué podemos hacer nosotros?", se preguntó. "Es un signo de los tiempos", agregó, bromeando.
"La legislación está contra nosotros", afirmó Pablo Checa, ex secretario general de la Federación Minera y Metalúrgica, una de las más golpeadas entre las organizaciones afiliadas a la CGTP.
Checa opinó que los sindicatos deben enfrentar las nuevas condiciones a través del dialogo, y que pensar en medidas clásicas, como la huelga, no sería realista.
Por su parte, el gobierno se ufana de haber reducido a mínima expresión las horas/hombre perdidas por huelgas.
En 1995, un año electoral, se registró la menor cantidad de huelgas de los últimos 25 anos, y ese resultado se obtuvo gracias a que ya no existen sindicatos "politiqueros", dicen los voceros del gobierno.
Castillo y otros dirigentes de la "vieja guardia leninista" son conscientes de que el paso del tiempo los perjudica y que es necesario el surgimiento de líderes sindicales de nuevo tipo y un modelo que oponer al neoliberalismo.
Por lo pronto, han llegado a una conclusión: la globalización de la economía debe ser equilibrada mediante la globalización del movimiento sindical.
"Conversando con dirigentes sindicales de otros países nos convencemos de la necesidad de contar con un organismo que agrupe a todos los movimientos sindicales de América Latina, que exista un punto de encuentro, un lugar de coordinación", dijo Castillo.
Pero también admitió que no se ha avanzado casi nada en ese sentido. (FIN/IPS/zp/ff/lb/96