HAITI: Sobrepoblación carcelaria afecta derechos humanos

La población carcelaria de Haití se duplicó el último año, a medida que la nueva fuerza policial controla la delincuencia, pero las condiciones en las prisiones ensombrecen el panorama de los derechos humanos en el país caribeño.

El número de detenidos casi se duplicó, pasando de 1.500 en junio de 1995 a 2.500 en junio de este año, según estadísticas de la Administración Nacional de Penitenciaría (APENA), creada el año pasado.

Viejas, sobrepobladas y con escasa vigilancia, las prisiones haitianas tienen mucho por mejorar. Una celda típica ofrece menos de un metro cuadrado para cada prisionero, mientras las normas internacionales prevén tres metros cuadrados.

Unos 287 agentes y 60 supervisores trabajan en las 18 cárceles, con un agente cada ocho prisioneros, mientras internacionalmente se recomienda un agente cada cuatro.

La Penitenciaría Nacional, situada en la capital, es el centro de detención más importante, con 40 por ciento de la población encarcelada del país. Fue construida en 1918 para 250 detenidos, y ahora alberga a 900.

Según Clifford Larose, subdirector de APENA, son necesarias nuevas cárceles con capacidad para 3.000 celdas, en las tres principales regiones del país, pero los tres millones de dólares requeridos vuelven prohibitivo el proyecto.

El gobierno ni siquiera tiene los medios para rehabilitar y mantener una 30 cárceles en todo el país.

Con la creciente presencia de la policía nacional en las calles, aún se espera un nuevo aumento del número de detenidos, dijo Larose.

Los robos armados representan el motivo más frecuente de detención en la prisión central. Las estadísticas indican que 20 por ciento de los detenidos en esta prisión, bajo control de APENA, son arrestados por este tipo de crimen.

Más de 50 por ciento de los presos del país viven en cuatro cárceles de la región metropolitana de Puerto Príncipe, y 90 por ciento de ellos son hombres, siete por ciento mujeres y tres por ciento menores.

Observadores indican una mejora en la situación de las prisiones desde la restauración del gobierno democrático en Haití, en octubre de 1994.

Los detenidos ya no son torturados, reciben dos comidas diarias, atención médica y tienen una hora diaria de recreo, pueden hablar con los guardias y recibir visitas de familiares.

Pero las autoridades reconocen que la situación está lejos de ser satisfactoria. En Fort National, un centro de detención para mujeres y menores, algunos reclusos sufren de beri-beri, diarrea y otras enfermedades debidas a la alimentación insuficiente y la mala calidad del agua, dijo un funcionario.

Un centro de salud con 30 camas supervisado por tres doctores, tres enfermeras y un técnico de laboratorio debe hacerse cargo de los 900 presos del centro.

Los prisioneros cocinan alrededor de un fuego al aire libre, donde tres grandes piedras soportan las enormes ollas utilizadas para las comidas calientes. "Por ahora, cocinamos ahí afuera", dijo un inspector.

Según funcionarios del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), que colabora para mejorar las instalaciones, no había registro de prisioneros. Aquellos que aguardaban juicio estaban mezclados con presos de años y en ocasiones, no eran juzgados.

La APENA recibe ayuda del PNUD, la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID), y la Misión de Cooperación Francesa. Un fondo de un millón de dólares ha sido entregado por esos grupos para la mejora de centros de detención y capacitación del personal.

El sistema carcelario haitiano "está lejos de lo adecuado según las normas internacionales de derechos humanos. Nuestras cárceles enfrentan problemas de saneamiento. No hay retretes, ni agua. No podemos cumplir la segunda parte de nuestra misión, relativa a la rehabilitación de los prisioneros", dijo Larose.

Con el apoyo internacional se llevó a cabo un programa de capacitación para 32 funcionarios de la APENA, quienes viajaron a participar en cursos en Martinica, Guadalupe y Guayana Francesa.

Pero la debilidad del sistema judicial preocupa más a los prisioneros que la situación en la que viven. "Mi problema no es las condiciones de detención, sino la justicia", dijo Frantz, Holly, un detenido acusado de asesinar a un agente de cambios.

Alexandra Catha, detenida por fraude, ha estado encarcelada durante cuatro meses sin juicio.

A medida que las prisiones sean mejoradas, las autoridades temen que los haitianos las consideren alternativas más atractivas que la vida en el exterior. Algunos prisioneros preferirán permanecer en la cárcel o se harán arrestar nuevamente, advirtieron.

"Tras la abolición de la tortura, las cárceles ofrecieron mayor seguridad para algunas personas pobres. Tienen un lugar en el que vivir, dos comidas aseguradas. Prefieren quedarse aquí", dijo el funcionario. (FIN/IPS/tra-en/imc/cn/fn/lp/hd-ip/96

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe