FUTBOL: Balón perdido durante 66 años desnuda crisis profesional

Perdida durante 66 años en un armario de la Comisión Nacional de Educación Física, la pelota con la que la selección uruguaya ganó en 1930 la final del primer campeonato mundial de fútbol luce como recién salida de fábrica.

El hallazgo del balón, obra de un funcionario de la misma comisión y conocido esta semana, fue resultado de la casualidad y no de una metódica tarea de recopilación histórica.

Los expertos consideran que se trata de otro signo de la desaprensión con que se manejan en este país determinadas áreas de un deporte por el que obtuvo la medalla de oro en las Olimpíadas de París (1924) y de Amsterdam (1928).

Con esas dos victorias en su haber, que lo convirtieron en la mayor potencia futbolística de la época, Uruguay ganó el derecho a organizar en 1930 el primer campeonato mundial programado por la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado), en cuya final derrotó a Argentina por cuatro a dos.

La selección uruguaya conquistó otra vez la Copa Rimet, en 1950, cuando venció a Brasil por dos a uno en Río de Janeiro, pero no volvió a participar de competencias olímpicas.

"Asombra el escaso interés por la historia, base de toda conducta, en particular cuando dirigentes y jugadores apelan con frecuencia al pasado para destacar los valores del fútbol uruguayo", dijo a IPS Luis Prats, redactor deportivo de la revista Búsqueda.

Prats recordó que, después de obtener su clasificación, Uruguay renunció a participar en el torneo de fútbol de las Olimpíadas de Montreal, en 1976, debido a una diferencia sobre amateurismo y profesionalismo que mantuvo con el Comité Olímpico Internacional.

Esas diferencias quedaron hoy a un costado del camino, pero igualmente las posibilidades de lograr una medalla olímpica en fútbol serían escasas para Uruguay, porque debería enfrentarse con potencias casi imposibles de derrotar, dijo Prats.

El problema es que esa zona gris entre amateurismo y profesionalismo perjudica actualmente a Uruguay, porque en ambos terrenos impera el negocio y están estrechamente relacionados en una olimpíada.

Uruguay es "una parodia de fútbol profesional y los continuos desaciertos de los conductores de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) ingresan dentro de los límites del absurdo", comentó a IPS el crítico deportivo Antonio Pippo.

El actual profesionalismo, del cual surgen los jugadores olímpicos, "requiere una organización seria, al margen del deporte como manifestación cultural y lúdica, y se vincula a reglas impuestas por el mundo de los negocios y del espectáculo", comentó Pippo.

Se podrá convenir o discrepar de ese principio, pero existe y rige el mundo actual del fútbol, y "nosotros estamos lejos de la realidad y lo demuestran los hechos", agregó.

Cuarenta y cinco por ciento de los 3,1 millones de habitantes de este país viven en Montevideo, donde se cuentan 26 clubes profesionales: 12 en la primera división y 14 en la segunda.

"Se requieren menos clubes, más fuertes, administrados casi como una empresa, y un gobierno central profesional, sin asambleísmo ni corporativismo, como el actual", aconsejó Pippo.

A comienzos de este mes, el club Shangai, de China, suspendió un partido que debía disputar como local con la selección de Uruguay porque el equipo visitante no incluyó a dos jugadores cuya presencia estaba prevista en el contrato.

Nadie conocía en la AUF esa cláusula, salvo su presidente, y el equipo debió permanecer en Beijing 10 días sin jugar, a la espera del segundo partido concertado, con la selección de China.

Mientras, en Uruguay, el comienzo del campeonato profesional debió suspenderse, debido a partidos pactados en el exterior por unos 180.000 dólares que se repartirán entre las vacías arcas de los clubes.

Varios clubes adeudan a sus jugadores meses de salario y gran parte de los deportistas se ven obligados al pluriempleo para subsistir.

La selección uruguaya, que intenta clasificarse para el campeonato mundial de Francia, viajó en avión de línea a Colombia, a disputar un partido de la serie eliminatoria sudamericana, porque no logró el número suficiente de interesados para fletar un vuelo charter.

Tras aguardar durante siete horas el trasbordo en el aeropuerto de Bogotá, los jugadores uruguayos llegaron a Barranquilla, donde fueron derrotados tres a uno por la selección colombiana, un resultado que complica sus posibilidades de llegar a Francia.

Pese a los grandes problemas del fútbol profesional uruguayo, Peñarol y Nacional, los dos mayores clubes del medio, han logrado varios lauros continentales y mundiales.

"Es más sencillo conjuntar un plantel, amalgamar su juego y espíritu para competir con otros clubes, que hacerlo a nivel de selecciones nacionales", argumentó Prats.

A partir del campeonato mundial de México en 1970, cuando se clasificó cuarto, Uruguay ha ido aumentando el número de jugadores "repatriados" en la composición de su selección.

De los once titulares actuales, sólo Pablo Bengoechea, de Peñarol, compite en el certamen local, y sus compañeros se desempeñan en Argentina, Brasil, España, Colombia, México, Italia, España e Israel.

El "vaciamiento" de figuras se completa con los preparadores físicos y los directores técnicos, dos de los cuales, Washington Tabárez y Gregorio Pérez, fueron contratados por el Milan y el Cagliari, respectivamente, para participar de la Liga italiana, la más profesional y competitiva del mundo. (FIN/IPS/rr/ff/cr/96)

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