La producción y tráfico de estupefacientes, un legado del pasado colonial de Indochina, está dando nuevos dolores de cabeza a las autoridades de Vietnam, que comprobaron un aumento de la adicción entre los jóvenes del país.
Pequeños paquetes de heroína que contienen 20 miligramos de la droga ahora son fáciles de conseguir en las calles de Hanoi a un precio equivalente a tres dólares. Ese tráfico goza de gran popularidad entre los estudiantes, señalaron las autoridades.
Quang Huu Dung, subjefe del Departamento de Investigación Criminal de la policía de Ciudad Ho Chi Minh (ex Saigon), explicó que los distribuidores atraen a los estudiantes con drogas livianas como la marihuana ya lista en forma de cigarrillos.
Una vez conquistados, los jóvenes con mayores pobilidades económicas pasan a adquirir los cigarrillos de opio que cuestan 25 dólares cada uno.
Un colegio secundario en Hon Gai, en la provincia septentrional de Quan Ninh, recientemente informó que había 26 drogadictos en su plantel estudiantil. A comienzos de este año, otro colegio informó que tres estudiantes, bajo influencia de la cocaína, habían atacado y herido a puñaladas a un docente.
La mayor parte de las drogas llegan a Hanoi y la meridional Ho Chi Minh desde las zonas montañosas del país, donde la producción y comercio de opio está enrraizada con la época colonial, cuando Indochina demostró ser ser terreno fértil para un tráfico ilegal que todavía se mantiene floreciente.
Fue en 1830 cuando el opio británico comenzó a llegar a Vietnam desde el sur de China.
Sin embargo, fueron los franceses los que establecieron una franquicia para el opio con el fin de poner a su nueva colonia en condiciones de pagar impuestos, seis meses despues de haber anexado a Saigon en 1862.
Al comenzar la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) la administración francesa siguió dependiendo pesadamente de su monopolio de opio. Los 2.500 dens de opio de Indochina mantuvieron a más de 100.000 adictos y proporcionaron 15 por ciento de todas las recaudaciones impositivas.
Los franceses importaron alrededor de 60 toneladas desde Irán y Turquía para abastecer su vasta empresa.
Cuando estalló la guerra en 1939, Indochina quedó aislada de las plantaciones de amapolas del Medio Oriente. La solución consistió en aumentar el cultivo regional. La producción indochina de opio subió de 7,5 toneladas en 1940 a 60 toneladas en 1944.
Para ese entonces, las estadísticas mostraron que Indochina albergaba a más de 100.000 adictos.
Al finalizar la contienda en 1945, Paris fue objeto de creciente presión internacional y, un año más tarde, finalizó su favor oficial al tráfico de opio.
Sin embargo, desesperadamente cortas de fondos, la inteligencia francesa y agencias paramilitares se hicieron cargo del tráfico de opio para financiar operaciones encubiertas durante la primera guerra en Indochina desde 1946 hasta 1954.
Según el escritor estadounidense Alfred McCoy, ese tráfico clandestino de opio produjo un legado de sindicatos de narcóticos corsos que, décadas más tarde, siguieron siendo importantes protagonistas en el comercio internacional de drogas.
Minorías étnicas en la región que luchaban por independizarse de las autoridades centrales o simplemente trataban de sostener sus medios de subsistencia, tambien participaron del tráfico de opio. Esto se debió a que la amapola opiácea es fácil de cultivar y se adapta bien a las zonas montañosas y terrenos poco fértiles.
Casi siempre es cultivada a una altura superior a los 600 metros sobre el nivel del mar. Esas áreas en Indochina están normalmente habitadas por minorías étnicas nómadas.
Recientemente, las autoridades vietnamitas juntamente con Naciones Unidas han canalizado fondos en las áreas minoritarias para lograr que los residentes locales cambien los cultivos de amapola por otros igualmente rentables.
El gobierno dijo que su plan maestro de control de drogas tiende a eliminar todos los cultivos de amapola opiácea en el país para el año 2000, y establecer alternativas sostenibles para prevenir posibles cultivos futuros.
La campaña está financiada en parte por el Programa de Desarrollo de la ONU (PNUD), que otorgó un millón de dólares para establecer seis proyectos de comunidades montañesas autosuficientes, los cuales deben estar vinculados con la reducción de la demanda de droga y las necesidades socioeconómicas.
Los expertos creen que esos proyectos pilotos pueden ser repetidos y ampliados en otros distritos.
El Programa de Control de Drogas de Naciones Unidas (PNUFID) aportó cuatro millones de dólares a un proyecto de erradicación en el distrito de Ky Son, en la provincia central de Nghe An, una de las mayores áreas de producción de opio en el país.
Los programas de reconversión han tenido cierto éxito porque la extensión de las plantaciones de opio se redujo de 20.000 hectáreas a alrededor de 4.000.
Sin embargo, las autoridades temen que sus esfuerzos para cortar los suministros desde las áreas rurales se vean afectados por la creciente demanda en las ciudades, donde una población más próspera es abastecida con drogas importadas de la región.
Documentos oficiales demuestran que las drogas entran en Vietnam desde Tailandia y China a través de Laos, donde amplias fronteras y escaso personal de vigilancia hace difícil la detección del tráfico.
Tambien se descubrieron embarques desde el sur de Laos a través de Camboya, y mediante barcos desde el sur de ese país.
«En Vietnam hay 185.000 drogadictos, en comparación con los 150.000 de hace dos años», observó Roy Morey, representante del PNUFID en Hanoi. Solo en Ciudad Ho Chi Minh calculó que hay más de 50.000 adictos.
El aumento del tráfico y el consumo llevó a las autoridades de Hanoi a legislar en 1992 severas penas contra traficantes, incluso la pena de muerte. Desde entonces, 12 traficantes, en su mayoría extranjeros, han sido condenados a muerte por tribunales.
Desde principios de año fueron arrestadas en Vietnam 410 personas por delitos vinculados con el narcotráfico. La policía confiscó 431 kilos de opio y 35 de heroína. (FIN/IPS/tra- en/sb/cpg/ego/dn