Los líderes de los países de Africa Central y Oriental no podrán tomar a la ligera una advertencia hecha por el jefe rebelde de Burundi, Leonard Nyangoma, cuando se reúnan este miércoles para tomar una decisión colectiva sobre la situación en ese país.
En una declaración emitida este domingo, Nyangoma -que es líder del Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia (CNDD)- advirtió que Burundi se deslizará hacia una guerra civil genocida si la comunidad internacional permite que permanezca en el poder la nueva junta militar dominada por la etnia tutsi.
Aunque la declaración no llevaba fecha, su publicación se produjo al día siguiente de un trágico episodio indicativo de que esa nación de Africa central se dirige, en efecto, hacia un mayor derramamiento de sangre: al menos 30 personas fueron muertas por los militares el sábado, en el distrito central de Gitega.
En un primer momento el ejército negó esas muertes, pero más tarde reconoció que los muertos eran rebeldes de la etnia hutu, que perdieron la vida en un choque con los militares después del incendio de una plantación de café en aquella zona.
Según otros informes, los muertos llegarían a la cantidad de 50 personas, casi todas civiles hutu.
Este episodio fue el primero de dimensión importante del que se ha informado desde el jueves, cuando el ex presidente de facto, mayor Pierre Buyoya, fue colocado de nuevo en el poder por un golpe militar.
El golpe ocurrió tres años después de que el propio Buyoya, tras las elecciones por él convocadas, entregara el gobierno al primer presidente elegido democráticamente, Melchior Ndadaye.
Sólo tres meses después de asumir la Presidencia, Ndadaye fue asesinado en un intento golpe, en octubre de 1993. Su asesinato abrió un período de turbulencias que aún continúa, en el cual han muerto hasta el momento más de 150.000 personas.
Nyangoma afirmó en su declaración que los soldados que pusieron a Buyoya en el poder son los mismos que mataron a Ndadaye, y "sembraron el caos y la muerte en todo el país".
Por ser en aquella época ministro del Interior, Nyangoma pudo ser testigo de primera mano del asesinato de Ndadaye y del fracasado golpe de 1993.
Tras escapar de aquel intento, organizó su movimiento rebelde con el propósito de disolver a la fuerza militar dominada por los tutsis y sustituirla por un ejército nacional formado por los tres grupos étnicos del país: los hutus, los tutsis y los twas.
El CNDD exhortó a la población a tener mucho cuidado y no realizar agresiones. "Mantengan la calma y la serenidad… no cometan delitos contra sus compatriotas ni sus vecinos", decía la declaración de Nyangoma. "Bajo ningún pretexto se debe derramar la sangre de otro ser humano".
"Advierto públicamente que aquél que se atreva a matar a su vecino deberá saber que comete ese crimen por su sola cuenta, y que no ha sido mandado por el CNDD ni por el FRODEBU (anterior gobernante), y que él personalmente deberá responder por su delito de ahora en adelante", expresó Nyangoma.
Sin perjuicio de ello, también aseguró que el CNDD reforzará su lucha armada contra la junta militar, que ha anunciado endurecer las acciones contra los rebeldes. El presidente Buyoya, sin embargo, dijo que negociará con ellos si deponen las armas.
La comunidad internacional condenó el golpe del jueves en Burundi, pero las potencias occidentales no desean comprometer el envío de nuevas tropas pacificadoras a Africa, tras el desastre de Ruanda.
Los países de Africa oriental y central, en cambio, han preparado un plan, respaldado por la Organización de la Unidad Africana, para mandar unos 9.000 soldados de Tanzania, Uganda y Etiopía como fuerza africana de paz en Burundi.
Volverán a reunirse el miércoles en Tanzania, para tomar una decisión colectiva sobre Burundi, según informó el sábado un vocero presidencial de Uganda, tras una reunión realizada en Kampala por el presidente Ugandés, Yoweri Museveni, y su colega tanzanio, Benjamin Mwapa.
A esa reunión asistió también el ex presidente de Tanzania, Julius Nyerere, mediador internacional para Burundi, quien dijo que Africa no permitirá que ese país siga el mismo camino que Ruanda, donde murieron al menos medio millón de personas en 1994. (FIN/IPS/tra-en/mn/kb/arl/ip/96