HABITAT: La ciudad del futuro estuvo ausente

La vivienda, y no el urbanismo, los derechos sociales y no estrategias para la ciudad del futuro, dominaron los debates y las negociaciones durante la Conferencia de Naciones Unidas sobre Asentamientos Humanos (Hábitat II).

Temas como cultura, violencia y drogas, más que emergentes en las urbes, fueron relegados en una discusión que se hizo fragmentada, sin un enfoque integrador de las distintas dimensiones del fenómeno urbano con miras a una estrategia de conjunto.

En ese sentido Hábitat II fue más una continuación de las cumbres anteriores, con los distintos grupos de presión luchando por sus reivindicaciones específicas, que la búsqueda de una respuesta global a la compleja problemática urbana actual y futura.

Faltó incluso una conceptualización de ciudad, admitió el viceministro de Vivienda y Desarrollo Urbano de Colombia, Fabio Giraldo. La vivienda digna que tanto se reclama puede ser distinta en Colombia, Bolivia o Haití, añadió.

Las ciudades acumulan tantas carencias que las presiones por superarlas, las demandas por derechos se sobrepusieron a cualquier intento de debatir sobre el futuro, un futuro en el que la cultura y el esparcimiento serán capitales, diagnosticó otro colombiano, el arquitecto Fernando Viviescas.

La acelerada urbanización de las últimas décadas en los países en desarrollo no permitió formar una verdadera cultura urbana, que sí se puede identificar en las viejas ciudades europeas.

Así, los numerosos conflictos que plantea la convivencia degeneran en violencia, ante la falta de mecanismos y hábitos de solución pacífica.

Esta es una situación que afecta especialmente a América Latina, donde en pocas décadas dos tercios de la población total pasó a residir en ciudades.

Las personas provenientes de zonas rurales no cambian automáticamente sus costumbres, sino que tienden a reproducirlas, señaló Viviescas.

Las relaciones y conflictos se hacen complejos, se agravan por la precariedad reinante en América Latina, donde "la democracia es aún un concepto débil, no consolidado ni asimilados", observó el arquitecto, coordinador del estatal Programa de Apoyo a la Gestión Urbana de Colombia.

A eso se suman la fragilidad de la economía y la "cultura urbana incipiente, ya que la poblacion aún sin capacidad de asimilar su complejidad y vivirla como estado natural", agregó.

La ciudad "demuele" las tradiciones ancestrales, "libera a las mujeres y los jóvenes", es enemiga de conservadores y religiosos.

La violencia es una salida habitual a los conflictos que tienden a proliferar entre los variados grupos, al interior de la familia, entre generaciones o clases, entre mujeres y hombres.

La Conferencia va a dejar muchas cuestiones pendientes, al haberse centrado en "carencias de la vieja ciudad" y olvidado de proyectar la ciudad del futuro, donde cultura y esparcimiento serán temas centrales, opinó Viviescas.

En Medellín, ejemplificó, el tren subterráneo redujo en una hora el tiempo perdido diariamente en transporte por sus 200.000 pasajeros. Ello corresponde a 23 años de vida de una persona y permite más tiempo libre para el ocio creativo, que irá creciendo.

Ese tipo de problemas fueron olvidados en Hábitat II, apareciendo en orden disperso en los documentos de la conferencia.

El concepto de cultura es muchas veces mencionado, pero casi siempre como condicionante de derechos y acciones y no como un derecho en sí mismo.

Viviescas se quejó de haber intentado, casi siempre sin éxito, incluir la problemática cultural en varios puntos del Plan de Accion, de cuya negociación participó como miembro del gobierno colombiano.

Enrique Ortiz, secretario ejecutivo de la Coalición Internacional por el Hábitat, que reúne a más de 300 organizaciones no gubernamentales de todo el mundo, fue de la misma opinión y señaló que aspectos como el cultural fueron relegados de los debates.

Muchas veces el tema se introdujo por razones totalmente ajenas a las preocupaciones de Viviescas.

Los musulmanes trataron de agregar la cuestión religiosa y cultural a los principios que exigían "armonía con el medio ambiente", para matizar algunos derechos de las mujeres que tienen dificultades en aceptar.

Pero es razonable que se impongan esas condicionantes, admitió Ortiz, porque "la existencia de derechos absolutos no respetaría el derecho de las minorías".

Las mujeres, más organizadas tras las sucesivas cumbres mundiales, especialmente la de Beijing de 1995, se destacaron en la defensa de sus derechos, en temas como las herencias, los desalojos, la propiedad de la vivienda y el acceso a los créditos.

En casi todos los capítulos de la agenda Hábitat II, dividida en principios, compromisos y plan de acción, hay referencias a los derechos femeninos o la atención debida a las mujeres.

También se pone un fuerte énfasis en los derechos de los discapacitados, los niños, loss indígenas y de todos los "grupos vulnerables", con repetidas recomendaciones para prestarles la atención adecuada.

Por otro lado, el Plan de Acción dedica un solo capítulo a la violencia y la delincuencia, recomendando fomentar espacios públicos, educación, esparcimiento y empleos para los jóvenes, mejorar la policía y la justicia y combatir la pobreza y las redes de proxenetismo.

Curiosamente la versión preliminar de la agenda no hace referencia alguna al tema drogas. (FIN/IPS/mo/dg/pr/96)

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe