(Artes y Espectáculos) COLOMBIA: La vida de los hombres también amerita culebrones

La audiencia de telenovelas colombianas se deleita desde hace dos meses con un nuevo producto: "Hombres", una serie en que las tragicomedias de la vida cotidiana corren por cuenta de personajes masculinos.

Mónica Agudelo, creadora y libretista de ese "culebrón", se ha anotado varios exitos de sintonía, con una fórmula que elude los esquemas convencionales de un género siempre poblado de mujeres abyectas, madres abandonadas y jóvenes desamparadas cuyo éxito se cifra en la conquista de un hombre rico.

Agudelo se declara enemiga de los melodramas y reconoce la intención de su obra de reivindicar a las mujeres, aunque sin sesgo feminista.

"Los personajes femeninos han sido arrastrados en América Latina. Cuando un hombre es malo, es maquiavélico, pero una mujer mala (de telenovela) resulta también bruta. Yo construyo mujeres muy malas, pero (también) muy inteligentes", dice.

"Hombres", que se transmite los sábados a las 10 de la noche en un canal nacional, retrata a un grupo de agentes de bolsa de distinta edad y vida afectiva no tan exitosa como sus jugadas financieras.

La guionista trabaja con estereotipos, porque le facilitan el toque humorístico aplicado a los personajes.

Allí están el machista, el mujeriego, el cincuentón hipocondriaco padre de un adolescente filósofo, el buenazo, el antidonjuan, el homosexual y el protagonista, Julián Quintana.

Agudelo destaca a Julián porque "tiene una esencia femenina que lo hace encantador para las mujeres. Anda un poquito perdido en el mundo femenino, pero no se atreve a juzgarlo".

Julián está perdidamente enamorado de Antonia, la hija de "el Pulpo", un señor todopoderoso que intenta sobornarlo encomendándole sus negocios a cambio de que deje a su heredera tranquila. Pero la pareja no acepta la propuesta.

El mundo doméstico del protagonista está severamente marcado por su madre divorciada, víctima frecuente de pícaros, tierna y fisgona, amiga de Mafe, la compañera de trabajo de Julián y su cómplice incondicional con Antonia.

Antonia y Mafe son los dos personajes femeninos más fuertes de la telenovela. La libertista define a Antonia como "la mujer contemporánea que ha solucionado su vida sin un hombre y que creyó que ya lo tenía todo arreglado". Pero el trabajo y el dinero no suplen el amor.

En cuanto a Mafe, explica Agudelo, es la versión femenina de Daniel, el mujeriego inconquistable, aunque, aclara, "más contenida".

– Lo siento, no debí besarte, le dice Daniel a Mafe. – No te preocupes, no pasó nada, le responde ella. – Ah, entonces saliste llorando de mi apartamento porque no pasó nada? – Yo, yo no salí llorando. Daniel: Te da miedo enamorarte de mí? – Claro que no. Contigo estoy a salvo.

El baño (sanitario) para hombres, equivalente al tocador donde las mujeres se acicalan y chismorrean, es el punto de encuentro y de las confidencias masculinas.

Allí se intercambian fórmulas infalibles de conquista y se revelan desencantos amorosos, tragedias familiares e incomprensiones generacionales, aderezadas con alguna mirada a una revista pornográfica.

Aunque la relación de Julián y Antonia es el nudo central de la trama, todos los personajes tienen vida propia y el libreto es un continuo cruce de caminos que permite múltiples miradas del espectador.

La solidaridad de cofradía masculina es manifiesta. Los desamores de uno se convierten en problema de todos, en el caso, por ejemplo, del buenazo, un antihéroe que no acierta a ligar ningún romance.

"Anoche llevé a Ana María al Planetario. Le prometí que la haría ver estrellas. Hice todo lo que usted me dijo y, ?sabe, Quintana, qué paso? . Se me quedó dormida".

También se desvelan ambigüedades. Santiago, el ejecutivo exitoso y caballeroso comisionista de bolsa, es un verdadero malandrín en su casa.

"¿Dónde estás, Julia, carajo?», increpa por teléfono a su esposa, que huyó despues de una escena de celos con golpiza incluida. "Tú puedes hacer con tu vida lo que te de la gana, pero con mi hijo, no", le advierte.

El mosaico de ejemplares masculinos incluye al joven viudo y buen padre que, como cualquier madre contemporánea, encuentra el modo de trabajar sin descuidar su casa.

Su hijo de cinco años le dice una mañana: "No me beses, papi, porque me ven mis amigos. Mi mamá sí, pero tú, no".

Por último, aparece el homosexual, íntimo amigo y confidente de Antonia, y plenamente aceptado en el ámbito familiar y social.

El ambiente de comfort, de gente adinerada, en que las cuestiones materiales no son obstáculo ni elemento de conflicto a la manera de los típicos "culebrones" de factura venezolana y mexicana, hace que toda la intensidad dramática se concentre en el mundo afectivo.

Agudelo señala que, si bien "Hombres" retrata situaciones de la clase alta, no se puede afirmar que el amor sea privilegio de ese sector social, porque "estamos viendo hombres y mujeres viviendo solos en mansiones".

Las pinceladas ligeras y cómicas de la nueva serie colombiana se adaptan al horario de emisión, ya que la audiencia de sábado en la noche no quiere novelones trascendentales o llorones.

Un foro convocado por el diario El Espectador, de Bogotá, concluyó hace un año que sólo hay tres formas de hacer telenovelas: conservar el equema tradicional, innovarlo o traicionarlo. Agudelo parece haber optado por la tercera de esas tres modalidades. (FIN/IPS/mig/ff/cr/96

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