PERU: Gamarra, el mercado informal mas grande de América Latina

El mercado informal más grande de América Latina se encuentra en la capital peruana y está conformado por un consorcio de pequeñas empresas textiles que funcionan con recursos propios y dan empleo a 100.000 personas.

Conocido como "Gamarra", en alusión a la calle principal de la zona en que está radicado, allí acuden diariamente alrededor de un millón de personas y se estima que anualmente mueve más de 1.000 millones de dólares.

Recorrer sus más de cuarenta cuadras es internarse en un submundo desconocido para muchos. Junto a vetustas casas, que son en realidad talleres de confección sin registro legal, se levantan edificios de varios pisos con escaleras mecánicas, ascensores y grandes vidrieras.

Miles de vendedores obstaculizan en aceras y calzadas el paso de transeúntes y vehiculos y convierten a la zona en una verdadera bomba para el caso de una emergencia. Recorrer seis cuadras en automóvil toma más de veinte minutos.

Ubicado en el corazón de La Victoria, un distrito de clase media baja, Gamarra abastece a casi todo el comercio formal de textiles, desde pequeños bazares de Lima y las provincias, hasta exigentes "boutiques" de las áreas más elegantes de la capital.

"El conglomerado de Gamarra agrupa a más de 10.000 pequeñas empresas, que se han forjado sin ayuda de tecnología ni de capacitación del Estado u otra institucion", afirmó con orgullo el presidente de la Sociedad del Consorcio, Beltrán Suárez.

Ochenta por ciento de los empresarios de Gamarra son de procedencia andina y el resto son limeños vecinos de La Victoria y descendientes en su mayoría de los obreros de las grandes fábricas textiles que se instalaron en ese lugar a fines del siglo pasado.

En los dos últimos años comenzó a observarse la presencia de inmigrantes coreanos, que también instalan sus talleres en la zona.

"Este consorcio ha solucionado el problema de la desocupación en gran parte de la ciudad de Lima", dijo Suárez, extendiendo su mirada por encima de quioscos y puestos ambulantes y apuntando a los grandes edificios comerciales.

Se cree que unas 100.000 personas trabajan en Gamarra, aunque nadie lo sabe con exactitud. Tampoco se conocen las condiciones en que se desarrolla la labor, pero no hay protestas, pues en un país como Perú, donde casi 80 por ciento de la fuerza de trabajo está subocupada, tener empleo estable y de jornada completa equivale a ganarse la lotería.

Los dirigentes de Gamarra proyectan el crecimiento del conglomerado y la creación en los próximos tres años otros 50.000 puestos de trabajo.

Suárez afirma que el proyecto es factible, porque en la actualidad, los talleres trabajan a 60 o 70 por ciento de su capacidad instalada. "Si se tiene apoyo, se puede duplicar y hasta triplicar la producción", aseguró.

El fenómeno Gamarra es de tal magnitud que aún los grandes industriales y comerciantes textiles reconocen su importancia y la necesidad de brindarle capacitación tecnologica y ayudarlo a su formalización legal.

Representantes de la embajada de Estados Unidos visitaron el lugar y prometieron ayuda a los talleres. Los dirigentes del consorcio no dudan de que la promesa será cumplida.

Del mismo modo, una delegación de la oficina comercial de Taiwan, luego de recorrer el conglomerado, felicitó a los propietarios de los talleres por haberse constituido en consorcio, pues de esa forma podrán obtener ventajas adicionales del mercado.

La prioridad del consorcio consiste en lograr acceso al crédito bancario. "Los bancos no dan dinero", es la queja principal de los empresarios de Gamarra.

"Los créditos siempre han estado dirigidos a las grandes empresas y los recursos destinados a la pequeña empresa nunca han llegado por aquí", subrayó Suárez.

Sólo uno de los casi 20 bancos que operan en Lima apoya a Gamarra, con créditos de 2.500 dólares por empresa y con el aval de la Sociedad del Consorcio. "Para nosotros es suficiente, y vamos a demostrar que somos buenos pagadores", declaró uno de los beneficiados.

En segundo lugar, aspiran a renovar su maquinaria y capacitarse. "Para ser competitivos necesitamos tecnología de punta (vanguardia), máquinas que nos permitan mejorar la calidad de nuestros productos", dijo Suárez.

En cuanto a la capacitación, "es necesaria para conocer las necesidades del mercado internacional, y aprender a hacer negocios en el extranjero", agregó.

Suárez destacó que, aún con sus conocimientos rudimentarios de comercio exterior, el consorcio ha logrado hacer su primera exportación, destinada a Rusia, "?Se imagina lo que lograríamos si tuviéramos capacitación?", señaló.

La calidad de los textiles de Gamarra nada tienen que envidiar a confecciones de marca nacional e internacional, y su precio es extremadamente bajo.

"Aquí se consiguen precios increíbles. Me cobran 50 soles (20 dólares) por la confección de una chaqueta de lana para mujer, de calidad excelente", indicó Magaly Ponce, propietaria de una fábrica de confecciones en Lima. Una prenda de ese tipo se vende al público en unos cien dólares.

Pero como en Gamarra nadie vigila nada, el ingenio criollo ha encontrado también un excelente mercado. Así, las falsificaciones están a la orden del día, especialmente de las marcas con patente internacional, imitadas con tanta perfección que aún los expertos pueden ser engañados.

"Aqui sólo nos dedicamos a hacer etiquetas", confirmó Ana Naupari, una obrera de 23 años, oriunda de un poblado andino. Ana trabaja 10 horas por día en un taller de Gamarra y recibe una paga equivalente a 80 dólares por mes. "A veces más, depende de la producción", explicó.

"El cliente pide, nosotras fabricamos, y a veces nos trae una muestra para que copiemos, sobre todo cuando son marcas desconocidas, pero las famosas 'Gotcha', 'Adidas', esas que son conocidas ya las hacemos casi de memoria", agregó.

De esa manera se inicia un circuito difícil de rastrear, que abastece a importantes almacenes legalmente establecidos de mercaderias procedentes de Gamarra que son vendidas como si fueran prendas de exportación.

Los dirigentes del consorcio no niegan esos hechos, aunque creen que todo cambiará cuando al pequeño empresario de Gamarra supere su marginalidad para insertarse en la economía formal. (FIN/IPS/zp/ff/if/96).

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