IRAQ: Acuerdo con la ONU aliviaría levemente crisis sanitaria

Las compañías petroleras estaban bien preparadas para el acuerdo alcanzado por Iraq y la Organización de Naciones Unidas (ONU) para la implementación de la resolución 986 de abril de 1995, pero los médicos tendrán la parte más dura del trabajo.

La resolución 986, que permite a Bagdad la exportación de 2.000 millones de dólares de petróleo en los próximos seis meses, unos 700.000 barriles al día, para emplear el dinero obtenido en compra de alimentación y medicamentos, fue objeto de negociaciones durante cuatro meses.

Luego de difundida la noticia desde la ONU, los precios mundiales del petróleo fluctuaron y finalmente cayeron 0,5 por ciento, unos 10 centavos de dólar por barril.

Pero lo más importante del acuerdo es que permitirá a Bagdad efectuar compras que permitan aliviar los sufrimientos de la población.

Joseph Hazbun, a cargo de la división de emergencias y acción humanitaria para el Mediterráneo oriental y Asia central de la Organización Mundial de la Salud (OMS), afirmó en marzo que la institución requeriría 45 millones de dólares para hacer frente al problema.

Esa suma permitiría, apenas, responder a algunas de las necesidades más apremiantes que tendrá Iraq el año próximo, agregó Hazbun.

Sólo para suministrar alimentos y materiales requeridos para cubrir necesidades básicas se requeriría 1.000 millones de dólares cada 90 días.

De acuerdo con la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), unos 567.000 iraquíes menores de cinco años murieron como consecuencia de las sanciones impuestas al régimen de Saddam Hussein luego de la invasión y ocupación de Kuwait en agosto de 1990.

Mary Smith Fawzi, investigadora de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard que participó en el estudio de la FAO, dijo que esa cifra posiblemente subestima la realidad.

El acuerdo permitirá paliar los peores efectos de la gran hambruna que se prevé para este verano boreal como consecuencia de la crisis del sistema de raciones de alimentación de Iraq, el principal medio de supervivencia para la mayoría de la población.

Esta crisis se produjo a causa de la pobre cosecha primaveral, que, a su vez, se debió a la escasez de fertilizantes, pesticidas y repuestos de maquinaria agrícola.

Cuando concluyeron las negociaciones, se produjo un dramático descenso del precio de los bienes básicos en el mercado abierto de Iraq y una mejora, también dramática, de la cotización del dinar, la divisa nacional, respecto del dólar estadounidense.

El acuerdo despejará las preocupaciones que ensombrecían a algunos países integrantes del Consejo de Seguridad de la ONU a causa del sufrimiento que las sanciones impusieron sobre la población de Iraq.

Expertos sostuvieron que los problemas agrícolas afectaron la salud de al menos la cuarta parte de los 19 millones de habitantes del país, en particular embarazadas y ancianos.

Hussein sabía que Washington no accedería en un año electoral al levantamiento total de las sanciones económicas, sin importar cuán concienzudamente hubiera colaborado Bagdad con la comisión de desarme de la ONU, pues ni demócratas ni republicanos querrían dar a la ciudadanía una imagen "blanda" respecto de su figura.

Mientras se desarrollaban las conversaciones entre la delegación iraquí y la ONU, Washington insistió en que la resolución 986 debía implementarse en forma estricta.

De acuerdo con esta resolución, el dinero que recibiera Bagdad por exportaciones de petróleo sería depositada en una cuenta de la ONU, que especificaría el destino de esos fondos.

Parte del dinero será empleado por la propia ONU en operaciones de búsqueda y destrucción de armas de destrucción masiva, sus fábricas y centros de investigación en Iraq y en la instalación de un centro de control de arsenales.

Asimismo, el cuerpo mundial establecerá un fondo para que corporaciones y personas afectadas por la invasión a Iraq sean compensados.

Bagdad podrá comprar alimentos y medicinas con lo que quede de ese dinero, y funcionarios de la ONU se harán cargo de que las provisiones se destinen a los más necesitados, incluso los kurdos que habitan tres regiones semiautónomas en el norte de Iraq, y no a fuerzas de seguridad.

Iraq aún debe someter su plan al secretario general del cuerpo mundial, Boutros Boutros-Ghali, y la ONU instalar la cuenta.

La embajadora de Estados Unidos en la ONU, Madeleine Albright, afirmó que el acuerdo no supone el aflojamiento de las sanciones contra Bagdad, que continúan intactas, sino una excepción.

Pero, aunque las sanciones se levantaran mañana, serían necesarios dos años para frenar el deterioro creciente de los servicios de salud iraquies.

Hazbun dijo que "una generación entera, inclusive niños, está traumatizada" y que "aún no se conoce el alcance del problema".

El último estudio de la OMS en Iraq reveló que la mortalidad infantil en Bagdad se duplicó entre 1990 a 1995, de 80 a 161 por cada 1.000 nacidos vivos. En todo el país, la mortalidad entre menores de cinco años aumentó de 257 por 100.000 en 1990 a 1.536 en 1994.

Las enfermedades provocadas por la malnutrición, como el kwashiorkor y el marasmo, están en aumento. La incidencia de la primera pasó de dos cada 100.000 a 51, y la de la segunda de 14 cada 100.000 a 465. La anemia y la deficiencia de vitamina A creció de 269 cada 100.000 a 3.613.

La malaria es endémica en el norte del país y su incidencia creció allí de 95 a 22.600 casos cada 100.000 habitantes entre 1990 y 1994 y se difunde a otras zonas que no había alcanzado antes de la guerra del Golfo.

En 1990, apenas 4,5 por ciento de los bebés tenían un peso debajo de lo normal al nacer, proporción que actualmente asciende a 21 por ciento.

También parece haber aumentado en alta medida la mortalidad materna, aunque se carece de información estadística. Los casos de bebés de peso insuficiente se multiplicaron por cinco y comprenden ahora más de 20 por ciento de los nacimientos registrados.

"La calidad de la asistencia a la salud en Iraq retrocedió por lo menos 50 años debido a la guerra de 1991 y a las sanciones posteriores", según la OMS.

Las condiciones sanitarias del país eran relativamente buenas antes de la guerra del Golfo Pérsico, cuando Iraq importaba alrededor de un millón de dólares diarios en productos médicos.

Parte de la preocupación se centra en el incremento de las enfermedades contagiosas como malaria, cólera, fiebre tifoidea y leishmaniasis.

"Los mosquitos que transmiten la malaria no distinguen las fronteras nacionales, y el problema podría diseminarse fácilmente a países vecinos como Turquía", afirmó Hazbun.

"La cantidad de médicos cayó, lo cual conduce a un círculo vicioso. Muchos emigraron debido al bajo salario y las pobres condiciones. En algunos hospitales ni siquiera hay papel donde los médicos puedan escribir sus informes", agregó.

El número de operaciones disminuyó alrededor de 40 por ciento respecto de 1990 porque no hay gases de anestesia, así como sustancias para análisis clínicos efectuados, los que se redujeron a la mitad.

El cuidado de la salud se ha desorganizado y a la suspensión de programas de vacunación sucedió un gran aumento de casos de enfermedades de prevención posible.

El precio de los productos alimenticios es ahora diez veces superior a los valores previos a la guerra. La mayoría de los iraquíes sobreviven en la semiinanición debido a la crónica escasez de alimentos y a la falta de dinero para pagarlos. (FIN/IPS/tra-en/dh/rj/mj/he ip if/96)

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