El gobierno argentino manifestó hoy preocupación por la trascendencia de una denuncia según la cual pobladores de un barrio pobre se alimentan de gatos, culebras y caballos, pero al mismo tiempo intentó bajar los decibeles a la alarma generalizada de la sociedad.
El secretario de Desarrollo Social Eduardo Amadeo, reconoció este jueves que el presidente Carlos Menem llamó por teléfono desde América Central preocupado por las noticias que le llegaron sobre las estrategias de supervivencia de un grupo de familias de Rosario, en el este del país.
"La peor pobreza urbana argentina es la de Rosario", admitió Amadeo, quien no obstante negó que en esa ciudad, donde 21 por ciento de la población está desocupada, haya aumentado la pobreza por causa del modelo económico. "Hace 15 años que aumenta la pobreza en Rosario", aseguró.
El vicepresidente Carlos Ruckauf afirmó por su parte que el aumento de la demanda de empleo registrada en abril "marca el inicio del fin de la recesión" en tanto el ministro del Interior Carlos Corach, directamente consideró como una "maniobra" política la denuncia sobre Rosario.
"No hay hambruna en Rosario", sentenció Corach, y pidió a los periodistas que pregunten al intendente de esa ciudad, que pertenece al opositor Frente País Solidario, qué pasa con los barrios marginales.
En la ciudad de Rosario, al sur de la provincia de Santa Fe, hay 200.000 personas que viven en la pobreza extrema. El cierre de numerosas fábricas es la causa principal de ese hecho, pero además, todos los días llegan 30 migrantes del norte del país, corridos por el hambre y la falta de trabajo.
El Estado asiste a 75.000 personas mediante comedores comunitarios. Pero son muchos los que quedan fuera del reparto y apelan a los animales domésticos, incluídas tortugas en extinción, o a los desperdicios que consiguen recoger en los basurales.
En la "villa miseria" (barrio marginal) de Ciudad Oculta, en Rosario, donde se descubrió que gente desesperada comía gatos y otros animales, hay 29 familias. Del total de jefes de hogar, sólo cuatro tienen empleo. El resto está desocupado o vende cartones que recoge en la basura.
La Iglesia Católica manifestó su horror por la denuncia y recordó que hace largo tiempo los obispos están advirtiendo sobre este grado de miseria.
El obispo Rafael Rey, presidente de Caritas -el organismo de ayuda social de la Iglesia- denunció que "el país va por mal camino si sigue olvidando a los mas pobres, porque al que no tiene nada poco le sirve la estabilidad. Hoy no tiene pan, y mañana tampoco lo va a tener".
"El plan económico no puede seguir sacrificando a los pobres para tener éxito, no se debe tolerar esto", exclamó. "?Hasta cuándo la gente va a seguir sufriendo de esta manera? No se puede soportar que los hijos mueran de hambre sin un apoyo", aseguró.
El obispo dijo que "no se puede incitar a la violencia, pero hay mucha delincuencia que es consecuencia de la pobreza". Reveló que hay gente que lo va a ver y le avisa que va a tener que robar porque no tiene trabajo y lleva muchos días sin comer.
Según las estadísticas, en Argentina la pobreza, que había decrecido entre 1991 y 1994, aumentó el año pasado. La Secretaría de Desarrollo Social admite que subió 24 por ciento pero la Fundación Mediterránea, que nutre de investigadores al Ministerio de Economía, asegura que el incrementó fue de 45 por ciento.
En la provincia de Buenos Aires, en la localidad de Pergamino, hay un enorme basural que convoca a unas 200 personas cada día, en búsqueda de su sustento. Con linternas, los hambrientos revuelven hasta encontrar restos de comida.
Incluso en Buenos Aires las cadenas de hamburgueserías tienen su "clientela" que espera afuera para llevarse los restos y tampoco faltan ancianos a los que se ve hurgar en la basura domiciliaria. (FIN/IPS/mv/dg/ip-pt/96)
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