/AMBIENTE/BRASIL: Cría comercial ahuyenta amenaza de extinción del yacaré

La cría comercial del yacaré crece en Brasil con tal rapidez que la amenaza de extincion de ese animal, tema de campañas ambientalistas internacionales en la década pasada, dio lugar ahora a un posible exceso de ejemplares.

En efecto, el Centro de Investigaciones Agropecuarias advirtió el riesgo de superpoblación de yacarés en el Pantanal de Mato Grosso, una extensa área de humedales en el oeste del país que alberga el mayor vivero natural de esos saurios en el mundo.

La caza del yacaré, una variedad del cocodrilo, practicada por exportadores clandestinos de pieles, ha desaparecido virtualmente desde 1992.

La represión policial, las restricciones establecidas en países importadores y la competencia de la novedosa cría del animal, que mejora la calidad de la piel, desalentó el negocio ilegal.

Superada la caza furtiva que, según cálculos de los años 80, cobraba más de un millón de piezas por año, los yacarés proliferan en el Pantanal y se teme que su gran número provoque desequilibrio ambiental en el área.

Pero el zootécnico Marco Kloster, dirigente de la Cooperativa de Criadores de Yacarés del Pantanal, desestimó los temores. "El mismo ecosistema se encarga de restablecer el equilibrio" natural, dijo Kloster. El exceso de animales determina la escasez de alimentos y reduce la reproduccion.

La cooperativa, creada en 1991 en Cáceres, una localidad situada en el norte del Pantanal, reúne a 23 hacendados y enfrenta ahora la dificultad de colocar su producción de pieles en el mercado internacional.

La legislación ambiental estadounidense y acuerdos de ese país con Brasil impiden la venta de pieles del yacaré del Pantanal en Estados Unidos, explicó Kloster a IPS. Europa sigue el ejemplo y cerró su mercado, también por presión de los ecologistas.

Resulta difícil convencer la opinión publica de que el aprovechamiento del cuero del cocodrilo en general ya no amenaza a esa especie, sino que favorece una nueva industria que asegura la preservación del animal.

"Nuestra situación mejoraría" si Estados Unidos liberalizase la importación de pieles de cocodrilo, señaló Kloster.

Además de esos problemas, los criadores brasileños enfrentan la competencia de Venezuela y Colombia, que tambien exportan pieles de cocodrilo. El experto informó que, como en Brasil, esos reptiles son criados en Colombia en cautiverio.

La crianza, con control de enfermedades y alimentación adecuada, ha aumentado la productividad, agregó. En estado natural se pierden 90 por ciento de los huevos, pero en cautiverio, la pérdida se reduce a 10 por ciento.

La cría comercial multiplica entonces por nueve la reproducción de la especie y a los dos años, el animal alcanza el tamaño adecuado. En estado natural sólo a los siete años completa su desarrollo.

Ante las dificultades halladas en el mercado externo, donde la caída de la demanda deprimió los precios, la cooperativa de Cáceres y otros criadores buscan como alternativa el crecimiento de una industria local.

Ajeno a esas preocupaciones, Rubens de Freitas, tradicional caficultor y ganadero de Itirapuan, en el estado de Sao Paulo, se sumó hace tres años a la nueva ganadería. El cocodrilo local al que se dedica, el yacaré del papo amarillo o caimán latirostes, estaba casi extinguido.

Freitas comenzó su nueva actividad como "un entretenimiento", pero comprobó que se trata de una excelente alternativa para un manejo integrado de la hacienda. El yacaré consume carnes y partes descartadas del vacuno, además de peces de la laguna.

El ganadero dijo haber recibido "propuestas excelentes" de empresarios interesados en la piel del yacaré, e incluso de un grupo chino.

China y Japón son mercados prometedores, según cree Freitas, quien calcula que la piel de un animal de dos a tres años de edad puede alcanzar una cotización de 250 a 300 dolares.

La nueva actividad exige la autorización del Instituto Brasileño de Medio Ambiente, que impone la condición de devolver a la naturaleza entre 10 y 15 por ciento de las crías. Por ahora, Freitas intenta multiplicar sus ejemplares, después de comenzar con sólo 13 yacarés, rescatados de una especie casi extinguida.

Mientras, la carne de cocodrilo también empieza a ofrecerse en restaurantes de lujo. Pero de cada yacare sólo pueden extraerse entre 1,5 y tres kilogramos de buena carne, una cantidad insuficiente para dar lugar a una actividad rentable. (FIN/IPS/mo/ff/dv en/96)

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