Uno de los mayores orgullos del gobierno saliente de Ecuador es haber reducido 37 por ciento la inflación a lo largo de su gestión. Pero este tema será nuevamente la "astilla en el pié" en el próximo período, que se inicia el 10 de agosto.
La guerra contra la inflación que emprendió el equipo económico del presidente Sixto Durán Ballén al asumir sus funciones en 1992, cuando se encontraba en 60 por ciento, podría perderse en una batalla final, sostienen analistas económicos.
La meta trazada por el equipo económico de cerrar 1996 con una inflación de 19 a 21 por ciento es inalcanzable, pues "la presión sobre el sector productivo, que no registra un crecimiento constante, ya comenzó a mostrar sus resultados", dijo a IPS el economista Modesto Rivas, de la Fundación Esquel.
"Hay una crisis de la actividad económica porque la política está encaminada a mantener baja la inflación con tasas altas de interés y con un tipo de cambio anclado", añadió.
Rivas considera un error enfrentar la inflación a toda costa y aseguró que el próximo gobierno "deberá flexibilizar el tipo de cambio que se encuentra anclado y bajar el costo del dinero con intereses más adecuados a una economía deprimida".
Sin embargo, consideró que "los esquemas neoliberales, bajo la presión de organismos internacionales, tienden a cuidar en demasía los indicadores macroeconómicos como la inflación".
Esta situación provoca una mayor expectativa en la economía "cada vez que hay elecciones presidenciales, pues no se sabe qué rumbo tomará el país, en lo que a economía se refiere", afirmó.
En el primer trimestre de 1996 se registró una inflación acumulada de ocho por ciento y "en marzo se rompió el récord en toda la gestión de Durán Ballén" (2,9 por ciento), apuntó Angel Espinoza, consultor internacional para proyectos de desarrollo.
"Este año finalizará con una inflación superior al 30 por ciento", en comparación al 22,9 por ciento de 1995, comentó.
La tradicional incertidumbre de los agentes económicos hacia los procesos de transición política "más una serie de medidas erradas y el despilfarro del presupuesto fiscal", serán parte de la herencia para el próximo gobierno, consideró Espinoza.
Con el objeto de subsanar un déficit fiscal equivalente a cuatro por ciento del producto interno bruto, "el gobierno subió los impuestos de los combustibles y de otros productos, consiguiendo aumentar el ingreso presupuestario pero provocando una carga directa al consumidor", concluyó Espinoza.
Otro analista económico, Carlos Cortez, coincide en que la tendencia alcista del dólar y los intentos del Banco Central por mantenerlo dentro de la banda de flotación, por medio de tasas de interés superiores a 60 por ciento, son factores que se reflejan en los índices inflacionarios.
Rivas considera que el nuevo gobierno encontrarán "un sistema productivo mermado, desaceleración de la economía, salarios represados y el 100 por ciento del presupuesto fiscal de 1996 comprometido en obras iniciadas por el actual régimen".
Por esta razón "en Ecuador los presidentes comienzan a gobernar un año despúes de asumir el poder y continán gobernando un año después de dejarlo", afirmó el experto. (FIN/IPS/mg/ag/ip- if/96)